mayo 26, 2017

El Fascismo histórico ante la dicotomía Estado-Sociedad

Notas sobre Estado y Sociedad / 6
El Fascismo / 3 

 Andrés Salvador

No me hago falsas ilusiones afirmando que la Idea fascista será la Idea del siglo XX. Un eclipse de un lustro, incluso de diez años, no tiene ninguna importancia. Son los acontecimientos, en parte, y los hombres, por su debilidad, quienes provocan hoy día este eclipse. Pero no se puede volver atrás. La Historia me dará la razón. [...] Un joven, un puro, encontrará otros nuevos, audaces y dignos de seguir nuestros postulados de 1919 y los puntos de Verona de 1943. El pueblo abrirá entonces los ojos y él mismo decidirá el triunfo de estas ideas.                             

- Benito Mussolini, Testamento político, edición patrocinada por: Associazione Culturale Uno Dicembre 1943 (Perugia - Italia) y Ediciones Nueva Republica (Barcelona - España), 2000.


Benito Mussolini
Philip Alexius de László, 1923
http://www.delaszloarchivetrust.com/index.php?cid=galery&id=197
Ultima visita: 21/12/2011


En este trabajo examinamos la respuesta teórica del Fascismo histórico ante la dicotomia Estado-Sociedad, en el marco del estudio de los conceptos de Estado y Sociedad que iniciamos en El estado y las Categorías Políticas Preestatales [ITGD, Corrientes, 2001], La separación entre el Estado y la Sociedad y el desdoblamiento entre lo Publico y lo Privado [ITGD, Corrientes, 2001],  Socialismo y Anarquismo [ITGD, Corrientes, 2001], Variedad de interpretaciones del concepto de Fascismo y observación critica de las mismas [Corrientes, 2011], y El concepto de Fascismo en el contexto de la separación de Estado y Sociedad [Corrientes, 2011].


El Fascismo. El fascismo supuso un modo de afrontar la dicotomía Estado-Sociedad y las consecuencias emergentes de ella:


“Hoy afirmo que el fascismo considerado como idea, doctrina, realización, es universal: italiano, en sus instituciones particulares, es universal en su espíritu, y no podría ser de otro modo. El espíritu, por su misma naturaleza, es universal. Por tanto, se puede prever una Europa fascista, una Europa que se inspire, en sus instituciones de las doctrinas, de la practica del fascismo, es decir una Europa que resuelva en un sentido fascista el problema del Estado moderno, del Estado del siglo XX, muy diferente de los Estados que existían en 1789 o que se formaron en seguida. El fascismo responde hoy a las necesidades de carácter universal. Resuelve, en efecto, el triple problema de las relaciones entre el Estado y el individuo, entre el Estado y las agrupaciones y entre agrupaciones y agrupaciones organizadas.” [Mussolini, 1933: 40].

Identificación de la Sociedad con la Nación. En el fascismo la sociedad se identifica con la Nación la que no es considerada como en el liberalismo una simple suma de individuos [Manoilesco, 1938: 100] sino que es entendida como un complejo de fuerzas políticas y morales [Mussolini, 1984: 109] integrado por individuos cuyos intereses son contrapuestos [Mussolini, 1984: 167].


Manifesto del Fasci italiani di combattimento, publicado por "Il Popolo d'Italia" el 6 de junio de 1919
http://it.wikisource.org/wiki/Manifesto_dei_Fasci_italiani_di_combattimento,_pubblicato_su_%2
2Il_Popolo_d%27Italia%22_del_6_giugno_1919
Ultima visita: 19/12/2011

Identificación de la Nación con el Estado. La Nación es identificada por el fascismo con el  Estado [Mussolini, 1984: 205]:

“Nosotros queremos unificar la nación en el Estado soberano, que está por encima de todos y quizá contra todos, porque representa la continuidad moral de la nación en la historia. Sin el Estado, la nación no existe; no hay más que agregados humanos, susceptibles de todas las desintegraciones que la historia les puede infligir.” [Mussolini, 1933: 48].

Ambos términos no pueden diferenciarse pues se trata de una misma realidad y el Estado no es más que la forma jurídica que reviste [encarna] la Nación [Llerena Amadeo - Ventura, 1984: 178; Mussolini, 1984: 205 ]; como explica Jacques Ploncard  D'assac:

“Mussolini no deja ninguna brecha: el Estado, para él, es el intérprete único y supremo de las necesidades de la sociedad. El pueblo es el cuerpo del Estado y el Estado es el espíritu del pueblo. En la concepción fascista, el pueblo es el Estado y el Estado es el pueblo.” [Ploncard  D'assac, 1980: 128][1].

En otros términos, para el fascismo no hay:

“Ni individuos, ni grupos [partidos políticos, asociaciones, sindicatos, clases] fuera del Estado.” [Mussolini, 1933: 13].

Un Estado que:

“se levanta por encima de los intereses opuestos de los individuos y de los grupos, para coordinarlos hacia un fin superior” [Mussolini, 1933: 47][2].


Benito Mussolini, attorniato dai gerarchi fascisti, in visita a Milano
(città natale del fascismo), nel maggio 1930
Deutsches Bundesarchiv (German Federal Archive), Bild 102-09843
http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Bundesarchiv_Bild_102-09843,_Mussolini_in_Mailand.jpg
Ultima visita: 21/12/2011

El Individuo en el FascismoEl fascismo no concibe:

“un individuo fuera del Estado, sino el individuo salvaje, que no puede reivindicar más que la soledad y las arenas del desierto.” [Mussolini, 1933: 44-45].

Por lo que la concepción fascista es antiindividualista [Mussolini, 1933: 12] en tanto el individuo sea entendido conforme el liberalismo clásico como un fantoche abstracto [Mussolini, 1933: 12] y no como hombre real [Mussolini, 1933: 12][3]:

“El fascismo es una concepción histórica en la cual el hombre no es sino en función del proceso espiritual al cual concurre, en el grupo familiar y social, en la nación y en la historia en que colaboran todas las naciones. De aquí el alto valor de la tradición en las memorias, en el idioma, en las costumbres, en las leyes de la vida social. Fuera de la historia, el hombre es nada.” [Mussolini, 1933: 11].

En consecuencia [y esto es algo que explica su reacusación de las doctrinas democráticas, cuestión que examinamos  mas adelante] el fascismo no puede desconocer:

“la desigualdad irremediable, fecunda y benéfica de los hombres, que no pueden volverse iguales por un hecho mecánico y extrínseco, tal como el sufragio universal.” [Mussolini, 1933: 11].

Así entendido [como hombre real], el individuo solo es libre en el Estado [Mussolini, 1933: 12]:

“En nuestro Estado no falta la libertad al individuo. La tiene en mayor grado que el hombre aislado; puesto que el Estado lo protege, es una parte del Estado. El hombre aislado carece de defensa.” [Mussolini, 1933: 46]

  
La battaglia del grano
http://www.ilduce.net/Foto%20Duce/Galleria%20Benito%20Mussolini/6.jpg
Ultima visita: 23/12/2011


La libertad en el fascismo. El fascismo entiende a las libertades como libertades concretas [libertades autenticas [Mussolini, 1984: 268] no como libertades abstractas [metafísica, absoluta, liberal [Mussolini, 1984: 268]:


“Existen libertades, ¡pero la libertad no ha existido nunca!” [Mussolini, 1984: 264].

En orden a esto:

“... El Gobierno Fascista ha devuelto al pueblo italiano las libertades esenciales que estaban en peligro cuando no perdidas: la de trabajar, la de poseer, la de exaltar la victoria y los sacrificios que ha impuesto, la de tener consciencia de uno mismo y de su propio destino, la de sentirse un pueblo fuerte y no un simple satélite de la codicia y de la demagogia ajenas.” [Mussolini, 1984: 268].

Concepción totalitaria del Estado fascista. La identificación de la Nación con el Estado lleva a presentar al Estado fascista como totalitario:

“En efecto, para el fascista, todo está en el Estado y nada humano ni espiritual existe y a fortiori nada tiene valor fuera del Estado. En este sentido el fascismo es totalitario, y el Estado fascista, síntesis y unidad de todo valor, interpreta, desarrolla y domina toda la vida del pueblo” [Mussolini, 1933: 19].

Como el termino totalitario presenta actualmente una carga emotiva negativa[4]  conviene atender, al examinar este carácter del Estado fascista, a algunas observaciones que formula Ploncard  D'assac sobre la relación Estado - Individuo en este contexto :

“Así, para el fascismo, el dualismo Individuo-Estado, que obsesiona a todos los legisladores, se resuelve por la absorción del individuo en el Estado. Es preciso aún observar cómo entiende esto.
«El individuo en el Estado fascista —dice Mussolini— no es anulado, sino más bien multiplicado, al igual que en un regimiento un soldado no es disminuido, sino multiplicado por el número de sus compañeros de armas. El Estado fascista organiza la nación, pero deja, sin embargo, a los individuos un margen suficiente; ha limitado las libertades inútiles o perjudiciales, pero ha conservado las libertades esenciales.»
Pero agrega sin hipocresía: «En este aspecto, sólo el Estado es juez y no el individuo.»
¿Es esto, pues, la tiranía? No, responde Mussolini:
«Un Estado que se apoya sobre millones de individuos que le reconocen, lo sienten y están dispuestos a servirle, no es el Estado tiránico del señor de la Edad Media. No tiene nada de común con los Estados absolutistas anteriores o posteriores a 1789... Un partido que gobierna una nación totalitariamente es un hecho nuevo en la historia. Las aproximaciones y las comparaciones son imposibles.» [Ploncard  D'assac, 1980: 127-128].


Benito Mussolini saluta una parata della "Gioventù fascista" di fronte al Colosseo, nel 1931
Deutsches Bundesarchiv (German Federal Archive), Bild 102-12292
http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Bundesarchiv_Bild_102-12292,_Rom,_Ansprache_Mussolinis_an_die_Jugend.jpg
Ultima visita: 21/12/2011

El Estado fascista como Estado Ético. Para el fascismo, al Estado:

“No se puede, [...] limitarlo a puras funciones de orden y protección, como pretendía el liberalismo. No es un simple mecanismo que limita la esfera de las llamadas libertades individuales.” [Mussolini, 1933: 15-16].

Por lo que el fascismo

“Ha reivindicado, contra todos los particularismos de clases y de categorías, el valor ético del Estado” [Mussolini, 1933: 45].

El Estado fascista es entendido como un Estado ético, ya que mientras:

“El Estado liberal no dirige el funcionamiento y el desarrollo material y espiritual de las colectividades, sino que se limita a registrar los resultados. El Estado fascista es consciente, tiene una voluntad y es por eso que está calificado de Estado “ético”. En 1929, decía yo en la primera asamblea quinquenal del régimen: “Para el fascismo, el Estado no es el vigilante nocturno que no se ocupa más que de la seguridad personal de los ciudadanos. Tampoco es una organización con fines puramente materiales, como, por ejemplo, garantizar cierto bienestar y relaciones sociales relativamente pacíficas, para lo cual bastaría un Consejo de Administración. No es tampoco una creación de política pura, sin contacto con la realidad material y compleja de la vida de los individuos y la de los pueblos. El Estado, tal como lo concibe el fascismo y lo realiza, es un hecho espiritual y moral, porque concreta la organización política, jurídica y económica de la nación, y esta organización en su génesis y en su desarrollo es una manifestación del espíritu. El Estado es el garantizador de la seguridad interior y exterior, pero es también el guardián y el trasmisor del espíritu del pueblo, tal como está formado en el curso de los siglos en el idioma, en las costumbres y en la fe.” [Mussolini, 1933: 32-33].

El Estado como <<sistema de jerarquias>>. El fascismo:

“es contrario a todas las abstracciones individualistas, con base materialista, género siglo XIX” [Mussolini, 1933:11].

Ello hace que atienda a las diferencias materiales que se presentan en el plano social y a su proyección en el plano político:

“A partir de entonces, si no hay diferencias entre el pueblo y el Estado, si el Estado no es, en suma, más que el pueblo organizado, en realidad sólo es un «sistema de jerarquías».
El Estado, en efecto —confiesa Mussolini—, es en su origen un sistema de jerarquías.” [Ploncard  D'assac, 1980: 129].

Precisamente en el fascismo:

“Acaso la más fundamental de las novedades sea el concepto de jerarquía que lo caracteriza. Mientras el Estado liberal debe tender a “horizontalizarse” en cuanto masa humana, el Estado totalitario debe necesariamente construirse “verticalmente” para subsistir. A la extremidad superior de una hipotética pirámide, le llamaremos “jefe”; a la base, la “masa” llana. Entre el vértice y la base se escalonarán sucesivamente las jerarquías.” [Ferrero, 1941: 116].

Según Ploncard  D'assac la:

“visión de la historia considerada como una sucesión de jerarquías que agotan, alternativamente, su capacidad, su fuerza, su actualidad, merece ser examinada con atención. Hasta 1789, las sociedades europeas se caracterizaron, en efecto, por un sistema de jerarquías. A partir de 1789, la revolución fundamental que se opera en la sociedad política es la negación del principio jerárquico. La sociedad política no es ya un cuerpo con partes diferenciadas, ordenadas, jerarquizadas en razón de su función; es una masa anónima, una «voluntad general» donde cada individuo es igual en derechos y en poderes a su vecino por la sola razón de que es un ciudadano, cualesquiera que sean sus capacidades.” [Ploncard  D'assac, 1980: 130-131].

La idea de el Estado como «sistema de jerarquías» implica que la crisis de las jerarquías sea la crisis del Estado y explica  que el propósito del fascismo sea el de dar autenticidad o sustituir a las jerarquías [Mussolini, 1984: 208].


Edmondo Rossoni in Piazza del Popolo a Roma annuncia la promulgazione della Carta del Lavoro (1927)
http://it.wikipedia.org/wiki/
File:Edmondo_Rossoni_in_Piazza_del_Popolo_a_Roma_annuncia_la_promulgazione_della_Carta_del_Lavoro.jpg
Ultima visita: 21/12/2011
 
El Estado fascista y el papel del Partido y la Corporación. El carácter ético del Estado y su concepción como «sistema de jerarquías» nos remite al papel del Partido y la Corporación en la identificación del pueblo con el Estado:

“Los instrumentos con los cuales esta identidad se realiza en el Estado son el Partido y las Corporaciones. El Partido es hoy el instrumento formidable y al mismo tiempo extremamente ramificado qué introduce al pueblo en la vida política general del Estado; la Corporación es la institución con la cual entra también en el Estado el mundo, hasta ahora extraño y desordenado, de la economía.” [Mussolini, 1984: 220].


Existe interrelación entre el Estado totalitario [que asume las energías, intereses y esperanzas del pueblo para transformarlas y potenciarlas [Mussolini, 1984: 145], el partido único [y las instituciones corporativas [Mussolini, 1984: 145].

El Partido. El Partido supone la disciplina política y permite que exista por encima de intereses encontrados un vinculo que una a todos en una fe común [Mussolini, 1984: 145].

En el fascismo, la totalidad que resulta de la identificación del Estado con la Nación [Ferrero, 1941: 191], puede desagregarse en un tríptico de valores vivos: la Nación, como valor material y pasivo; el Estado, como valor jurídico y activo; y el Partido, como Nación en cuanto masa de gregarios, y como Estado en cuanto funciones [Ferrero, 1941: 192].

En el estudio del partido único debemos abandonar todo concepto de partido político dentro de los regímenes liberales [Ferrero, 1941: 116], el fascismo si bien se convirtió en partido por necesidad tendía a totalizarse esto es a convertirse en el partido único de un Estado que de “un Estado” se convertía en “Estado Fascista” [Ferrero, 1941: 90]:

“Mussolini, años después de la creación, ha tenido afán por evitar la denominación de “partido”, ya que esta palabra implica la existencia de un todo fraccionado, o sea “partido”, y correlativamente la existencia de varios “partidos”; pero al final ella ha prevalecido sin mayores inconvenientes aun dentro de su irregularidad. Es que según cómo se mire, es exacta; lo es como concepto de fracción, pues el partido sólo es “totalitario en su modo de confundirse espiritualmente con la Nación [...] pero no en su extensión numérica”. Quizás sea oportuno recordar la frase conocida de Mussolini: ”El fascismo niega que el número, por el solo hecho de ser número, pueda dirigir a la sociedad humana; niega que ese numero pueda gobernar, por medio de una consulta periódica; afirma la desigualdad irremediable, fecunda y benéfica de los hombres, que no pueden volverse iguales por un hecho mecánico y extrínseco, tal como el sufragio universal”; este es un justificativo propio del concepto que ha venido a tomar la palabra “partido”. Guido Pighetti opina que antes de la marcha sobre Roma el Partido recibió este nombre porque debía luchar contra partidos; pero que después no se creyó ya oportuno cambiarlo, pues estaba arraigado en el pueblo. En definitiva, la concepción adoptada está de acuerdo con el concepto rector de la soberanía que ha adoptado el fascismo, al destruir el viejo principio de la “suma de los individuos”. Jonson, un teórico del fascismo americano dice así: “El fascismo representa una antítesis categórica y neta de la noción del Estado como suma simple de individuos y del concepto de soberanía como simple arbitrio de un agregado de voluntades.” [Ferrero, 1941: 90-91].


Mussolini e D'Annunzio
http://www.ilduce.net/Foto%20Duce/Galleria%20Benito%20Mussolini/56.jpg
Ultima visita: 21/12/2011


Las corporaciones. Implican la disciplina económica [Mussolini, 1984: 145]. El fascismo tiende al reconocimiento en la orbita del estado de las exigencias reales de los grupos haciéndolas valer en el sistema corporativo donde esos intereses se concilian en la unidad del Estado [Mussolini, 1933: 48] que así controla todas las fuerzas morales y económicas que obran en el seno de la nación [Mussolini, 1933: 46]:

“Nosotros hemos constituído el Estado corporativo y fascista, el Estado de la sociedad nacional, el Estado que concentra, controla, armoniza y modera al mismo tiempo los intereses de todas las clases sociales, que se ven protegidas igualmente.“ [Mussolini, 1933: 47].

Critica fascista de la democracia liberal. El fascismo recusa la concepción demócrata liberal del Estado [reducido a un mecanismo tutelar para salvaguardar el orden en la calle (Calderón Bouchet, 1985: 283)] y de la Sociedad [entendida con criterios cuantitativos (Calderón Bouchet, 1985: 282)] [5]. Su afirmación del Estado][6], le lleva a preguntar:

 “¿Dónde están las sombras de los Jules Simón, que en los albores del liberalismo proclamaban que “el Estado debe trabajar para hacerse inútil y para preparar su dimisión?”¿Dónde están las sombras de los Mac Culloch, que, en la segunda mitad del último siglo, afirmaban que el Estado debe guardarse de gobernar demasiado? ¿Y qué diría en vista de las intervenciones continuas, solicitadas e inevitables del Estado en los asuntos económicos, el ingles Bentham, según el cual la industria no hubiera debido pedir al Estado sino que le dejase la paz, o el alemán Humboldt, según el cual el Estado “ocioso” debe ser considerado el mejor? Es cierto que la segunda generación de los economistas liberales fue menos extremista que la Primera y que el mismo Smith abría la puerta -aunque prudentemente- a las intervenciones del Estado en el dominio económico.” [Mussolini, 1933: 34].

Para el fascismo el Estado:

“En el sentido clásico del término es la forma de la nación. El liberalismo burgués había separado el pueblo del Estado, la materia de la forma, pervirtiendo la realidad política en su verdadero sentido y encomendando al Estado la faena de policía armada al servicio de los poseedores.” [Calderón Bouchet, 1985: 301][7].

Para el fascismo los regímenes democráticos no atienden al hecho de que la desigualdad de los hombres [de el hombre real (Mussolini, 1933: 12)] que subyace al ciudadano constitucional [Ferrero, 1941: 110] no puede ser superada por un hecho mecánico, extrínseco y periódico como el sufragio universal [Mussolini, 1933: 25] con arreglo al cual asimilan el pueblo a la mayoría de los individuos [Mussolini, 1933: 13], es por eso que:

“Se pueden definir así los regímenes democráticos: son aquellos en los cuales se da al pueblo, de vez en cuando, la ilusión de ser soberanos, cuando la soberanía verdadera y efectiva reside en otras fuerzas, a veces irresponsables y secretas. La democracia es un régimen sin rey, pero con muy numerosos reyes, a veces más exclusivos, más tiránicos y más ruinosos que un solo rey que fuese un tirano.” [Mussolini, 1933: 25].

No obstante su posición, el fascismo no abandona totalmente el termino democracia, porque considera que el pueblo debe participar en la tarea política [Calderón Bouchet, 1985: 286]:

“El fascismo [...] es la forma más pura de la democracia. Por lo menos, si el pueblo es concebido, como debe serlo, en su aspecto cualitativo y no cuantitativo, [...].” [Mussolini, 1933: 13].

Ausiliarie di un Corso. La possibilità di concorrere allo sforzo bellico e alla resistenza contro l'invasione fu vissuta
dalle donne come un'ulteriore gradino della emancipazione sociale della donna da sempre promossa dal fascismo
http://www.italia-rsi.org/zzz/voltidellarsi/voltinellarsi.htm
Ultima visita: 21/12/2011
Critica fascista del socialismo pseudo científico, marxista y del Anarquismo. El fascismo niega dos principios que constituyen la base del socialismo seudo científico o marxista: el materialismo histórico y la lucha de clases [Mussolini, 1933: 23-25]:

“Visto desde este ángulo, el estatismo fascista es otra alternativa en la solución de la lucha de clases. Marx, en nombre del mesianismo de la clase proletaria, le confía la dictadura con una misión de redención. Mussolini quita a las clases su autonomía, no quiere conocer por su parte más que el ejercicio de funciones diferenciadas dentro de una comunidad única que está en las dimensiones de la nación.
«El principio esencial de la doctrina fascista —escribirá en el artículo Fascismo, que redactará él mismo para la Enciclopedia italiana— es la concepción del Estado, de su esencia, de su papel, de sus fines. Para el fascismo, el Estado es el absoluto ante el cual los individuos y los grupos no son más que lo relativo. Individuos y grupos no son concebibles más que dentro del Estado.” [Ploncard  D'assac, 1980: 132].

En relación al anarquismo y al socialismo, vease el texto de Mussolini, 1984: 207-208 citado por nosotros en El concepto de Fascismo en el contexto de la separación de Estado y Sociedad [Corrientes, 2011].

 
Bibliografía

Arvon, Henri 1971:
El Anarquismo.
Buenos Aires, ed. Paidos, trad. cast. de MaríaTeresa Cevasco, 1971.

Bianchi, Alberto B. 1996:
Panorama actual de la responsabilidad del Estado en el derecho comparado.
en La Ley, T.1996-A, Sec. Doctrina, pp.922-953

Calderón Bouchet, Rubén 1985:
Nacionalismo y Revolución.
Buenos Aires, ed. Librería Huemul, 1985

Ferrero, Haroldo H. A. 1941:
El Partido Nacional Fascista.
Universidad de Buenos Aires.
Facultad de Derecho y ciencias Sociales.
Investigaciones del Seminario de Ciencias Jurídicas y Sociales XXXV.
Régimen y Organización de los Partidos Políticos.
Buenos Aires, ed. Sección Publicaciones del Seminario de Ciencias Sociales y Jurídicas, 1941.

Llerena Amadeo, J. F. y Ventura, E. 1984:
El Orden Político.
Buenos Aires, ed. AZ, 1984.

Manoilesco, Mihail 1938:
El partido Único.
Zaragoza, ed. Heraldo de Aragón, trad. cast. de Luis Jordana de Pozas, 1939.

Molnar, Thomas 1975:
La Contrarrevolución.
Madrid, ed. Unión, trad. cast. de Benito Herrero, 1975.

Mussolini, Benito 1984:
El espíritu de la revolución fascista.
Buenos Aires, ed. Temas Contemporáneos, 1984.

Mussolini, Benito 1933:
El fascismo.
Buenos Aires, ed. Tor, trad. cast. de Gregorio Garcia Manchon, 1933.

Ploncard D'assac, Jacques 1980:
Doctrinas del Nacionalismo.
Buenos Aires, ed. Acervo, trad. cast de Carlos González Castresana, 1980.

Schapiro, Leonard 1981:
El Totalitarismo.
México, ed. Fondo de Cultura Económica, trad. cast. de Eduardo L. Suárez, 1981.

[1] Cf. Mussolini, 1984: 205.

[2] “Desde un punto de vista doctrinario general, para el fascismo el Estado coincide con la Nación; destruido el tradicional concepto de los entes políticos de dispar significación, no ha quedado para el fascismo sino una cosa apreciable: la totalidad. En ella, la Nación es la colectividad, y el Estado, también colectividad, lo es en su ordenamiento jurídico. “La totalidad” tiene, pues, dos aspectos. Vale decir: Nación y Estado son inmanentes de la “totalidad”, pero de ningún modo cosas distintas.” [Ferrero, 1941: 190-191].

[3] “Para nosotros los fascistas, el pueblo no es una abstracción política, sino una realidad viva y concreta.” [Mussolini, 1984: 205]

[4] Cf. Schapiro, 1981. En relación a los alcances del totalitarismo fascista escribe Calderón Bouchet:

“El Estado es totalitario. El termino ingresa por primera vez al vocabulario político de la época, pero en el ánimo de sus gestores no tuvo el sentido peyorativo adquirido más tarde en el de sus detractores. No se trataba de confirmar un proceso estatolátrico, convirtiendo al Estado en única y definitiva organización social. El Estado fascista no desconoció la existencia de comunidades intermedias, incluso las fomentó, pero trató de hacerlas concurrir sinérgicamente en la empresa nacional. El totalitarismo con su pretensión titánica de cambiar la naturaleza humana es producto del marxismo, no del fascismo.” [Calderón Bouchet, 1985: 302].

[5] “Frente a las doctrinas liberales, el fascismo está en un estado de oposición absoluta, así como en el dominio político y económico.” [Mussolini, 1933: 27].

[6] Cf. Mussolini, 1933: 32-33.

[7]“durante los años del régimen demoliberal, las masas obreras que miraban al Estado con desconfianza, estaban fuera del Estado, estaban contra él y lo consideraban como un enemigo de todos los días y de todas las horas [Mussolini, 1933: 13].

No hay comentarios.: