Sus acepciones, naturaleza y formas
Andrés Salvador
1. Introducción
Con el propósito de
delimitar una plataforma teórica que nos permita abordar el estudio de la
inteligencia antigua medieval del símbolo creemos apropiado formular
previamente algunas precisiones sobre el termino examinándolo en sus
acepciones, naturaleza y formas.
2. Antecedentes
Nos servimos en esta
exposición de la entrada Símbolismo de la Enciclopedia Universal
Ilustrada Europeo Americana [Espasa-Calpe, S. A. Madrid, 1927. Tomo LVI, pp. 349-356] donde al tratar el Simbolismo
Religioso [pp.353-356], se examina brevemente el termino Símbolo en
su significación etimológica, acepciones, naturaleza y formas considerando
posteriormente al simbolismo en general y en su sentido teológico. También se
consultaron las entradas Signo [p.76-95] Simbolico,ca
[p.349], y Símbolo [p.356-370].
3. Desarrollo
Acepciones de la palabra
símbolo. Se señala en este articulo que la palabra símbolo
admite dos acepciones:
1.
Acepción genérica e impropia: En esta la palabra símbolo
es empleada como sinónimo de signo en toda su extensión [comprendiendo
en consecuencia al signo natural y al signo lógico que
examinaremos mas adelante].
2.
Acepción estricta: En esta vale tanto como decir signo
convencional, arbitrario.
Lo que se entiende por
signo. Esto hace necesario considerar previamente al termino signo.
Se entiende por este, en general, aquello que representa otra cosa (aliud a
se) á la facultad cognoscitiva [es decir la cosa que por su naturaleza
o convencionalmente evoca en el entendimiento la idea de otra cosa (Espasa-Calpe, 1927: Signo:
76). Es por tanto algo intermedio entre lo significado y la potencia
que conoce, y según sea su relación con el primero, así será mayor o menor
su valor manifestativo con respecto a la segunda, será en mayor o menor grado signo
[Los signos se proponen evocar de una manera sensible la presencia interior
de algo que no es actualmente perceptible o que está mas allá de toda
percepción posible (Espasa-Calpe,
1927: Signo Log.: 86)].
Relación entre lo
significado y la potencia que conoce en orden a determinar la naturaleza del
signo. Para determinar la naturaleza de los diversos signos, debemos
atender a la relación entre lo significado y la potencia que conoce, la que
podrá ser una:
1.
Relación real o natural.
2.
Relación lógica: Añadida y formada por la razón.
Los diversos signos y su
naturaleza. En consecuencia el signo podrá ser [conforme a
una división llamada clásica (Espasa-Calpe, 1927: Signo Log.: 86)] un:
1.
Signo real, natural, objetivo: El que nos hace venir en
conocimiento de una cosa por la analogía o dependencia natural que tiene con
ella, así el humo es SIGNO del fuego (Espasa-Calpe, 1927: Signo Natural:
77) [En otros términos, si la relación (entre lo significado y la potencia
que conoce) estriba en una ley o propiedad de las mismas cosas (Espasa-Calpe, 1927: Signo
Log.: 86)]. El que podrá ser:
a.
Formal: Como una imagen del objeto que representa
cuando la relación es de semejanza.
b.
Instrumental: Si la relación pertenece a otro género.
2.
Signo lógico, de razón subjetiva [y como tal
evidentemente arbitraria y convencional]: [Si la relación (entre
lo significado y la potencia que conoce) estriba en una convención o acuerdo,
aunque sea tácito por lo que también son llamados signos artificiales (Espasa-Calpe, 1927: Signo
Log.: 86)]. Se corresponde con la acepción estricta de la palabra
símbolo y sobre ella se define al simbolismo.
Definición de simbolismo
Se puede entonces definir al simbolismo diciendo que es la
representación o significación de las cosas por signos que naturalmente, de
suyo, no tienen relación real con ellas, que son puramente lógicos o
convencionales.
El simbolismo en general.
Ahora, el simbolismo en general puede ser:
1.
Natural: Téngase presente que el termino natural
es empleado en un sentido [como signo convencional] distinto del que
consideramos al referirnos al signo natural. Conforme al texto, en el
orden del conocimiento, a cada objeto debe corresponder una imagen, una idea,
una representación natural y propia; a falta de ella, solo queda como recurso
inventarla, formarla por nuestra cuenta, este es el signo convencional,
el símbolo. Ahora, la realidad es infinita y el espíritu del hombre
limitado y rodeado de estorbos, en consecuencia no puede conocerlo ni
concebirlo todo. Por ello ante lo desconocido, la admiración que siente ante
ella aviva su curiosidad innata, y para satisfacerla en parte recoge elementos
extraños que ya le son conocidos y los combina a su modo, fabrica una
representación, en otros términos simboliza. Las cosas demasiado
abstractas, o las puramente espirituales, siempre nos resultan obscuras, están
como en la penumbra; de allí que no nos llenan las ideas representativas que de
ellas nos formamos, por lo que procuramos hacerlas mas accesibles por medio de
figuras e imágenes sensibles: símbolos y más símbolos. Cuando se
ofrece a nuestra consideración una totalidad compleja, de muchas partes y
diversas partes, cuya trabazón y unidad no se nos manifiesta, entonces para
suplir el defecto de un concepto sintético natural se hace una síntesis
artificial que no pasa de ser un símbolo. En suma el simbolismo
encuentra sus fuentes en:
a. Las
exigencias de nuestro pensamiento.
b. Todo
genero de comodidades para favorecerlo
Por eso
el lenguaje y la escritura son un perpetuo simbolismo [Se indica ver el
comentario de Santo Tomás a las Periherm. C.1, lect. 2. 8.].
Por
nuestra parte recordamos en punto al carácter simbólico del lenguaje y de la
escritura, lo que escribe el P. Alfredo
Sáenz, S.J. en su El Hombre Moderno [Ediciones Gladius. Buenos
Aires,1999, pp. 56-58] al comentar el libro de Giovanni Sartori, Homo
videns. La sociedad teledirigida (Taurus. Madrid, 1998):
Muchas
palabras, especialmente las que representan conceptos e ideas, no tienen correlato
alguno en cosas visibles, su contenido resulta intraducible en forma de
imágenes. Por ejemplo las palabras nación, justicia, Estado, generosidad. Es
cierto que algunas de ellas pueden ser de algún modo expresables en imágenes,
pero solo de manera empobrecida, verbi gratia la idea de felicidad en un rostro
que denota alegría, la de libertad en un preso que sale de la cárcel. Todo el
saber del homo sapiens se desarrolla en el circulo del mundus
intelligibilis, hecho de conceptos y de juicios, muy distante del mundus
sensibilis, el mundo que perciben nuestros sentidos. Cuando la televisión
suple la lectura, produce imágenes y anula los conceptos; de este modo atrofia
la capacidad de abstracción y con ella la capacidad de entender. De por sí, la
imagen podría tener un gran valor inteligible, como sucede en el ámbito de los
iconos, donde el espectador, al contemplarlos, “lee” un contenido doctrinal,
que va mucho más allá de la estética sensible. Pero no sucede así en las
imágenes de la televisión, tan pobres en su capacidad de reflejar algo
inteligible o trascendente.
Nos parece un
acierto del autor el querer confirmar su tesis recurriendo a una idea de Ernest
Cassirer, quien califica al hombre de “animal simbólico” o también de animal
loquax, animal que habla, con lo que alude a una tendencia profunda del ser
humano, la creación de símbolos. Para Cassirer, el idioma, el arte y la
religión forman parte del entramado simbólico propio de toda cultura que
merezca el nombre de tal. No en vano el hombre es como un puente entre lo
visible y lo invisible, según la noble fórmula medieval. [...] , la
comunicación de ideas, que caracteriza al hombre como animal simbólico, se
realiza especialmente en y con el lenguaje. Tanto los conceptos como los
juicios que tenemos en la mente no son visibles sino inteligibles, y a lo largo
de la historia se han ido transmitiendo primero por la expresión oral y luego
por la escrita. La relativamente reciente aparición de la radio aportó un nuevo
medio de comunicación, pero que no menoscabó la naturaleza simbólica del
hombre, ya que la radio “habla”, difunde ideas con palabras, a semejanza de los
libros, periódicos y teléfonos. En cambio la llegada de la televisión, a
mediados de nuestro siglo, produjo una revolución copernicana, haciendo que el
ver prevaleciera cada vez mas sobre el oír. Es cierto que también en la
televisión hay palabras, pero solo están para comentar las imágenes. Y, en
consecuencia, el telespectador es más un animal vidente que un animal
simbólico.
El simbolismo natural, conforme se
expone, no es mas que algo exterior y material en el orden del conocimiento.
Tratase del conocimiento considerado en sus accesorios, en sus ayudas externas.
2.
Filosófico o sistemático: Consiste en la
universalización y aplicación del simbolismo a la substancia de nuestros
conceptos y objetos. Tratase del conocimiento, no ya considerado en sus
accesorios, en sus ayudas externas, sino en si mismo, intrínseca y formalmente.
A la pregunta de ¿cuál es la esencia y valor del conocimiento?, se responde
diciendo que el mundo ideal no puede representar al real, pues son
absolutamente diversos y contrapuestos, en consecuencia, nuestras ideas no son
signos naturales y formales de las cosas, sino signos convencionales, símbolos,
formas subjetivas del entendimiento: la realidad objetiva queda fuera de su
alcance, como un campo completamente aparte.
El simbolismo teológico.
Si aplicamos lo dicho del simbolismo en general al Simbolismo Teológico,
tendremos que este será la representación de Dios por símbolos o signos
convencionales, y que como el primero, podrá entenderse de dos maneras:
1.
General e impropia: Aquí, el simbolismo se refiere al
elemento accidental y exterior de nuestros conocimientos sobre las cosas
divinas, y se comprende que sea natural y ordinario, dada la eminencia y la
incomprensibilidad de Dios. La misma Sagrada Escritura nos presenta muchos y
elocuentes ejemplos, como puede notarse en el aparato exterior de las
apariciones de Jahvé, en los elementos decorativos de las visiones y descripciones
proféticas [Explica Disandro que el conocimiento profético es una de las etapas que podemos discernir en el
conocimiento desde el punto de vista del desarrollo histórico y que es
comprendida por el pensamiento simbólico (Disandro, 1986: 23)] y en las
parábolas.
2.
Formal: En este el simbolismo se refiere a la misma
esencia y constitutivo del conocimiento teológico, presentándose como el
sistema que reduce todas nuestras representaciones intelectuales, todas
nuestras ideas sobre la Divinidad a puros signos convencionales, y esto es de
la mayor importancia, desprovistos de toda correspondencia real y objetiva.
De este modo, el simbolismo teológico formal,
se confunde con el agnosticismo teológico; siendo nominal la diferencia
que pudiera haber entre ambas. Se define así un espacio teórico complejo al que
se debe atender en el examen del abandono de la inteligencia simbólica.
Examen especial del
simbolismo teológico en sentido formal. En una posterior comunicación consideraremos el examen que se hace del
simbolismo teológico en sentido formal, el que permite seguir el
desenvolvimiento de este sistema - que finalmente llevara al abandono de la
inteligencia tradicional del símbolo - a lo largo de la antigüedad, edad media
y modernidad.
4. Conclusiones
1.
La palabra símbolo admite dos acepciones, genérica e impropia [que
comprende al signo natural y al signo lógico] y estricta, [que comprende al signo
lógico, convencional, arbitrario].
2.
Se entiende por signo, aquello que representa
otra cosa (aliud a se) á la facultad cognoscitiva [es decir la cosa que
por su naturaleza o convencionalmente evoca en el entendimiento
la idea de otra cosa.
3.
Para determinar la naturaleza de los diversos signos,
debemos atender a la relación entre lo significado y la potencia que
conoce, la que podrá ser una relación real o natural, o una relación lógica,
añadida y formada por la razón.
4.
En consecuencia el signo podrá ser real,
natural, objetivo [el que a su vez podrá ser formal o instrumental], o lógico
[de razón subjetiva] que corresponde a la acepción estricta de la palabra símbolo
y sobre la que se define al simbolismo.
5.
Se puede definir al simbolismo diciendo que es
la representación o significación de las cosas por signos que
naturalmente, de suyo, no tienen relación real con ellas, que son puramente lógicos
o convencionales.
6.
El simbolismo en general puede ser natural
[téngase presente que el termino natural es empleado en un sentido (como
signo convencional) distinto del que consideramos al referirnos al signo
natural], y filosófico o sistemático.
7.
Si aplicamos lo dicho del simbolismo en general al simbolismo
teológico, tendremos que este será la representación de Dios por símbolos o
signos convencionales y que podrá entenderse de una manera general e
impropia, o de una manera formal.
5. Bibliografía
Disandro, Carlos A. 1986: Las Fuentes de la Cultura.
Buenos
Aires ed. Struhart & Cia.,1986.
Espasa-Calpe 1927: Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo
Americana. Tomo LVI.
Madrid, Espasa-Calpe, 1927.