marzo 01, 2009

AMAURY DE CHARTRES

 AMAURY DE CHARTRES [1]
Notas sobre el panteísmo medieval como expresión de la persistencia histórica
de la inteligencia univoca del Ser. 
Salvador, Andrés Oscar Raúl
  
1.Introducción.

El propósito de este trabajo es el de reunir información sobre la figura de Amaury de Chartres como parte del estudio que llevamos adelante sobre el llamado panteísmo medieval como expresión de la persistencia histórica de la inteligencia univoca del Ser.

2. Antecedentes.

Relación de Amaury de Chartres con David de Dinanto y Mauricio Español. La figura de Amaury de Chartres debe ser estudiada en relación a la de David de Dinanto y Mauricio Español conforme no solo al vinculo que surge de la condena del Concilio de Paris de 1209 y a la prohibición establecida en relación a sus obras en los estatutos dados por el Legado pontificio Roberto de Courzon a la Universidad de Paris en 1215 (Menéndez y Pelayo, 1945: 144-145), sino a lo común de sus fuentes (Menéndez y Pelayo, 1945: 147-148).

3.Desarrollo.

Datos biográficos. Amalrico [o Almarico (D´Amico-Saldivia, 1997: 165)] o Amaury, natural de Bene, en el territorio de Chartres, clérigo de la facultad de Teología de Paris, muy docto en lógica y disciplinas liberales, afirmó que todo cristiano es “sustancialmente” miembro de Cristo, sentencia esta que fue condenada por el papa Inocencio III, por lo que Amaury se vió obligado a abjurar de ella. Al poco tiempo enfermó, murió [1204 (Cadiz,1954: 561)[2]] y fué sepultado en el monasterio de San Martín des Champs (Menéndez y Pelayo, 1945: 141)[3].

Doctrina de Amaury. Según Gerson[4], la doctrina de Amaury se reducía a estas proposiciones:

 “Todo es Dios, Dios es todo. El Creador y las criaturas son idénticos. Las ideas crean y son creadas. Dios es el fin de todo porque todas las cosas han de volver a él, para reposarse en él inmutablemente y formar un todo sustancial ... Dios es la esencia de todas las criaturas” (Menéndez y Pelayo, 1945: 145-146).

La identificación esencial entre el ser de Dios y el de las cosas llevará a considerar a Amaury como panteísta[5] aun cuando no es seguro si era este o sus seguidores  quienes pensaban así (D´Amico-Saldivia, 1997: 165). Según Farré:

“Esta única unidad divina está en continuo devenir y la humanidad no es sino una de sus etapas. Todo, por lo tanto, es Dios manifestándose; y a cada uno de los seres humanos se aplican literalmente los textos de la Biblia sobre Dios.” (Farré, 1960: 96).

Negaba Amaury la Trinidad, considerando las tres personas como tres sucesivas manifestaciones de la esencia divina (Menéndez y Pelayo, 1945: 147). El o sus seguidores formularon, según Rigore, las siguientes consecuencias:

“Decían que el cuerpo de Cristo no está en el Sacramento del altar más que en cualquier otra parte ... Negaba la resurrección de los cuerpos, el Paraíso y el infierno, diciendo que el que tuviese el conocimiento de Dios que ellos tenían, tendría dentro de si el Paraíso, mientras el que cayese en pecado mortal llevaría en su alma el infierno. Llamaban idolatría a las imágenes y altares de los Santos, y al ofrecer incienso. Reprendían a los que veneraban las reliquias de los mártires ... Nadie puede pecar (decían) mientras el espíritu de Dios esté en nosotros. Y aun llegaban a creer que cada uno de ellos era Cristo y el Espíritu Santo” (Menéndez y Pelayo, 1945: 146).

Téngase presente que como explica Farré:

“Es muy posible que las consecuencias morales practicas de esta doctrina se deban a deducciones no siempre lógicas de sus opositores. No olvidemos que en esta época se está muy inclinado a considerar falsa una doctrina por las consecuencias que se derivarían de la misma para la moral corriente.”

y un dato de no menor importancia al momento de considerar las razones de su condena:

 “Amalrico, con más decisión que Joaquín de Flore, negaba toda intervención de la Iglesia en los asuntos humanos e incluso su misión espiritual para una vida ultraterrena, pues para él el hombre no estaba in via, sino que en este mundo tenía que cumplir definitivamente su destino.” (Farré, 1960: 96).

Fuentes de la doctrina de Amaury. El pensamiento de Amaury es tributario del libro De divisione naturae de Juan Escoto Eri[ú]gena, de cuyo realismo exagerado dedujo las conclusiones lógicas a que se prestaba (Farré, 1960: 96)[6], y del realismo de Guillermo de Champeaux (Cadiz,1954: 561-562; Copleston, 1964: 33; Menéndez y Pelayo, 1945: 150). Para Menéndez y Pelayo su panteísmo puede ser una consecuencia lógica del misticismo de Proclo, por vía del liber De causis que, según Santo Tomas, seria un extracto de la Elevación teológica de Proclo hecho por algún árabe [aunque Alberto Magno afirma que fue compaginado con trozos de la epístola de Aristóteles, tenida por apócrifa, De principio universi y de los libros de Alfarabi, Avicena y Al-Gazel, ordenados por orden geométrico] y de la Fuente de la Vida  [Fons vitae] de Avicebrón [=Salomón-ben-Gabirol (Menéndez y Pelayo, 1945: 114)]. Amaury [al igual que David de Dinanto y Mauricio Español=Domingo Gundisalvo (Menéndez y Pelayo, 1945: 149 nota 1)] no habría tenido a mano el texto de Aristóteles, sino los compendios de Avicena y de Al-Gazel, con algunos tratados de Alfarabi y quizá de Alejandro de Afrodisia (Menéndez y Pelayo, 1945: 146 y 149). Se señala también la influencia de Dionisio pseudo Areopagita (D´Amico-Saldivia, 1997: 165).

Sus discípulos [los amalricianos] y condena de estos. A la muerte de Amaury su obra fue continuada por sus discípulos, a los que se llama amalricianos:

“Estos sostuvieron que todo lo que es es uno, puesto que todo lo que es, es Dios. El ser de las cosas se funde en el ser divino, y como tal, es eterno e indestructible. Dios se revela a los sentidos como Naturaleza y puede desaparecer sin aniquilarse porque lo divino nace y muere en todas las cosas. Cristo es Dios al igual que todos y cada uno de los hombres. (D´Amico-Saldivia, 1997: 165)

Los amalricianos  sostenían que la ley antigua había sido anulada por la nueva, que los Sacramentos eran inútiles y que cada cual se salvaba por la gracia interior del Espíritu Santo, sin acto exterior alguno, además proclamaban la licitud de los actos malos ejecutados in charitatis nomine. Sabedores de esta predicación, Pedro, Obispo de Paris, y fray Guerino, consejero del rey Felipe Augusto, por las revelaciones del clérigo Radulfo de Nemours, “que se fingió hereje para sorprender sus secretos”, los condenaron en el Concilio de Paris (año 1209), los degradaron de las sagradas Ordenes y los entregaron al brazo secular, que hizo quemarlos en el Campelus extra portam, perdonando a las mujeres y a los fanáticos o ilusos. El cuerpo de Amaury fue desenterrado y reducido a cenizas, que se esparcieron por los estercoleros (Menéndez y Pelayo, 1945: 141-142). El texto de la sentencia conciliar es reproducido por Menéndez y Pelayo[7]:

 “Decretos del maestro Pedro de Corbolio, Arzobispo de Sens, Obispo de París, y de los demás Obispos en París congregados sobre quemar a los herejes y destruir los libros no católicos.
El cuerpo del maestro Amalrico sea extraído del cementerio y arrojado en tierra no bendita. Su nombre sea excomulgado en todas las iglesias de esta provincia.
Bernardo; Guillermo de Arria, orífice; Esteban, presbítero de Cella; Juan, presbítero de Occines; el maestro Guillermo de Poitou; Dudon, sacerdote; Domingo del Triangulo, Odon y Elinans, clérigos de San Clodoardo, antes monje de San Dionisio; Guerino, presbítero de Corbolio, y el clérigo Esteban, sean degradados y sometidos a cárcel perpetua.
Los cuadernos del maestro David de Dinant sean presentados, antes de Navidad, al Obispo de Paris, y quemados.
Nadie lea en París pública ni secretamente los libros de Aristóteles de filosofía natural ni sus comentos, bajo pena de excomunión.
Desde Navidad en adelante será tenido por hereje todo el que retenga los cuadernos del maestro David.
Mandamos que los libros teológicos escritos en romance, y el Credo y el Padre Nuestro en romance, pero no las vidas de los Santos, sean presentados a los Obispos diocesanos antes del día de la Purificación, so pena de ser tenido por hereje al que los retenga” (Menéndez y Pelayo, 1945: 143-144)[8].

En 1215 en los estatutos que el Legado pontificio Roberto de Courzon dió a la Universidad de Paris se prohíben entre otros libros, los tratados que encerraban la doctrina de Amaury de Chartres, David de Dinant y Mauricio el Español:

Non legantur libri Aristotelis de Metaphysica et naturali Philosophia nec summa de eisdem aut de doctrina Mag. David de Dinant aut Amalrici haeretici, aut Mauritii Hispani” (Duboulay: Historia Universitatis Parisiensis,tomo III, pag. 82, cit. por Menéndez y Pelayo, 1945: 144-145 nota 1).


 Según Menéndez y Pelayo:

“Fuera de los teólogos, el corifeo mas notable de la secta era un tal Guillermo, orífice, que se decía Profeta, y anunciaba cuatro plagas: una de hambre sobre el pueblo, otra de hierro contra los príncipes, la tercera en que se abriría la tierra y sepultaría a los burgueses, y la cuarta de fuego que bajaría del cielo para devorar a los miembros del Anticristo, que eran los Prelados. Llamaba a Roma Babilonia y al Papa Anticristo.” (Menéndez y Pelayo, 1945: 146-147).

Acusados, condenados y muertos los jefes, los amalricianos huirían hacia Alsacia y los países del Rhin donde trataron de disimularse mezclándose entre los valdenses (D´Amico-Saldivia, 1997: 165). Se ha asociado a Almarico al origen de la secta de místicos heréticos del siglo XIV llamada <<del Libre espíritu>> [Spiritus libertatis] (D´Amico-Saldivia, 1997: 165).

Bibliografía citada en la obras consultadas. Se indica la siguiente obra: P. Alphandéry, Les idées morales chez lez heterodoxes latins au debut du XIIe. siècle, 1903 (Farré, 1960: 97)

4.Bibliografía.

Cadiz, Luis M. de                                1954:     Historia de la Literatura Patrística.
    Buenos Aires, ed. Nova, 1954.

Copleston, F. C.                                   1964:     La Filosofía Medieval.
                                                                           Buenos Aires, ed. Huemul, 1964.

D´Amico, Claudia y Saldivia, Flavia  1997:     Misticismo Ortodoxo y Heterodoxo en El Nombre de la Rosa.
                                                                           Incluido en Bertelloni, Francisco (comp.). Para leer “El
                                                                            nombre de la rosa” de Humberto Eco. Buenos Aires, ed.
                                                                           Eudeba, 1997.

Espasa,  Hijos de J.                                s.f.:      Enciclopedia Universal Ilustrada. Tomo VIII.
                                                             Barcelona, ed. Hijos de J. Espasa, s.f.

Farré, Luis                                           1960:     Filosofía Cristiana, Patrística y Medieval.
                                                                           Buenos Aires, ed. Nova, 1960.

Gebhart, Emilio                                   1943:     La Italia Mística.
                                                                           Buenos Aires, ed. Nova, trad. cast. de Nélida Orfila, 1960.

Menéndez y Pelayo, Marcelino           1945:     Historia de los Heterodoxos Españoles. Tomo III.
                                                                           Buenos Aires, ed. Emece, 1945.




[1] También conocido como Amaury de Bene (Cadiz,1954:562).
[2] Tambien se indican los años 1206 o 1207 (Espasa, s.f.: 8).     
[3] Menéndez y Pelayo sigue básicamente la relación de Rigore [Rigordus] (monje de Saint-Denis y médico del rey), o mas bien la de su continuador Guillermo el Bretón, en sus Anales [citado por Labbé: Concilios, tomo XI, parte 1, pág. 50] (Menéndez y Pelayo, 1945: 141-142).
[4] En De concordia Metaphysicae cum Logica, tomo IV de sus obras, ed. 1706, pág. 826 de la parte II, citada por Menéndez y Pelayo, 1945: 145 nota 3.
[5] Cf. Menéndez y Pelayo, 1945: 147 y 150; Cadiz,1954: 561-562 y 567.
[6] La relación entre Escoto Erígena, Joaquín de Fiore y Amaury de Chartres es señalada por Emilio Gebhart:

“La doctrina de Escoto Erígena reposa largamente en la conciencia de la Edad Media. Después de más de trescientos años reaparece de pronto, bajo una forma muy dogmática en la escuela de Amaury de Chartres, asustando a la Iglesia. Amaury decía: “El poder del Padre ha durado tanto como la ley mosaica, y, como está escrito: a la aparición de las cosas nuevas, las viejas serán rechazadas, después de la llegada del Cristo todos los sacramentos del Antiguo Testamento fueron abolidos, y la nueva ley ha quedado en vigor hasta hoy. Pero desde ahora, los sacramentos del Nuevo Testamento han terminado, y la era del Espíritu Santo ha comenzado... El Padre está encarnado en Abraham, el Hijo en María, el Espíritu Santo encarna cada día en cada uno de nosotros. El Hijo ha operado hasta el presente, pero el Espíritu Santo opera desde ahora, y su obra durará hasta el fin del mundo”. Esta ley definitiva era, según el, el tercer Testamento [Aquí en nota (1) Gebhart dice: Ver d`ARGENTRÉ. Collectio.Judic., ann. 1204-1210. Eymerie, Director. Inquisit., P. II, p. 248].
   Créese oír ya a un joaquinista del grupo de Juan de Parma, a un discípulo del Evangelio eterno. Entre Amaury y Joaquín de Fiore, ninguna relación intelectual podría suponerse. Han vivido uno y otro en el mismo tiempo, con una esperanza común que llegaba a ellos desde las fuentes más lejanas de la tradición cristiana. Sería necesario recordar esta tradición. Se comprenderá mejor por qué los sueños de un ermitaño calabrés han podido remover la Edad Media y que lazos secretos unen el renacimiento religioso de Italia al pasado del cristianismo.” (Gebhart, 1943: 52 ver también p. 72).

Ver también D´Amico-Saldivia, 1997: 165.
[7] Menéndez y Pelayo reproduce en nota [1 p.147] el texto latino remitiendo a D. Martenne: Novus Thesaurus Anecdotorum, tomo IV, pág. 166.
[8] Según Menéndez y Pelayo el Credo y el Padre Nuestro debían de ser heréticos y obra de los amalricianos (Menéndez y Pelayo, 1945: 144).

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