noviembre 15, 2008

NOTAS SOBRE EL OPUS ALQUÍMICO

Notas sobre el pensamiento simbólico 

Salvador, Andrés Oscar Raúl

                                                                    A Luciana Soledad Sampietro,
                                                                    Ma. del Pilar Serrano y
                                                                    Ma. de los Milagros Ward

                                                                   

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                                   Visita Interiora Térrea Rectificando
                                   Invenies Occultum Lapidem
                                
                                                              Basilio Valentino [1]


                                Habentibus symbolum facilis est transitus.

                                                   “Verbum magistri” alquímico [2]





1. Introducción


En este trabajo se reúnen un conjunto de notas sobre el opus alquímico con particular atención a la naturaleza de la prima materia y la Piedra filosofal, y la redención del anima mundi cautiva en la materia, con el propósito de facilitar una aproximación de conjunto al asunto.

2. Antecedentes

La Sustancia primordial [prakrti] y la solidaridad entre la materia física y el cuerpo psico-somático del hombre. Existe una perfecta solidaridad entre la materia física y el cuerpo psico-somático del hombre, en cuanto que ambos son productos de la Sustancia primordial [prakrti] de modo que entre el mas vil metal y la experiencia psico-mental más refinada no existe solución de continuidad (Eliade, 1990: 114-115).


Convergencias entre el Yoga y la Alquimia. Refiriéndose a la alquimia India, Eliade señala que se advierten ciertas convergencias entre el Yoga [particularmente el Hathayoga tántrico] y la alquimia; así, existe una analogía entre el yogui que opera sobre su propio cuerpo y su vida psico-mental, y el alquimista que opera sobre las sustancias: ambos tienen el propósito de purificar esas materias impuras, de perfeccionarlas, y finalmente de transmutarlas en oro [la naturaleza tiende a la perfección, en este sentido la transmutación natural de los metales en oro supone su maduración, la que se opera en el interior de la tierra por el transcurso del tiempo; de allí que el oro es portador de un simbolismo altamente espiritual en cuanto que su nobleza es fruto su madurez (Eliade, 1990: 49-50)] metal perfecto cuyo simbolismo se enlaza con el simbolismo del Espíritu puro, libre e inmortal, que el yogui se esfuerza mediante la ascesis en extraer de la vida psico-mental, impura y sojuzgada;


Pagina de un album de bocetos de vestidos del sur de la India que representa a yoguis
India (s. XIX)
Actualmente en el
Museo Britanico
http://www.britishmuseum.org/research/search_the_collection_database/search_object_details.aspx?objectid=3264356&partid=1&searchText=yogi&fromADBC=ad&toADBC=ad&numpages=10&images=on&orig=%2fresearch%2fsearch_the_collection_database.aspx&currentPage=2
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en tanto que el alquimista [en cuanto salvador fraterno de la Naturaleza, a la que ayuda a cumplir su finalidad, a alcanzar su ideal, que es la conclusión de su progenie (mineral, animal o humana), llegando a la suprema madurez, es decir, a la inmortalidad y a la libertad absolutas toda vez que el oro es símbolo de la soberanía y la independencia (Eliade, 1990: 50)], espera llegar a los mismos resultados que el yogui proyectando su ascesis sobre la materia, es decir que en lugar de someter su cuerpo y su vida psico-mental a los rigores del Yoga, para separar el Espíritu purusa] de toda experiencia perteneciente a la esfera de la Sustancia [prakrti], el alquimista somete a los metales a operaciones químicas homologables a las purificaciones y a las torturas ascéticas y ello en función a la solidaridad entre la materia física y el cuerpo psico-somático del hombre en cuanto son productos de la Sustancia primordial [prakrti] , de forma que la ascesis proyectada por el alquimista equivalía a una interiorización de las operaciones efectuadas en el laboratorio (Eliade, 1990: 114-115).
Semejanza del Yoga tántrico con la Alquimia. Aun mas clara es la semejanza de las diferentes especies del Yoga tántrico con la alquimia ya que suponen esfuerzos paralelos para franquear las leyes del Tiempo, para descondicionar la existencia y conquistar la libertad absoluta; como explica Eliade, el hathayogui y el tántrico pretenden transmutar su cuerpo en un cuerpo incorruptible [llamado cuerpo divino (divya-deha), cuerpo dela gnosis (jñana-deha), cuerpo perfecto (siddha-deha) o cuerpo del liberado en vida (jivan-mukta)], mientras que el alquimista procura la transmutación del cuerpo y prolongar indefinidamente la juventud, la fuerza y la agilidad. Tanto en el Yoga tántrico como en la alquimia, el proceso de transmutación del cuerpo incluye una experiencia de muerte, y resurrección iniciadora; además, ambos se esfuerzan en dominar la materia sin retirarse del mundo [como hacen el asceta o el metafísico], soñando en conquistarlo y cambiar su régimen ontológico (Eliade, 1990: 115).

La liberación de la Naturaleza [prakrti] en la Alquimia. Señalamos que el alquimista opera como un salvador fraterno de la Naturaleza [prakrti] en cuanto que colabora con su redención (Eliade, 1990: 116):

“En la perspectiva del Samkhya-Yoga, todo espíritu (purusha) que ha conquistado su autonomía libera al mismo tiempo un fragmento de la prakrti, pues permite a la materia que constituye su cuerpo, su biología y su vida psico-mental reabsorberse, reintegrar el modo primordial de la Naturaleza o, dicho de otro modo, alcanzar el reposo absoluto. Ahora bien: la transmutación verificada por el alquimista precipita el ritmo de las transformaciones lentas de la Naturaleza (prakrti) y al hacerlo la ayuda a liberarse de su propio destino, de igual modo que el yogui, al forjarse un <<cuerpo divino>>, libera a la Naturaleza de sus propias leyes: efectivamente consigue modificar el estatuto ontológico, transformar el infatigable devenir de la Naturaleza en un éxtasis paradójico e impensable (pues el éxtasis pertenece al modo de ser del Espíritu y no a las modalidades de la vida y la materia viviente).”

3. Desarrollo

El carácter de la prima materia y su contexto simbólico. El contexto simbólico en relación al cual deben considerarse los asuntos que examinamos es señalado por Jung [3] cuando sostiene que para comprender el carácter de la prima materia correctamente se debe mantener bien abiertos los ojos del alma y del espíritu, es decir  observar y reconocer con la luz interior (Jung, 1957: 348):

Dios encendió esta luz desde el principio tanto en la naturaleza como en nuestros corazones” [Aquarium Sapientum (Mus. Herm., 1678), p. 106 y siguientes (Jung, 1957: 348)].

Señala Jung que debido a que los autores mencionan el hecho de contemplar con los ojos espirituales no permite establecer siempre claramente si las visiones que se verifican durante el trabajo alquímico lo son en un sentido propio o figurado, (Jung, 1957: 271) citando en relación a ello un texto de el Novum Lumen, que dice:

“Al filosofo inteligente Dios le permite, por el camino de la naturaleza (per natura), que se le manifiesten las cosas ocultas en las sombras y que la sombra se aparte de ellas ... Todas estas cosas ocurren y los ojos del hombre ordinario no las ven, pero los ojos del entendimiento (intellectus) y de la fuerza de imaginación las perciben (percipiunt) con verdadera, con la más verdadera vision (visu)” [Mus. Herm., p.574 (Jung, 1957: 272)].

Entre los alquimistas griegos se estima que la tortura de los metales [la tortura implica la muerte: mortificatio, putrefactio, nigredo, e identifica una de las fases del opus alquímico] no correspondía aun a operaciones reales sino que era simbólica, y que solo comenzó a designar operaciones químicas a partir de los autores árabes (Eliade, 1990: 134).

La nigredo, el oscurecimiento del Mercurius senex, de quien se escapan spiritus y anima.
 El cuervo significa la nigredo
De H. Jamsthaler, Viatorium Spagyricum (Franckfurt, 1625), página 118
Reproducido en Jung, 1957: 251  figura 77
http://www.alchemywebsite.com/amclglr1.html
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Participación del hombre en el drama místico del Dios y su proyección sobre la materia. Los alquimistas adoptaron y revalorizaron las creencias de  las sociedades arcaicas conforme a las cuales, los minerales y los metales eran considerados como organismos vivos, por lo que se hablaba de su gestación, su crecimiento y su nacimiento e incluso de su matrimonio (Eliade, 1990: 133-134); ahora, la experiencia de la vida compleja y dramática de la materia fue posible por el conocimiento de los Misterios greco-orientales: por la iniciación en estos, el neófito quien conocía como mito [=historia ejemplar] la pasión, muerte y resurrección del dios participaba de ellos [mediante la muerte y resurrección iniciáticas] experiencia que operaba una transmutación del hombre [cambiaba de régimen ontológico]: se hacia inmortal (Eliade, 1990: 131). En la alquimia, el drama místico del dios es proyectado sobre la materia [las sustancia minerales sufren, mueren] para transmutarla [renacen a un nuevo modo de ser] se hace oro [símbolo de la inmortalidad]: el alquimista trata a la Materia como el Dios era tratado en los misterios (Eliade, 1990: 132). Cuando el simbolismo alquímico es integrado por los alquimistas occidentales en la teología cristiana la muerte de la materia será santificada por la muerte de cristo que así aseguraba su redención (Eliade, 1990: 139) la que era identificada con la transmutación alquímica (Eliade, 1990: 133 nota 8: 196).

La perfección de los metales como perfección del alquimista. Los alquimistas [Alejandrinos] tenían conciencia desde el principio de que al procurar la perfección de los metales procuraban su propia perfección [el alquimista operaba sobre si mismo, sobre su vida fisio-psicológica como sobre su experiencia moral y espiritual (Eliade, 1990: 140)], de allí la importancia concedida al sincronismo entre la opus alchymicum y la experiencia intima del adepto: el propio adepto debe transformarse en Piedra filosofal (Eliade, 1990: 139).

El opus alquímico. La alquimia describe un proceso de transformación (Jung, 1957: 248) [transmutación] la opus magnun [que conducía a la Piedra filosofal y al Elixir Vitae]; este comprende una:

  1. Parte practica [la operatio propiamente dicha (Jung, 1957: 311)]: Se hace pasar a la materia prima [base del opus] (Jung, 1957: 343) por cuatro grados o fases [implica la proyección sobre la materia  del argumento dramático de los sufrimientos, la muerte y la resurrección del Dios] (Eliade,1990: 132).  

  1. Parte teórica [theoria]: La teoría consiste en un marco intelectual [edificio de pensamientos (Jung, 1957: 314)]  construido por el alquimista con los dicta  de los filósofos y una combinación de analogías alquímicas sobre la que articula una nomenclatura de la operación que lleva adelante [o de los cambios psíquicos que experimenta] y que puede identificarse con la llamada filosofía hermética que ya desde temprano se amplio por asimilaciones de representaciones cristiano-dogmáticas; según Jung la teoría desde el punto de vista de la psicología puede considerarse como una amplificación, método que permite tornar comprensible una vivencia oscura multiplicando y ampliando mediante contextos psicológicos sus exiguos indicios (Jung, 1957: 314).

Ubicuidad de la prima materia. La prima materia es ubicua, esto es esta siempre y en todas partes (Jung, 1957: 349). Eliade refiere que Zacarias escribía que no nos engañamos al declarar espiritual a nuestra materia, pero que tampoco mentimos si la llamamos corporal; si se la llama celeste, ese es su verdadero nombre, y si se le dice terrestre, no se es menos exacto; refiriéndose a este texto Evola observa que no se trata de un concepto filosófico, sino de un símbolo: se pretende decir que el alquimista asume a la Naturaleza sub especie interioritatis. De ahí que los sinónimos  empleados para la materia prima son extremadamente numerosos, algunos alquimistas la identifican con el azufre o el mercurio, o bien el plomo; otros con el agua, la sal, el fuego, etc.; otros la identifican con la tierra, la sangre, el Agua de Juventud, el Cielo, la madre, la luna, el dragón, o con Venus, el caos y con la misma Piedra filosofal o con Dios (Eliade, 1990:143).

El Mercurio: Explica Jung que Mercurio es la divinidad mas próxima al sol y por lo tanto también el mas afín con el oro; como azogue tiene la particularidad de disolver el oro y por ende de hacer extinguir el brillo de este. Durante la Edad Media, Mercurio fue el misterioso objeto de la especulación de la filosofía de la naturaleza: era ya un espíritu servicial que prestaba socorro, un llamado paredros [asistente, compañero] o familiaris, ya el servus [esclavo] o el servus fugitivus [ciervo fugitivo], un duende evasivo, engañador y amigo de bromas, que hacia la desesperación de los alquimistas y que poseía en común con el diablo muchos atributos: por ejemplo, el de dragón, león, águila y cuervo por citar los fundamentales. En la serie de divinidades alquímicas, Mercurio es, como prima materia, la mas baja, y como lapis philosophorum, la mas alta (Jung, 1957: 84). Entre los alquimistas Mercurio es ya un espiritu [spiritus], ya un agua, la llamada aqua permanens la cual a su vez no es otra cosa que el argentum vivum [azogue] (Jung, 1957: 88).

La fuente de la vida como fons mercurialis
Del Rosarium philosophorum, Francofurti, 1550
Reproducido en Jung, 1957: 89  figura 16
http://www.alchemywebsite.com/rosar1.html
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Identificación de la materia con la divinidad. La  prima materia es llamada radix ipsius (raiz de si misma) [esta arraigada en si misma y, en consecuencia, es autónoma y no depende de nada] y en cuanto tal es un verdadero principium, razón por la que en Paracelso la prima materia será concebida como algo increatum  [increado] (Jung, 1957: 345). La autonomía y la eternidad de la prima materia indican en Paracelso la postulación de un principio de igual condición que la divinidad, principio que corresponde a una Dea Mater (Jung, 1957: 346); de esto se sigue que la piedra no tiene un principio, sino que posee su primum ens desde la eternidad y que continuará existiendo por toda la eternidad (Jung, 1957: 347). La materia es identificada con la divinidad de allí que los millares de nombres por lo que es llamada la piedra, junto con su materia, pueden aplicarse, en un grado supremo, a Dios [4]:

“La cosa [res = objeto del arte divino] de que salen las cosas es Dios invisible e inmóvil” [Liber Quartorum en Theatr. Chem., 1622, V, p. 145 (Jung, 1957: 348)].

A esta conclusión expressis verbis llegaron muy poco de los filósofos, pero sus alusiones y sus modos velados de decir adquieren una transparencia decisiva, considerados desde este punto de vista (Jung, 1957: 348).

Las fases del proceso alquímico. La Piedra filosofal se obtiene haciendo pasar a la materia por cuatro [5] [lo que se corresponde a la cuaternidad de los elementos: tierra, agua, aire, fuego (Jung, 1957: 250)] grados o fases [división del proceso que era llamada la cuatripartición de la filosofía (Jung, 1957: 250)] que fueron denominados según los colores que toman los ingredientes (Eliade,1990: 132):

Los cuatro estadios del proceso alquímico (los cuatro elementos estan representados por las esferas
De Mylius, Philosophia Reformata (Francofurti, 1622), página 96, figura 2
Reproducido en Jung, 1957: 249  figura 76
http://introduccionalsimbolismo.com/modulo2b.htm
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  1. Melansis [negro (Eliade, 1990: 132)], melanosis [ennegrecimiento (Jung, 1957: 249)]: El negro [la nigredo de los autores medievales] simboliza la muerte [no existe esperanza alguna de resucitar a un modo de ser trascendente sin muerte previa (Eliade, 1990: 134)] [6] (Eliade, 1990: 132) y corresponde en el nivel operatorio al color que tomaban los ingredientes (Eliade, 1990: 135): supone la reducción de las sustancias a la materia prima, a la masa confusa [que contiene todos los elementos (Jung, 1957: 351)], la masa fluida, informe, que corresponde -en el nivel cosmológico- a  la situación primordial al caos, es decir la muerte representa la regresión a lo amorfo, la reintegración del Caos, de allí que el simbolismo acuático tenga un papel tan importante (Eliade, 1990: 135). Según ciertos autores en el plano de la practica, la primera operación que corresponde a este proceso seria la disolución de las sustancias [en un baño mercurial], según otros, seria la calcinación, la reducción a lo amorfo mediante el Fuego; como fuere, el resultado es siempre el mismo: la muerte (Eliade, 1990: 135-136). Adviértase que la reducción alquímica a la prima materia es susceptible de innumerables interpretaciones y homologaciones:

    1. Como una regresión al estado prenatal [regressus ad uterum]: Según Paracelso, el mundo entero debe entrar en su madre, que representa la prima materia, la massa confusa, el abyssus, para poder alcanzar la eternidad (Eliade, 1990: 136). El regressus ad uterum aparece representado a veces en forma de un incesto con la Madre que simboliza en este contexto a la Naturaleza en su estado primitivo [la prima materia] y el retorno a ella supone la reintegración a una situación originaria (Eliade, 1990: 137). Se explica por la regresión al estado prenatal: el uso del simbolismo seminal [reducción del oro a esperma antes de su utilización en la opus], la identificación del vas mirabile [recipiente de las sustancias que deben transformarse (Jung, 1957: 256)] como matriz o uterus [del que ha de nacer el filius philosophorum] [7], y la del Baño Maria como matriz del tinte divino (Eliade, 1990: 136) [8].
       
    2. Como una unión sexual: Si se postula el estado de división [solutio, separatio, divisio, putrefactio] se llega a la unión de los contrarios expresada por el símil de la unión de lo masculino y de lo femenino [el llamado coniugium, matrimonium, coniunctio, coïtus] (Jung, 1957: 250)  esto es se expresa en términos de hieros gamos: los dos principios -el Sol y la Luna, el Rey y la Reina- se unen en el baño mercurial (Eliade, 1990: 141) y es entonces que se produce la muerte del producto de la unión [mortificatio, calcinatio, putrefactio] con el correspondiente ennegrecimiento (Jung, 1957: 250) [su alma les abandona para volver mas tarde y dar nacimiento al filius philosophorum, el ser andrógino que anuncia la inminente obtención de la Piedra filosofal (Eliade, 1990: 141-142)]. La unión sexual puede acabar con la desaparición en el útero; en el Rosarium Philosophicum se lee: “Beya montó sobre Gabricus y le encerró en su matriz, de forma que no quedó visible nada de él. Le abrazo con tanto amor que le absorbió por entero en su propia naturaleza ...” (Eliade, 1990: 137) [9]. Beya y  Thabritius son hermanos: la pareja de hermano y hermana es una alegoría de la idea de los opuestos en general (Jung, 1957: 357); en otra versión de la historia Gabritius se casa con su madre Isis y esto porque no hay otra pareja de este genero [téngase presente que hasta que por consejo filosófico se dispone el casamiento de Thabritius con Beya, solo se unían cosas de una misma especie, por lo que no se  verificaba ninguna reproducción o creación: el rey esta exanimis, es decir sin alma, el reino era estéril: estos hechos significan según Jung que el estado oculto es un estado latente y potencial (Jung, 1957: 354 nota 4)]; evidentemente se trata de una pareja de divinidades ctónicas (que simboliza los opuestos latentes en la prima materia] que celebran el Hierosgamos (Jung, 1957: 250 nota 6). Eliade observa que al ser Beya la hermana de Gabricus, su desaparición en el útero [oportunidad en que se produce la muerte de Thabritius al desaparecer este enteramente en el interior del cuerpo de Beya (Jung, 1957: 358)] conserva, también en este caso, el valor simbólico del incesto filosófico [10] (Eliade, 1990: 137 nota 12: 197); la muerte de Thabritius es el castigo por la incestuosa coniunctio oppositorum (Jung, 1957: 357) [11].

Alegoría de la unión psíquica de los opuestos en el arte alquímica
Del Rosarium philosophorum, Francofurti, 1550
Reproducido en Jung, 1957: 353  figura 118
http://www.alchemywebsite.com/rosar5.html
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Cualquiera sea su contexto, la disolución y la reintegración del caos es una operación que presenta por lo menos dos dignificaciones solidarias:

a.   Cosmológica: Toda muerte es al propio tiempo una reintegración de la Noche cósmica, del Caos precosmológico; en múltiples niveles, las tinieblas expresan siempre la disolución de las Formas, el retorno al estado seminal de la existencia. El alquimista al buscar la materia prima procuraba la reducción de las sustancias al estado precosmológico como condición para la transmutación (Eliade, 1990: 138).

b.   De iniciación: La muerte de iniciación y las tinieblas místicas [que tienen una valencia cosmológica: se reintegra el estado primario de la materia - la resurrección corresponde a la creación cósmica - (Eliade, 1990: 138)] en otros términos la disolución implican que el futuro místico moría a su existencia profana, gastada, decaída (Eliade, 1990: 139) [Las tinieblas del espíritu se identifican con la nigredo, es decir que el autor experimenta o vive el estado inicial del proceso alquímico como algo idéntico a su condición psicológica (Jung, 1957: 291)]. El  alquimista, al esforzarse en matar a los ingredientes para reducirlos a la materia prima provoca una sympatheia entre las situaciones patéticas de la sustancia y su ser mas intimo; en otros términos, explica Eliade, accede a la experiencia de la iniciación [en los Misterios] de forma que a medida que la opus progresa le forjan otra personalidad que es comparable a la que se obtiene tras afrontar victoriosamente  las pruebas de la iniciación; su participación en las fases de la opus es tal que la nigredo le procura experiencias análogas a las del neófito en las ceremonias de iniciación cuando se siente engullido en el vientre del monstruo, o enterrado, o muerto simbólicamente por las Mascaras y los Maestros iniciadores (Eliade, 1990: 141) [12].

  1. Leukosis [blanco (Eliade, 1990: 132), emblanquecimiento (Jung, 1957: 249)]: En virtud del lavaje [ablutio, baptisma] se puede pasar de la nigredo directamente al emblanquecimiento: o bien el alma [anima], que ha huido del cuerpo muerto, vuelve a unirse a este para vivificarlo, o bien los muchos colores [omnes colores, cauda pavonis] conducen a un único color, el blanco, que los contiene a todos; con esto, se llega a la primera meta capital del proceso: a la albedo, tinctura alba, terra alba foliata, lapis albus, etc., estadio que muchos autores describen en términos tan laudatorios como si se hubiera alcanzado la meta ultima (Jung, 1957: 250)  Esta fase corresponde en el nivel operativo al fenómeno de la coagulación [consecutivo a la putrefactio inicial], y en el terreno espiritual a una resurrección que se traduce en la apropiación de ciertos estados de conciencia inaccesibles a la condición profana (Eliade, 1990: 142-143): “No solo recibimos un Alma nueva con esta regeneración, sino también un Cuerpo nuevo [...]. Este Cuerpo es extraído del Verbo Divino o de la Shopia celeste [...]. Es espiritual, mas sutil que el Aire, semejante a los rayos del Sol, que penetran en todos los cuerpos, y tan diferente del cuerpo viejo como el Sol resplandeciente lo es de la oscura Tierra, y aun cuando esté en el cuerpo viejo, éste no puede concebirle, aun cuando a veces llegue a sentirle.” (Eliade, 1990: 140).
  1. Xanthosis [amarillo (Eliade, 1990: 132)], xantosis, citrinitas [amarilleamiento (Jung, 1957: 249 y 251)]: Con el tiempo esta fase quedó abandonada y solo rara vez aparece en la literatura (Jung, 1957: 250-251) [13].

  1. Iosis [rojo (Eliade, 1990: 132), enrojecimiento (Jung, 1957: 249) [14] ], rubedo (Jung, 1957: 251): La albedo supone un estado argénteo o lunar, en cierto modo es el alba, que debe ser elevado a estado solar: la rubedo representa la salida del sol (Jung, 1957: 251).

El opus como circuito. Los alquimistas repiten constantemente que el opus surge de una cosa y vuelve nuevamente a lo uno, que es, en cierto modo, un circuito; por eso el opus se llama a menudo circulare = circular, o rota = rueda; las figuras que expresan esta emergencia y vuelta a lo uno que menciona Jung son:

a.   El dragón, que probablemente sea el símbolo figurado mas antiguo de la alquimia, frecuentemente aparece como Ouroboros [que se come su propia cola]: como dragón se devora a si mismo y [como dragón] muere para volver a surgir como lapis (Jung, 1957: 316-317). El dragón como tal es un monstruo, es decir, un símbolo formado por la mezcla del principio ctónico de la serpiente y del principio aéreo del ave (Jung, 1957: 315): se cuenta que a Ostanes se le apareció en sueños alguien que le condujo a un lugar con siete puertas y señalándoselas le dijo: estos son los tesoros del mundo que buscáis; y como Ostanes le pidiera la facultad para penetrar en los secretos de la naturaleza, la aparición le contesto: se necesitan las alas del águila y la cola de la serpiente (Gollan, s.f.: 27) [15].


Ouroboros
En el interior se lee en griego: Uno es el Todo (Rony, 1963: 41)

Del Codex Marcianus [fol. 188. v.], Venecia [siglo X u XI]
Reproducido en Jung, 1957: 317  figura 102
http://www.donaldtyson.com/ourobor.html
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b.   El mercurio está al principio y al fin de la obra: es la prima materia, el caput corvi [16], la nigredo  (Jung, 1957: 317).

c.   El juego de colores de la cauda pavonis [cola del pavo real] que en cuanto reunión de todos los colores, es un símbolo de la totalidad (Jung, 1957: 238 y 317) [la expresión designa las fases de la obra (Eliade, 1990: 132)].

La cauda pavonis, como reunión de todos los colores, es un símbolo de la totalidad
De Boschius: Ars symbolica (Augustae Vindelicorum, 1702), Símbolo LXXXIV, Clas. I, Tab. V
Reproducido en Jung, 1957: 238  figura 74
http://www.cgjungstl.org/archives_older.htm
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d.   El hermafrodita del ser inicial, que se divide en la clásica pareja de hermano y hermana y que vuelve a unirse en la coniunctio, para manifestarse por ultimo en la resplandeciente figura del lumen novum del lapis (Jung, 1957: 317) [17].

e.   Es metal, y sin embargo es liquido; es materia y si embargo es espíritu; es frío y sin embargo ígneo; es veneno y sin embargo bebida curativa: un símbolo unificador de los opuestos (Jung, 1957: 317). Los opuestos se presentan con múltiples variantes como: seco-húmedo, caliente-frío, masculino-femenino, sol-luna, oro-plata, mercurio-azufre, redondo-cuadrado, agua-fuego, volátil-pesado, corporal-espiritual, etc. (Jung, 1957: 357-358) [18].

Mercurio como "símbolo unificador"
II. Clavis de las Duodecim claves fratris Basilii Valentini,
en Musaeum Hermeticum (Francofurti, 1678), página 396
Reproducido en Jung, 1957: 316  figura 101
http://linguapasseris.blogspot.com/2010/02/duodecim-claves.html
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 Las representaciones de metas y sus símbolos: La Piedra filosofal. Explica Jung que la sucesión de las fases depende en los autores individuales de sus representaciones de meta [rrepresentaciones tan poco claras y cambiantes como los procesos individuales]: la tintura blanca y roja [aqua permanens], la Piedra Filosofal [lapis philosophorum], que como hermafrodita [Rebis (Jung, 1957: 266)] contiene a ambas, la panacea [aurum potabile, elixir vitae], el oro filosófico, el vidrio de oro [vitrum aureum] o el vidrio machacable [vitrum malleabile] (Jung, 1957: 253). Ya en un tratado del seudo Demócrito [atribuido al siglo I d. C] se informa que el oro buscado no es, como lo creen los tontos, el oro común [aurum vulgi] [19], sino el oro filosófico, la maravillosa piedra [piedra de la invisibilidad o piedra etérea] o el Rebis hermafrodita (Jung, 1957: 265-266).  
 
Representación del Hermafrodita con la esfera alada del caos, los siete planetas y el dragón
De H. Jamsthaler, Viatorium Spagyricum (Franckfurt, 1625), página 75
Reproducido en Jung, 1957: 395  figura 141
http://www.alchemywebsite.com/emb_hermaphrodite.html
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Se desconoce la naturaleza exacta de la experiencia crucial que equivalía para el alquimista a la obtención de la Piedra filosofal [o del Elixir] (Eliade, 1990: 140), frecuentemente es identificada con la prima materia (Jung, 1957: 253) cuya ubicuidad se corresponde con la Piedra Filosofal: si bien esta es el resultado final de una operación fabulosa, al propio tiempo es extremadamente accesible: se encuentra en todas partes y es de todos despreciada (Eliade, 1990: 143-144); Ripley [circa 1415-1490] escribe:

“Los Filósofos dicen que los pájaros y los peces nos dan la Piedra; cada hombre la posee y se encuentra en todos los sitios, en vosotros, en mi, en todas las cosas, en el tiempo y en el espacio. Se ofrece a si misma en forma despreciable (vili figura). Y de ella brota nuestra aqua permanens [20] (Eliade, 1990: 144).

Según texto de 1526 publicado en el Gloria Mundi, la Piedra:

“es familiar a todos los hombres, jóvenes y viejos, se encuentra en el campo, en la aldea, en la ciudad y en todas las cosas creadas por Dios y, sin embargo, es despreciada por todos. Ricos y pobres la manejan todos los días. Las criadas la arrojan a la calle. Los niños juegan con ella [21]. Y, sin embargo, nadie la aprecia, aun cuando sea, después del alma humana, la cosa mas maravillosa y mas preciosa de la Tierra y tenga el poder de hacer caer a Reyes y Príncipes. Sin embargo, es considerada como la mas vil y despreciable de las cosas terrestres...” (Eliade, 1990: 144).

Tengamos presente la idea de la perfección de los metales como perfección del alquimista al considerar los términos en que Morienus explica al rey Kalid la ubicuidad de la prima materia [= Piedra filosofal]:

“Pues esta sustancia [es decir la que gurda el secreto divino] se extrae de vosotros, y vosotros sois su mineral [es decir la materia bruta]; ellos [los adeptos] la encuentran en vosotros y, para hablar mas exactamente, la toman de vosotros” (Eliade, 1990: 139).

 La paradójica ubicuidad e inaccesibilidad de la Piedra Filosofal recuerda la dialéctica de lo sagrado en general: las hierofanias, por el hecho mismo de que manifiestan lo sagrado, cambian el régimen ontológico de los objetos [una piedra, un árbol o una fuente] incorporando lo trascendente en un objeto despreciable el que se torna inestimable a los ojos de los que participan en esta experiencia religiosa (Eliade, 1990: 145). Esta Piedra puede transmutar a los metales en oro en lo que se encuentra la idea arcaica según la cual la Piedra o el Elixir completa y acaba la obra de la naturaleza precipitando el ritmo temporal de todos los organismos, acelerando el crecimiento. El concepto alquímico del Elixir Vitae que supone asignar a la piedra virtudes terapéuticas, sustituye el mito arcaico de la planta maravillosa o bebida de inmortalidad. La Piedra acabaría por absorber todas las antiguas creencias mágicas: su portador se torna invulnerable, se hace invisible [lapis invisibilitas (Jung, 1957: 266)] o puede volar (Eliade, 1990: 146-148). Mas adelante examinaremos la obtención de la piedra filosofal como equivalente al conocimiento perfecto de Dios.

El espíritu en la materia. Cuando el alquimista habla de Mercurio, exteriormente se refiere al azogue, pero interiormente al espíritu oculto en la materia o prisionero de esta, creador del mundo (Jung, 1957: 317). La muerte de Thabritius [principio masculino y espiritual, principio de la luz y del logos como el nous gnóstico] al desaparecer durante el coito en el cuerpo de Beya [la Physis en cuyo abrazo perece el nous gnóstico] es el descenso que el espíritu cumple hasta la materia; otras representaciones asociadas indicadas por Jung son la del padre que se come al hijo, el sol que se anega en el mercurio, o el sol que es devorado por el león (Jung, 1957: 358).


El león verde, que devora al sol
Del Rosarium philosophorum, Francofurti, 1550
Reproducido en Jung, 1957: 356  figura 120
http://www.levity.com/alchemy/rosar18.html
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La Piedra
filosofal como conocimiento perfecto de Dios y la redención del anima mundi cautiva en la materia. Según el pensamiento de muchos alquimistas, la obtención de la piedra filosofal equivaldría al conocimiento perfecto de Dios, y es por ello que la Piedra hace posible la identificación de los principio contrarios; aquí encontramos de nuevo el antiguo simbolismo de la coincidentia oppositorum, universalmente extendido y que ya en los estadios arcaicos de la cultura servia para definir la realidad fundamental, el Urgrund y el estado paradójico de la totalidad, de la perfección y, por consiguiente, la sacralidad y Dios (Eliade, 1990: 146):

“Georg von Welling escribe que <<nuestra intención no es solamente enseñar a fabricar oro, sino también algo mas elevado: que la Naturaleza puede ser vista y reconocida partiendo de Dios y Dios visto y reconocido en la Naturaleza>>” (Eliade, 1990: 145-146).

 Las operaciones alquímicas [opus mágnum] implican la proyección de un drama a la vez cósmico y espiritual en términos de laboratorio cuyo fin es tanto  la liberación del alma humana como la curación del Cosmos (Eliade, 1990: 182):

“Según los alquimistas, dice Jung, el cristianismo salvo al hombre, pero no a la Naturaleza. El alquimista, por su parte, sueña con salvar al Mundo en su totalidad. La Piedra filosofal se concibe como el Filius Macrocosmi, que cura al mundo, mientras, según los alquimistas, Cristo es el Salvador del Microcosmos, es decir, del hombre solamente. El fin ultimo de la operación es la apocatástasis, la Salvación cósmica: por ello el Lapis philosophorum es identificado con Cristo. [...] El <<alma del mundo>>, el anima mundi, identificada por los alquimistas con el spiritus mercurius, hallábase aprisionada en la materia. [...] Ahora bien: el fin de la opus era <<liberar>> esa materia, <<salvarla>>, obtener, en una palabra, la Piedra filosofal, es decir, el <<cuerpo glorioso>>, el <<corpus glorificationis>>.” [22]

Anima Mundi
Grabado en madera, de Leonhard Thurneysser zum Thurn, Quinta Essentia.
Leipzig, 1574, página 92
Reproducido en Jung, 1957: 207  figura 60
http://www.esoteric.msu.edu/Hobgood-Oster.html
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La obra alquímica opera la redención del anima mundi cautiva en la materia (Eliade, 1990: nota 8: 196). La representación del pneuma [23] como hijo de Dios que se hunde en la materia [análoga a la idea cabalística de la dispersión de Dios en el mundo en forma de centellas, scintillae (Jung, 1957: 324)] y vuelve a liberarse de ella para salvar, como mediador, a todas las almas, permite comprender la naturaleza de la obra alquímica (Jung, 1957: 324); Eliade cita un texto de Albert-Marie Schmidt [La Poésie scientifique en France au XVI siècle, p. 319] en que se presenta con formulas especialmente felices el paralelismo Cristo-Piedra filosofal (Eliade, 1990: nota 16: 198):

“Profesan la creencia de que, para completar la ‘Gran Obra’, regeneración de la materia, deben perseguir la regeneración de su alma. Esta gnosis toma pronto una forma cristiana. Lo mismo que, en su vaso sellado, la materia muere y resucita perfecta, desean que su alma, al sucumbir a la muerte mística, renazca para alcanzar, en el seno de la Divinidad, una existencia extática. Alardean de conformarse en todo al ejemplo de Cristo, que, para vencer a la muerte, tuvo que sufrir, o mejor que aceptar, su espera [24]. De esta forma, para ellos, la imitación de Cristo no sólo es un método de vida espiritual, sino también un medio para regular el desarrollo de las operaciones materiales de las que derivara el magisterio. La celebre parábola evangélica: si el grano no muere, se aplica al mismo tiempo, para la materia y para el alma. El mismo vitalismo oculto estimula, por la gracia de Dios, una y otra.”

El alquimista se interesa por el destino y la manifiesta redención de las sustancias, pues a la materia de las sustancias esta ligada el alma divina, que espera la redención: La divinidad perdida y dormida en la materia es liberada por el alquimista, quien se beneficia secundariamente de su efecto saludable (Jung, 1957: 336); en las profundidades oscuras del mar yace el hijo del rey, exánime aunque vive y clama desde las honduras:

“A quien me libere de las aguas y me lleve a un estado seco, recompensare con riquezas sempiternas [perpetuis]” (Jung, 1957: 353-354).

No es el hombre, sostiene Jung, sino la materia la que tiene que redimirse, por eso el espíritu que se manifiesta en la transmutación no es el hijo del hombre, sino el filius macrocosmi. No es Cristo el que surge de esta transmutación, sino un ser material inasible, llamado Piedra, que exhibe la cualidades mas paradójicas, junto al hecho de poseer corpus, anima, spiritus y además fuerzas sobrenaturales. Jung señala que se sentiría tentado a explicar el simbolismo alquímico de la transmutación por el de la misa [transustanciación], si tal simbolismo no fuera pagano y de un origen mas antiguo que el de la misa (Jung, 1957: 336-337).


5. Bibliografía.


Burckhardt, Titus   1976:      
Alquimia. Significado e imagen del Mundo.
Barcelona, ed. Plaza & Janes, trad. cast. de Ana M.ª de la Fuente,1976. 

Eliade, Mircea   1988:     
Yoga. Inmortalidad y Libertad.
Buenos Aires, ed. La Pléyade, trad. cast. de Susana de Aldecoa, 1988.

Eliade, Mircea   1990:     
Herreros y Alquimistas.
Madrid, ed. Alianza, trad. cast. de E. T., 1990.

Fatone, Vicente   1963:     
El Hombre y Dios.
Buenos Aires, ed. Columba, 1963.

Gollan, Josué   s.f.:     
La Piedra Filosofal.
Santa Fe, ed. Universidad Nacional del Litoral, s.f.

Jung, C. G.   1957:     
Psicología y Alquimia.
Buenos aires, ed. Santiago Rueda, trad. cast. de Alberto Luis Bixio, 1957.

Rony, Jérome-Antoine   1963:     
La Magia.
Buenos Aires, ed. Eudeba, trad.cast. de Eugenio Abril, 1963.


[1] Visita el interior de la Tierra, y con la purificación encontraras la Piedra oculta; este acróstico construido por Basilio Valentino con el termino vitriol [vitriolo = sulfato de hierro, cobre o cinc; aceite de vitriolo = ácido sulfúrico] subraya la implacable necesidad del descensus ad inferos (Eliade, 1990: 142).

[2] Cf. Jung, 1957: 243.

[3] Cf. Jung, 1957: 304-305.

[4] Jung señala que esta conclusión era inaudita para oídos cristianos (Jung, 1957: 348) así como advierte lo problemático que es conciliar con el Cristianismo la postulación de un principio de igual condición que la divinidad en Paracelso (Jung, 1957: 346).

[5] Alrededor de los siglos XV y XVI los colores quedaron reducidos a tres  (Jung, 1957: 346).

[6] Asociada a esta fase del opus alquímico se encuentra la practica de la tortura de los metales por el Fuego y cuya significación espiritual se indica expresamente (Eliade, 1990: 134).

[7] Sobre la significación simbólica del recipiente cf. Jung, 1957: 256-258.

[8] El Baño Maria también representa la matriz de la que ha nacido Jesús y por ello desde el momento en que los ingredientes alquímicos del Baño Maria entran en fusión y vuelven al estado primitivo de la materia, puede comenzar la encarnación del Señor en el adepto. Según Eliade este fenómeno regresivo se relaciona tanto con el nacimiento como con la muerte de Cristo (Eliade, 1990: 137). Umberto Eco en El nombre de la rosa [RBA Editores, S.A. Barcelona, 1993. Traducción de Ricardo Pochtar] emplea la imagen del regressus ad uterum, asociada a la idea de muerte y resurrección, en el sueño o visión de Adso de Melk [Sexto Dia, Tercia]:

Adso de Melk [Christian Slater] y la mendiga [Valentina Vargas],
detalle de la pelicula El nombre de la Rosa (1986) de Jean-Jacques Annaud
 basada en la novela homónima escrita por Umberto Eco
http://www.terry-posters.com/poster/20276-the-name-of-the-rose-5
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“... y entre ellos estaba la muchacha, entera y hermosa como antes, que me decía: <<¡No es nada, deja que vaya sólo un momento a la hoguera, arderé y luego nos volveremos a encontrar aquí adentro!>> Y me mostraba, que Dios me perdone, su vulva, y entré en ella y era una caverna bellísima que parecía el valle encantado de la edad de oro, regada por aguas abundantes, y lleno de frutos y árboles en los que crecían pasteles de queso.” [p. 411].


[9] Gabricus es también llamado Thabritius, Cabricus, Cabritis, Kybric; en árabe Kibrit = azufre. Beya: Beja, Beua; en árabe: al-baida = la blanca (Jung, 1957: 250 nota 5).

[10] Cf. Jung, 1957: 358 nota 2.

[11] Escribe Burckhardt (1976: 183):

“El símbolo del matrimonio se halla estrechamente unido al de la muerte: según ciertas representaciones del <<casamiento alquímico>>, el Rey y la Reina mueren en el momento de la boda y son enterrados juntos, para resucitar luego rejuvenecidos. Esta vinculación entre matrimonio y muerte se halla en la esencia de las cosas, como lo demuestra el que, según una antigua tradición, soñar con una boda presagia una muerte y soñar con un entierro es augurio de una boda. Esta asociación se debe a que todo enlace presupone la extinción del estado anterior y diferenciado. En el matrimonio entre el hombre y la mujer, cada uno de los contrayentes renuncia a una parte de su individualidad, mientras que, por el contrario, a la muerte, que al principio es separación, sigue la unión del cuerpo con la tierra y la del alma con su esencia original.”


[12] Escribe Burckhardt (1976: 225):

“En el principio de toda realización espiritual está la muerte, una muerte para el mundo: la conciencia debe ser extraída de los sentidos y vuelta hacia adentro, y, puesto que la luz interior aun no ha empezado a brillar, este apartamiento del mundo exterior se experimenta como un oscurecimiento, una nox profunda. La mística cristiana aplica a este estado el ejemplo del grano de trigo que, para fructificar, debe quedarse solo en la tierra y morir. En varias ceremonias de iniciación se alude a esta muerte psíquica mediante un entierro simbólico, y algunas ordenes religiosas cristianas practican un rito semejante en la ceremonia de profesión de los monjes.”

Por su parte en relación al ascetismo explica Fatone (1963: 37):

 “Es necesario mortificar el cuerpo y el espíritu; mortificarlos en el sentido de hacerlos morir, única manera de que surgiesen a una nueva vida, a la vida divina. Todas las prácticas de iniciación conservan por ello un simbolismo de muerte y de nuevo nacimiento cuyo ejemplo contemporáneo mas claro y directo es el de los benedictinos, que en la ceremonia de la profesión yacen cubiertos entre cirios mientras se le reza el oficio de difuntos y se le canta el miserere. A Dios, se llega muriendo. Ésa parece ser la convicción de todas estas prácticas. Tenían que morir los faraones, para conseguir su alianza con Osiris; y para ello debían ser envueltos en la piel “de las transformaciones” -la misma empleada en los ritos fúnebres-, así como en la piel del antílope quedaba envuelto el brahmacharín, el iniciado indostánico en la ceremonia de ingreso en la nueva vida.”

 
Novicios Benedictinos
http://traditionalcatholicism83.blogspot.com/2009/03/religious-men-and-women.html
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[13] De manera excepcional se presenta en su lugar después de la melanosis o nigredo, la viriditas [el verde] que no llegó a alcanzar una significación esencial (Jung, 1957: 250).

[14] Cf. Jung, 1957: 249 nota 1.

[15] Gollan interpreta la historia como una alegoría de las eternas condiciones requeridas al intelecto para concebir e indagar en el terreno de la ciencia: volar alto para mirar lejos, y penetrar hondo para sondear en el abismo (Gollan, s.f.: 27).

[16] El cuervo significa la nigredo (Jung, 1957: 251).


[17] Cf. Eliade, Mircea. Mefistófeles y el Andrógino. Labor. Barcelona, 1984. Traducción de Fabián García-Prieto; véase el Cáp. 2, Mefistófeles y el Andrógino o el Misterio de la Totalidad, pp. 98-158.

[18] La oposición de los opuestos también se encuentra en el hermafrodita  (Jung, 1957: 358 nota 1).

[19] Escribe Jung (Jung, 1957: 46-47):

“Indudablemente, para muchos alquimistas el aspecto alegórico estaba tan en primer plano que ellos abrigaban la firme convicción de que su actividad sólo se refería a cuerpos químicos, pero siempre hubo algunos a quienes lo que les importaba en el trabajo de laboratorio era el símbolo y su efecto psíquico. Como lo muestran los textos, estos últimos tenían plena conciencia de ello, tanto que trataban con escarnio a los ingenuos fabricantes de oro, llamándolos mentirosos, impostores y embaucadores. Expresaban su punto de vista con axiomas tales como: Aurum nostrum non est aurum vulgi (Nuestro oro no es el oro del vulgo).”

[20] El agua filosofal es la piedra misma, o sea la prima materia; pero al propio tiempo es su medio de solución (Jung, 1957: 256). Sobre el aqua permanens, cf. Jung, 1957: 253-256).


[21] En nota [27: 199] Eliade explica que esta es una alusión al ludus puerorum [juego de niños], simbolismo importante en el hermetismo; evidentemente, se trata de la espontaneidad y facilidad de la opus alchymicum, que debe efectuarse naturalmente a la manera de un juego de niños; el simbolismo alquímico es solidario de la imagen ejemplar del Niño presente en los Evangelios. Véase Jung, 1957: 218-219.

[22] Cf. Jung, 1957: La obra de Redención: 330-340.

[23] Cf. Jung, 1957: 325 nota 1.

[24] Entiendo que en el texto citado debería leerse: “tuvo que sufrir, o mejor, que aceptar su espera.”.