abril 01, 2007

Los sacrificios humanos y el sistema del mundo de las sociedades tradicionales (3)

Los sacrificios humanos y el sistema del mundo de las sociedades tradicionales (3)
Materiales para el estudio de los sacrificios humanos (4) 

Andrés Salvador y Liliana Zagert

1.Introducción.

Continuamos en este trabajo el examen del sistema del mundo de las sociedades tradicionales desde la desde la perspectiva de la Historia de las Religiones, que con el fin de conocer el contexto de la practica del homicidio ritual, iniciamos en Los sacrificios humanos y el sistema del mundo de las sociedades tradicionales (1) [ITGD. Corrientes, 2001] y en Los sacrificios humanos y el sistema del mundo de las sociedades tradicionales (2) [ITGD. Corrientes, 2001].

2. Antecedentes.

Asimilación de hombres a animales o vegetales. Como vimos en nuestro anterior trabajo (Salvador-Zagert, 2001b) son numerosos los testimonios relativos a la identificación ritual de los hombres con animales y vegetales en las sociedades tradicionales señalando la existencia de lo que llama una solidaridad mística (cf.: Eliade, 1978: 21 nota 3 y 56; Eliade-Couliano, 1992: 240-241).

La sangre y su asociación con la vida. La sangre será entendida como fuente de la vitalidad; la asociación de la sangre con la vida se presenta cuando el hombre cazador descubre que, cuando la sangre surgía de una bestia herida o de un semejante, la vida también se iba. (cf.: McNally-Florescu, 1978: 190; Eliade-Couliano, 1992: 40 y 42-43).

El mito en las sociedades arcaicas. En las sociedades arcaicas, los mitos, se entienden no como fábula, invención o ficción sino por el contrario como una historia verdadera de inapreciable valor por ser sagrada, ejemplar y significativa. Para las sociedades arcaicas y tradicionales el tiempo mítico de los orígenes es un tiempo transfigurado por la presencia activa, creadora de los seres sobrenaturales. (cf.: Eliade, 1985: 37-50, Eliade, 1992: 84-88, Eliade, 1994: 12-13 y 26; AAVV, 1993: 13-22).

El espacio, el tiempo y la manifestación de lo sagrado. Para el hombre religioso de las culturas arcaicas, el tiempo como el espacio no era homogéneo ni continuo y esto porque en ellos se advierte, una manifestación de lo sagrado que Eliade llama hierofanía, (cf.: Eliade, 1992: 63 y 19-20).

Mitos cosmogónicos y mitos de origen. Los acontecimientos míticos, que tuvieron lugar ab origine se constituyen por, los mitos cosmogónicos, es decir aquellos que relatan como vino a la existencia el cosmos y que se pueden equiparar a los mitos de origen, es decir aquella historia mítica que relata el origen de algo (cf.: Eliade, 1991: 10, Eliade, 1992: 70, Eliade, 1994: 28).

3. Desarrollo.

La sacralidad cósmica. El complejo mítico-ritual que implica la  practica de el homicidio ritual se integra en la denominada Religiosidad Cósmica o Sacralidad Cósmica, a la que corresponde caractericemos antes de referirnos a la reactualización periódica de los acontecimientos míticos. La Religiosidad Cósmica, puede considerarse como un fondo común (cf.: Eliade, 1973: 55-56) muy arcaico, neolítico, que fue posible por la invención de la agricultura (cf.: Eliade, 1978: 45-71). Este descubrimiento reveló todo un universo espiritual que permitió ciertas experiencias religiosas por las que el hombre capto la idea del ciclo nacimiento, vida, muerte, renacimiento y valoro su propia existencia integrada en el ciclo cósmico.

El hombre neolítico comparó por primera vez la vida humana con la vida de una flor, de una planta, haciéndose místicamente solidario de la misma. La condición humana compartía así el destino de la planta y por ello mismo se integraba en un ciclo infinito de nacimientos, de muertes y de renacimientos. Es en el neolítico que nacieron las grandes metáforas que se mantienen desde el Antiguo Testamento hasta nosotros: El hombre es como la hierba del campo y otras muchas. No hay que entender este tema como una lamentación sobre el carácter efímero de la planta sino como un mensaje optimista, como un reconocimiento del círculo eterno de la vegetación y de la vida.

De allí que este sistema religioso integrar  todos los simbolismos de la fecundidad, de la muerte y del renacimiento: La tierra madre, la Luna, la Vegetación, la Mujer, etc. Durante el paleolítico la relación entre el hombre y la planta no era en absoluto evidente, tampoco lo era la unidad de la vida y la muerte, esto lo fue a partir del trabajo agrícola. La relación que se estableció entre la fecundidad de la tierra y la fecundidad de la mujer posibilitar  que‚ esta adquiera una enorme importancia religiosa a la vez que económico - social en virtud de su solidaridad mística con la tierra, que garantiza la fecundidad y en consecuencia la vida. La mujer cuya importancia religiosa no era evidente en el paleolítico, pasa con la agricultura, a ocupar un lugar importantisimo en la jerarquía religiosa (cf.: Eliade, 1978: 56-60; Frazer, 1980: 35-63; Reinach, 1977: 94-95).

El cazador primitivo no podía captar la santidad y el misterio de la fecundidad de la tierra igual que podía hacerlo el cultivador. Entre estos dos niveles de valores religiosos hay una ruptura evidente. Antes eran los huesos de la pieza cazada los que tenían un significado sagrado, luego los valores religiosos se referirán en especial al hombre y a la mujer cuya unión tenía por modelo, como veremos, la hierogamia cósmica. La invención de la agricultura permitir  al hombre profundizar en el carácter cíclico de la vida.

Ahora bien, el cazador primitivo sabía perfectamente que la caza pare en primavera, pero es el agricultor el que captó la relación causal entre semilla y cosecha, así como la analogía entre semilla vegetal y semilla humana, lo que como dijimos afirmará la importancia de la mujer. Es así como a través de un descubrimiento técnico, la agricultura, se revela a la conciencia humana un misterio mucho mayor que el que contemplaba el cazador; se descubre ahora que el cosmos es un organismo vivo, regido por un ciclo en que la vida esta íntima y necesariamente ligada a la muerte, pues la semilla no puede renacer sino a través de su propia muerte.

Reactualización periódica de los acontecimientos míticos. Dijimos que el mito es el modelo ejemplar de todos los ritos y actividades humanas significativas (Salvador-Zagert, 2001b). El hombre arcaico, se esforzaba por no olvidar lo que había ocurrido in illo tempore y periódicamente, los acontecimientos míticos eran reactualizados, y, además vividos nuevamente: se repetía así la cosmogonía, los gestos ejemplares de los Dioses, los actos fundadores de civilización (cf.: Eliade, 1991: 10). Es decir, el tiempo mítico sagrado era entonces, indefinidamente recuperable ritualmente (cf.: Eliade, 1985: 26-32).

Con la reactualización ritual de los mitos, se asistía de nuevo a las obras creadoras de los seres sobrenaturales, se dejaba de existir en el mundo de todos los días y se penetraba en un mundo transfigurado, auroral, impregnado de la presencia de los seres sobrenaturales (cf.: Eliade, 1973: 31-32). No se trataba de una conmemoración de los acontecimientos míticos, sino de su reiteración (cf.: Eliade, 1973: 32). Las personas del mito se hacían presentes, uno se hacia su contemporáneo (cf.: Eliade, 1973: 32).

Esto implicaba que no se vivía ya en el tiempo cronológico, sino en el tiempo primordial, el tiempo en que el acontecimiento tuvo lugar por primera vez, era el tiempo prodigioso, sagrado (cf.: Eliade, 1973: 32). Escribe Eliade que, el <<primitivo>> , el hombre arcaico no conoce ningún acto que no haya sido planteado y vivido anteriormente por otro, otro que no era un hombre. Lo que él hace, ya se hizo. Su vida es la repetición ininterrumpida de gestos inaugurados por otros (cf.: Eliade, 1985: 13)

En este contexto, una existencia individual se hace y se mantiene como una existencia plenamente humana, responsable y significativa, en la medida en que se inspira en ese acervo de actos ya efectuados y de pensamientos ya  formulados, y el ignorar u olvidar el contenido de esta memoria colectiva constituida por la tradición equivale a una regresión al estado natural o a un  pecado, a un desastre (cf.: Eliade, 1994: 133).

Los mitos y la responsabilidad del hombre en el plano cósmico. Los mitos le ofrecen entonces al hombre de las sociedades arcaicas, no solo una explicación del mundo y de su  propio modo de existir en el mundo, sino que le permiten al rememorarlos, al reactualizarlos, ser capaz de repetir lo que los Dioses, los Héroes o los Antepasados hicieron ab origene (cf.: Eliade, 1994: 20).

Conocer los mitos es aprender el secreto del origen de las cosas. En otros términos: se aprende no solo como las cosas han llegado a la existencia, sino también donde encontrarlas y como hacerlas reaparecer cuando desaparecen (cf.: Eliade, 1973: 26). El repetir indefinidamente el mismo gesto Arquetípico revelado por el mito, no paralizo la iniciativa humana como podría parecer, antes bien , le permitió conquistar el mundo, organizarlo, transformando en paisaje natural en medio cultural (cf.: Eliade, 1973: 158-159).

En este sentido el hombre asume una responsabilidad en el plano cósmico (diferente de las responsabilidades de orden moral, social o histórico únicas que conocen las civilizaciones modernas) como es la de colaborar en la creación del cosmos, la de crear su propio mundo, la de asegurar la vida de las plantas y de los animales etc. (cf.: Eliade, 1992: 83).

4.Conclusiones.

Podemos concluir que:

1. El complejo mítico-ritual que implica la practica de el homicidio ritual se integra en la denominada Religiosidad Cósmica o Sacralidad Cósmica, a la que puede considerarse como un fondo común muy arcaico, neolítico, que fue posible por la invención de la agricultura la que reveló todo un universo espiritual que permitió ciertas experiencias religiosas por las que el hombre capto la idea del ciclo nacimiento, vida, muerte, renacimiento y valoro su propia existencia integrada en el ciclo cósmico. (cf.: Eliade, 1973: 55-56, Eliade, 1978: 45-71).

2. Al ser el mito el modelo ejemplar de todos los ritos y actividades humanas significativas, el hombre arcaico, se esforzaba por no olvidar lo que había ocurrido in illo tempore y periódicamente, los acontecimientos míticos eran reactualizados, y, además vividos nuevamente: se repetía así la cosmogonía, los gestos ejemplares de los Dioses, los actos fundadores de civilización Es decir, el tiempo mítico sagrado era entonces, indefinidamente recuperable ritualmente (cf.: Eliade, 1985: 26-32, Eliade, 1991: 10; Salvador-Zagert, 2001b).

3. El repetir indefinidamente el mismo gesto Arquetípico revelado por el mito, no paralizo la iniciativa humanar, antes bien , le permitió conquistar el mundo, organizarlo, transformando en paisaje natural en medio cultural; en este sentido el hombre asume una responsabilidad en el plano cósmico (cf.: Eliade, 1973: 158-159, Eliade, 1992: 83).

5.Bibliografía.

AAVV   1993: 
El Pensamiento Prefilosófico. I. Egipto y Mesopotamia.
México, ed. Fondo de Cultura Económica, trad. cast. de Eli de Gortari, 1993.

Eliade, Mircea   1973:
Mito y Realidad.
Madrid, ed. Guadarrama, trad. cast. de Luis Gil, 1973.

Eliade, Mircea   1978:
Historia de las creencias y de las ideas religiosas. I. De la prehistoria a los misterios   de Eleusis.
Madrid, ed. Cristiandad, trad. cast. de J. Valiente Malla, 1978.

Eliade, Mircea   1985:
El Mito del Eterno Retorno. Arquetipos y repeticiones.
Barcelona, ed. Planeta-De Agostini, trad. cast. de Ricardo Anaya, 1985.

Eliade, Mircea   1991:
El Mito del Buen Salvaje.
 Buenos Aires, ed. Almagesto, 1991. 

Eliade, Mircea   1992:
Lo Sagrado y lo Profano.
Barcelona, ed. Labor, trad. cast. de Luís Gil, 1992.

Eliade, Mircea   1994: 
Mito y Realidad.
Madrid, ed. Labor, trad. cast. de Luis Gil, 1994.

Eliade, M. y Couliano I. 1992:
Diccionario de las Religiones.
Barcelona, ed. Paidos, trad. cast. de Isidro Arias Pérez, 1992.

Frazer, James G.      1980:
La rama dorada. Magia y religión.
México, ed. Fondo de Cultura Económica, trad. cast. de Elizabeth y Tadeo I. Campuzano, 1980.

McNally, Raynond T. Y Florescu, Radu  1978: 
La Verdadera historia de Dracula.
Buenos Aires, ed. Editorial Rodolfo Alonso, trad. cast. de Dafne C. Sabanes de Plou, 1978.

Reinach, Salomon    1977:
Orfeo. Historia General de las Religiones.
Buenos Aires, ed. Ediciones Antonio Zamora, trad. cast. de Domingo Vaca, 1977.

Salvador, Andrés  y Zagert, Liliana  2001a:
Los sacrificios humanos y el sistema del mundo de las sociedades tradicionales (1).
Corrientes, ITGD, 2001.

Salvador, Andrés  y Zagert, Liliana  2001b:
Los sacrificios humanos y el sistema del mundo de las sociedades tradicionales (2).
Corrientes, ITGD, 2001.