Los sacrificios humanos y el sistema del mundo de las sociedades tradicionales (3)
Materiales para el estudio de los sacrificios humanos (4)
Andrés Salvador y Liliana Zagert
1.Introducción.
Continuamos en este trabajo el
examen del sistema del mundo de las sociedades tradicionales desde la desde la
perspectiva de la Historia de las Religiones, que con el fin de conocer el
contexto de la practica del homicidio ritual, iniciamos en Los sacrificios humanos y el sistema del mundo de las sociedades
tradicionales (1) [ITGD. Corrientes, 2001] y en Los sacrificios humanos y el sistema del mundo de las sociedades
tradicionales (2) [ITGD. Corrientes, 2001].
2. Antecedentes.
Asimilación de hombres a animales o vegetales. Como vimos en
nuestro anterior trabajo (Salvador-Zagert, 2001b) son numerosos los testimonios
relativos a la identificación ritual de los hombres con animales y vegetales en
las sociedades tradicionales señalando la existencia de lo que llama una solidaridad mística (cf.: Eliade, 1978: 21 nota 3 y 56; Eliade-Couliano, 1992:
240-241).
La sangre y su asociación con la vida. La sangre será entendida
como fuente de la vitalidad; la asociación de la sangre con la vida se presenta
cuando el hombre cazador descubre que, cuando la sangre surgía de una bestia
herida o de un semejante, la vida también se iba. (cf.: McNally-Florescu, 1978: 190; Eliade-Couliano,
1992: 40 y 42-43).
El mito en las sociedades arcaicas. En las sociedades arcaicas, los
mitos, se entienden no como fábula, invención o ficción sino por el contrario
como una historia verdadera de inapreciable
valor por ser sagrada, ejemplar y significativa. Para las sociedades arcaicas y
tradicionales el tiempo mítico de los orígenes es un tiempo transfigurado por
la presencia activa, creadora de los seres sobrenaturales. (cf.: Eliade, 1985:
37-50, Eliade, 1992: 84-88, Eliade, 1994: 12-13 y 26; AAVV, 1993: 13-22).
El espacio, el
tiempo y la manifestación de lo sagrado. Para el hombre religioso de las
culturas arcaicas, el tiempo como el espacio no era homogéneo ni continuo y
esto porque en ellos se advierte, una manifestación de lo sagrado que Eliade
llama hierofanía, (cf.: Eliade, 1992: 63 y 19-20).
Mitos cosmogónicos y mitos de origen. Los acontecimientos míticos,
que tuvieron lugar ab origine se
constituyen por, los mitos cosmogónicos, es decir aquellos que relatan como
vino a la existencia el cosmos y que se pueden equiparar a los mitos de origen,
es decir aquella historia mítica que relata el origen de algo (cf.: Eliade, 1991: 10, Eliade, 1992: 70, Eliade,
1994: 28).
3. Desarrollo.
La sacralidad cósmica. El complejo mítico-ritual que implica
la practica de el homicidio ritual se
integra en la denominada Religiosidad
Cósmica o Sacralidad Cósmica, a
la que corresponde caractericemos antes de referirnos a la reactualización
periódica de los acontecimientos míticos. La Religiosidad Cósmica, puede
considerarse como un fondo común (cf.: Eliade, 1973: 55-56) muy arcaico,
neolítico, que fue posible por la invención de la agricultura (cf.: Eliade,
1978: 45-71). Este descubrimiento reveló todo un universo espiritual que
permitió ciertas experiencias religiosas por las que el hombre capto la idea
del ciclo nacimiento, vida, muerte, renacimiento y valoro su propia existencia
integrada en el ciclo cósmico.
El hombre neolítico comparó por primera vez la
vida humana con la vida de una flor, de una planta, haciéndose místicamente
solidario de la misma. La condición humana compartía así el destino de la
planta y por ello mismo se integraba en un ciclo infinito de nacimientos, de
muertes y de renacimientos. Es en el neolítico que nacieron las grandes
metáforas que se mantienen desde el Antiguo Testamento hasta nosotros: El hombre es como la hierba del campo y
otras muchas. No hay que entender este tema como una lamentación sobre el
carácter efímero de la planta sino como un mensaje optimista, como un
reconocimiento del círculo eterno de la vegetación y de la vida.
De allí que
este sistema religioso integrar todos
los simbolismos de la fecundidad, de la muerte y del renacimiento: La tierra
madre, la Luna, la Vegetación, la Mujer, etc. Durante el paleolítico la
relación entre el hombre y la planta no era en absoluto evidente, tampoco lo
era la unidad de la vida y la muerte, esto lo fue a partir del trabajo
agrícola. La relación que se estableció entre la fecundidad de la tierra y la
fecundidad de la mujer posibilitar que‚
esta adquiera una enorme importancia religiosa a la vez que económico - social
en virtud de su solidaridad mística con la tierra, que garantiza la fecundidad
y en consecuencia la vida. La mujer cuya importancia religiosa no era evidente
en el paleolítico, pasa con la agricultura, a ocupar un lugar importantisimo en
la jerarquía religiosa (cf.: Eliade, 1978: 56-60; Frazer, 1980: 35-63; Reinach,
1977: 94-95).
El cazador primitivo no podía captar la santidad y el misterio de
la fecundidad de la tierra igual que podía hacerlo el cultivador. Entre estos
dos niveles de valores religiosos hay una ruptura evidente. Antes eran los
huesos de la pieza cazada los que tenían un significado sagrado, luego los
valores religiosos se referirán en especial al hombre y a la mujer cuya unión
tenía por modelo, como veremos, la hierogamia cósmica. La invención de la
agricultura permitir al hombre
profundizar en el carácter cíclico de la vida.
Ahora bien, el cazador primitivo
sabía perfectamente que la caza pare en primavera, pero es el agricultor el que
captó la relación causal entre semilla y cosecha, así como la analogía entre
semilla vegetal y semilla humana, lo que como dijimos afirmará la importancia
de la mujer. Es así como a través de un descubrimiento técnico, la agricultura,
se revela a la conciencia humana un misterio mucho mayor que el que contemplaba
el cazador; se descubre ahora que el cosmos es un organismo vivo, regido por un
ciclo en que la vida esta íntima y necesariamente ligada a la muerte, pues la
semilla no puede renacer sino a través de su propia muerte.
Reactualización periódica de los acontecimientos míticos. Dijimos
que el mito es el modelo ejemplar de todos los ritos y actividades humanas
significativas (Salvador-Zagert, 2001b). El hombre arcaico, se esforzaba por no
olvidar lo que había ocurrido in illo
tempore y periódicamente, los acontecimientos míticos eran reactualizados,
y, además vividos nuevamente: se repetía así la cosmogonía, los gestos ejemplares
de los Dioses, los actos fundadores de civilización (cf.: Eliade, 1991: 10). Es
decir, el tiempo mítico sagrado era
entonces, indefinidamente recuperable ritualmente (cf.: Eliade, 1985: 26-32).
Con la reactualización ritual de los mitos, se asistía de nuevo a las obras
creadoras de los seres sobrenaturales, se dejaba de existir en el mundo de
todos los días y se penetraba en un mundo transfigurado, auroral, impregnado de
la presencia de los seres sobrenaturales (cf.: Eliade, 1973: 31-32). No se
trataba de una conmemoración de los acontecimientos míticos, sino de su
reiteración (cf.: Eliade, 1973: 32). Las personas del mito se hacían presentes,
uno se hacia su contemporáneo (cf.: Eliade, 1973: 32).
Esto implicaba que no se
vivía ya en el tiempo cronológico, sino en el tiempo primordial, el tiempo en
que el acontecimiento tuvo lugar por primera vez, era el tiempo prodigioso, sagrado (cf.: Eliade, 1973: 32). Escribe
Eliade que, el <<primitivo>>
, el hombre arcaico no conoce ningún acto que no haya sido planteado y vivido
anteriormente por otro, otro que no era un hombre. Lo que él hace, ya se hizo.
Su vida es la repetición ininterrumpida de gestos inaugurados por otros
(cf.: Eliade, 1985: 13).
En este
contexto, una existencia individual se hace y se mantiene como una existencia
plenamente humana, responsable y significativa, en la medida en que se inspira
en ese acervo de actos ya efectuados y de pensamientos ya formulados, y el ignorar u olvidar el
contenido de esta memoria colectiva constituida por la tradición
equivale a una regresión al estado natural
o a un pecado, a un desastre (cf.: Eliade, 1994: 133).
Los mitos y la responsabilidad del hombre en el plano cósmico. Los
mitos le ofrecen entonces al hombre de las sociedades arcaicas, no solo una
explicación del mundo y de su propio
modo de existir en el mundo, sino que le permiten al rememorarlos, al
reactualizarlos, ser capaz de repetir lo que los Dioses, los Héroes o los
Antepasados hicieron ab origene (cf.:
Eliade, 1994: 20).
Conocer los mitos es aprender el secreto del origen de las
cosas. En otros términos: se aprende no solo como las cosas han llegado a la
existencia, sino también donde encontrarlas y como hacerlas reaparecer cuando
desaparecen (cf.: Eliade, 1973: 26). El repetir indefinidamente el mismo gesto
Arquetípico revelado por el mito, no paralizo la iniciativa humana como podría
parecer, antes bien , le permitió conquistar el mundo, organizarlo,
transformando en paisaje natural en medio cultural (cf.: Eliade, 1973:
158-159).
En este sentido el hombre asume una responsabilidad en el plano
cósmico (diferente de las responsabilidades de orden moral, social o histórico
únicas que conocen las civilizaciones modernas) como es la de colaborar en la
creación del cosmos, la de crear su propio mundo, la de asegurar la vida de las
plantas y de los animales etc. (cf.: Eliade, 1992: 83).
4.Conclusiones.
Podemos concluir que:
1. El complejo mítico-ritual que implica la practica de el homicidio ritual se integra en la denominada Religiosidad Cósmica o Sacralidad Cósmica, a la que puede considerarse como un fondo común muy arcaico, neolítico, que fue posible por la invención de la agricultura la que reveló todo un universo espiritual que permitió ciertas experiencias religiosas por las que el hombre capto la idea del ciclo nacimiento, vida, muerte, renacimiento y valoro su propia existencia integrada en el ciclo cósmico. (cf.: Eliade, 1973: 55-56, Eliade, 1978: 45-71).
2. Al ser el mito el modelo ejemplar de todos los ritos y actividades humanas significativas, el hombre arcaico, se esforzaba por no olvidar lo que había ocurrido in illo tempore y periódicamente, los acontecimientos míticos eran reactualizados, y, además vividos nuevamente: se repetía así la cosmogonía, los gestos ejemplares de los Dioses, los actos fundadores de civilización Es decir, el tiempo mítico sagrado era entonces, indefinidamente recuperable ritualmente (cf.: Eliade, 1985: 26-32, Eliade, 1991: 10; Salvador-Zagert, 2001b).
3. El repetir indefinidamente el mismo gesto Arquetípico revelado por el mito, no paralizo la iniciativa humanar, antes bien , le permitió conquistar el mundo, organizarlo, transformando en paisaje natural en medio cultural; en este sentido el hombre asume una responsabilidad en el plano cósmico (cf.: Eliade, 1973: 158-159, Eliade, 1992: 83).
5.Bibliografía.
AAVV 1993:
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Pensamiento Prefilosófico. I. Egipto y Mesopotamia.
México, ed. Fondo de Cultura Económica, trad. cast. de Eli de Gortari,
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Mircea 1973:
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Madrid, ed. Guadarrama, trad. cast. de Luis Gil, 1973.
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Madrid, ed. Cristiandad, trad. cast. de J. Valiente Malla, 1978.
Eliade, Mircea 1985:
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Barcelona, ed. Planeta-De Agostini, trad. cast. de Ricardo Anaya, 1985.
Eliade, Mircea 1991:
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Eliade, Mircea 1992:
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Barcelona, ed. Labor, trad. cast. de Luís Gil, 1992.
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Madrid, ed. Labor, trad. cast. de Luis Gil, 1994.
Eliade, M. y
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Barcelona, ed. Paidos, trad. cast. de Isidro Arias Pérez, 1992.
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Buenos Aires, ed. Editorial Rodolfo Alonso, trad. cast. de Dafne C.
Sabanes de Plou, 1978.
Reinach, Salomon 1977:
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Buenos Aires, ed. Ediciones Antonio Zamora, trad. cast. de Domingo Vaca, 1977.
Salvador, Andrés y Zagert,
Liliana 2001a:
Los sacrificios humanos y el sistema del mundo de las sociedades tradicionales (1).
Corrientes, ITGD, 2001.
Salvador, Andrés y Zagert, Liliana 2001b:
Los sacrificios humanos y el sistema del mundo de las sociedades tradicionales (2).
Corrientes, ITGD, 2001.