Notas sobre el Pensamiento Simbólico II
Su interés en punto a la comprensión de la llamada mentalidad antigua
Andrés Salvador
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Santa Misa http://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:Missa_tridentina_002.jpg Ultima visita: 07/03/2011 |
1. Introducción
Conforme al programa que nos hemos propuesto en nuestro estudio del pensamiento simbólico, examinamos los ítem I. 2. Transparencia del símbolo, opacidad del ídolo, y I. 3. Concepto de simbolismo.
2. Antecedentes
Concepto de símbolo. En nuestra anterior comunicación, establecimos que por símbolo entendemos la participación de un objeto natural o de un acto humano en una realidad que los trasciende y a la cual revela, y que constituye su modelo ejemplar o arquetipo.
3. Desarrollo
I. 2. Transparencia del símbolo, opacidad del ídolo. El mundo habla o se revela a si mismo a través de símbolos (Eliade, 1986: 128), por lo que para quien contempla a la naturaleza con esta visión, el mundo se presenta transparente porque percibe en todas sus manifestaciones el brillo de los eternos arquetipos (Burckhardt, 1976: 46).
En los niveles arcaicos de cultura, el Mundo habla al hombre y, para comprender este lenguaje, basta conocer los mitos y descifrar los símbolos. El Mundo no se le presenta como una masa opaca de objetos amontonados arbitrariamente, inaprensibles y desprovistos de significación, sino que el Mundo se le revela como lenguaje, es decir que todo objeto cósmico tiene una historia y es capaz de hablar al hombre de su origen, esto es del acontecimiento primordial a consecuencia del cual ha venido al ser haciéndose real y significativo. El Mundo se hace así transparente, porque a través de los objetos de este Mundo, se perciben las huellas de los Seres y potencias del otro mundo (Eliade, 1991: 149-150).
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El Cosmos Antiguo y Medieval como se muestra en Peter Apiande Cosmographia (Amberes, 1539) Tomado de Edward Grant, Celestial Orbs in the Latin Middle Ages, Isis, Vol. 78, No. 2. (Jun., 1987), pp. 152-173 http://en.wikipedia.org/wiki/File:Ptolemaicsystem-small.png Ultima visita: 07/03/2011 |
Ian Watson, en su novela Empotrados [Ediciones Martínez Roca, S. A. Barcelona, 1983. Colección Súper Ficción 22. Trad. cast. de Ramón Ibero, p.79] presenta ese caracter del pensamiento simbólico en estos términos:
“Para el brujo y los xemahoa, la sabiduría no es algo abstracto, sino algo codificado en pájaros y animales, y rocas y plantas de la selva, en las nubes y las estrellas que están por encima de la selva, en la actualidad concreta del mundo. En consecuencia, la descripción total de este conocimiento no es algo abstracto, sino un darse cuenta de esta realidad actual en ellos.”.
Explica Mario Caponnetto que el vocablo símbolo hace referencia a la unión o re-unión de dos elementos: el significado, que es logos, y el significante, que es quasi subjectum de ese logos, y que soporta al significado ya sea en la vox de una palabra, ya en el color, en la luz y en el volumen de cualquier materia apta. En el símbolo hay una hipóstasis entre esos elementos, y es por eso que este remite, de inmediato a otra idea, la de la imagen, porque cuando el símbolo se hace presente en su unidad hipostática ante nuestro sentido, primero, y nuestro intelecto, después, todo él adquiere un carácter icónico, esto es, de imagen.
El icono se diferencia del ídolo (eidolon) precisamente en su dia-fanidad, es decir, el icono es transparente a la luz del logos que subyace tras el; esa luz, pasa y traspasa la natural opacidad de la materia y llega, a través de los ojos carnales, a los ojos del alma, que contempla[1].
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El Salvador Andrei Rubliov (s. XV) http://es.wikipedia.org/wiki/Icono Ultima visita: 07/03/2011 |
El ídolo en cambio, permanece en la opacidad; es solo mera figura, sombra, que detiene la mirada y oculta o distorsiona el logos (Caponnetto, 1999: 250); en un sentido en esto encuentra su fundamento la irreconciliable oposición entre el pensamiento antiguo medieval en la que la mirada icónica del hombre sabe ver en toda creatura un vestigio o una imagen de la Divinidad y el pensamiento moderno en que la mirada se detiene en lo sensible[2].
I. 3. Concepto de simbolismo. El simbolismo consiste en equiparar objetos o comportamientos que tienen una misma propiedad esencial, es decir se muestran como trasuntos, manifestaciones o imágenes de una misma realidad [que los trasciende], independientemente de tiempo o espacio (Burckhardt, 1976: 12)
Explica Burckhardt que aun antes de convertirse en medida del valor, ya el oro y la plata eran metales sagrados. Eran la representación terrena del Sol y la Luna y también, por consiguiente de todas las cualidades espirituales atribuidas a la celestial pareja. Conforme a ello, hasta la Edad Media, el valor de ambos metales preciosos se hallaba establecido de acuerdo con los periodos de revolución de uno y otro astros, e incluso la forma redonda de las monedas de oro y plata es una replica de la de sus celestes modelos.
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Monedas celtas de oro en una de las cuales se representa al Sol http://www.celticnz.co.nz/NebraSunDisk/NebraSunDisk.htm Ultima visita: 07/03/2011 |
La mayor parte de las mas antiguas monedas de oro suelen llevar grabados imágenes o signos alusivos al Sol o a su ciclo anual. Ahora, en cuanto existe una correspondencia simbólica, no es del todo correcto decir que el oro representa al Sol y la plata a la Luna, sino que el oro tiene la misma esencia que el Sol, y la plata, la misma esencia que la Luna; tanto los dos metales preciosos como los dos astros son símbolos [trasuntos, manifestaciones o imágenes] de dos realidades cósmicas o divinas. El parentesco entre los dos metales preciosos y los dos grandes astros, era evidente para los hombres de los siglos anteriores al Racionalismo, y haría falta todo un mundo de ideas y prejuicios informados por la mecánica para privar a este parentesco de su intima vinculación y reducirlo a una especie de coincidencia estética (Burckhardt, 1976: 11-12).
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Salomon Trismosin, Splendor Solis, 1582 http://www.hermetics.org/solis.html Ultima visita: 07/03/2011 |
Según Arandigoyen, el simbolismo, plantea el tema de una relación ontológica, de carácter metafísico, entre la materialidad de la cosa y los principios inmateriales que en ella se hallan expresados. Señala que si bien hay un nivel psicológico en el cual la sensibilidad recoge los contenidos simbólicos y la luz de la inteligencia los interpreta; no está allí la última explicación del símbolo, porque este nivel sólo puede verificarse en cuanto está sostenido por una realidad esencial y objetiva, interior y más profunda.
Ciertamente, estas cosas jamás podrían afirmarse si nos limitáramos a movernos solamente dentro de las categorías racionales del pensamiento. El verbo ser, por ejemplo, dentro de las categorías simbólicas, no puede ser exclusivamente predicado en cuanto a los términos racionales de esencia y existencia, aunque los deba suponer, sino en cuanto al término de participación: una cosa es en tanto que participa de los principios de otra superior que irradia en ella. La fuente última y absoluta es el mismo Dios del cual, enseña Orígenes, parece que no participara del ser sino que, precisamente, fuera aquello que es participado por el ser y que, por tanto permanece fuera del alcance de nuestras facultades (Orígenes, Contra Celso, VI,64) [Ramírez Arandigoyen, 1983: 45-46].
4. Bibliografía
Burckhardt, Titus 1976:
Alquimia.
Barcelona, ed. Plaza & Janes, trad. cast. de Ana Mª de la Fuente, 1976.
Caponnetto, Mario 1999:
Barcelona, ed. Plaza & Janes, trad. cast. de Ana Mª de la Fuente, 1976.
Caponnetto, Mario 1999:
Reseña bibliográfica a RAFAEL L BREIDE OBEID, Imagen y palabra. La actualidad y lo permanente, [Gladius, Buenos Aires 1999, 239 pgs.]
en Gladius, Año 16 - Nº 45 15 de Agosto de 1999, pp. 249-251.
Disandro, Carlos A. 1986:
en Gladius, Año 16 - Nº 45 15 de Agosto de 1999, pp. 249-251.
Disandro, Carlos A. 1986:
Las Fuentes de la Cultura.
Buenos Aires ed. Struhart & Cia.,1986.
Eliade, Mircea 1991:
Buenos Aires ed. Struhart & Cia.,1986.
Eliade, Mircea 1991:
Mito y Realidad.
Barcelona, ed. Labor, trad. cast. de Luis Gil, 1991.
Eliade, M. y Kitagawa, J. M. 1986:
Barcelona, ed. Labor, trad. cast. de Luis Gil, 1991.
Eliade, M. y Kitagawa, J. M. 1986:
Metodología de la Historia de las Religiones.
Barcelona, ed. Piados, trad. cast. de Saad Chedid y Eduardo Masullo, 1986.
Ramírez Arandigoyen, A. 1983:
Barcelona, ed. Piados, trad. cast. de Saad Chedid y Eduardo Masullo, 1986.
Ramírez Arandigoyen, A. 1983:
La Tradición y el Mundo Moderno.
Buenos Aires, ed. Fidelidad, 1986.
Torres Amat, Félix 1992:
Buenos Aires, ed. Fidelidad, 1986.
Torres Amat, Félix 1992:
Sagrada Biblia.
Buenos Aires, ed. Cisplatina, trad. cast. de Félix Torres Amat, 1992.
Buenos Aires, ed. Cisplatina, trad. cast. de Félix Torres Amat, 1992.
[1] Es por ello que solo en el marco de la inteligencia simbólica se entiende la afirmación de Jesús, en el Evangelio de San Juan VIII, 12-15 (Torres Amat, 1992: 1045), cuando dice al pueblo:
12 [...]: Yo soy la luz del mundo [...] 15) Vosotros juzgáis de Mi según la carne [...].
[2] Sobre la transparencia del símbolo y la opacidad del ídolo véase la obra del P. Alfredo Sáenz, S. J. El Icono. Esplendor de lo Sagrado [Ediciones Gladius. s.l., 1997, III. ¿Veneración de la Imagen o del Arquetipo? pp. 129-139, particularmente a. Eikon y éidolon p. 132], y el articulo del P. Egon Sendler S.J. El Estatuto de la Imagen en el Arte Bizantino [en Gladius, Año 16 - Nº 45 15 de Agosto de 1999, pp.87-111, particularmente p. 108].