abril 15, 2010

LOS ESCENARIOS Y EL CASO DE MONSEÑOR MARCEL LEFEBVRE

LOS ESCENARIOS Y EL CASO DE MONSEÑOR MARCEL LEFEBVRE
Una aproximación a su estudio
Salvador, Andrés Raúl Oscar
  
1.Introducción.

El atender al paso de un escenario realista cristiano a uno idealista egocéntrico, permite comprender el conflicto producido dentro de la Iglesia Católica Apostólica Romana, entre quienes son favorables a los cambios producidos, particularmente, a partir del Concilio Ecuménico Vaticano II y quienes objetan los mismos por entender que suponen un alejamiento de la doctrina enseñada por el Magisterio de la Iglesia y que encuentra en la conducta de Monseñor Marcel Lefebvre un caso relevante.

2. Antecedentes.

En la comprensión del conflicto producido dentro de la Iglesia Católica Apostólica Romana por las reformas desarrolladas a partir de la década de 1960, adquiere particular relevancia, la figura de Monseñor Marcel Lefebvre (1905-1991) quien fuera Vicario Apostólico de Dakar (1947), Obispo (1947), Delegado Apostólico para el Africa Francesa (1948), Arzobispo de Dakar (1955) y Superior General de la Congregación de los Padres del Espíritu Santo (1962). Durante el desarrollo del Concilio Ecuménico Vaticano II tuvo una importante intervención, siendo miembro del Coetus Internationalis Patris que se constituyera para poner en evidencia a las tendencias liberales y modernistas. En 1970 funda la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, aprobada por la Santa Sede en 1971, y el Seminario de Ecône (Suiza).El 21 de noviembre de 1974, tras la partida de dos visitadores apostolicos, enviados por Roma a Ecône, cuyas declaraciones consideró "escandalosas con respecto a la doctrina y los dogmas de siempre" hace publica una declaración en la que expresa su resistencia a la "tendencia neomodernista y neoprotestante que se ha manifestado claramente en el Concilio Vaticano II y después del Concilio en todas las reformas emanadas de el."; como consecuencia de ello es llamado a Roma en febrero de 1975 y poco después se le ordena el cierre del seminario (6 de mayo de 1975). Monseñor Lefebvre introducirá un recurso ante el Supremo Tribunal de la Signatura Apostólica (5 de junio de 1975) que es rápidamente rechazado ( 10 de junio de 1975), lo que es posteriormente confirmado, en carta, por el Papa Pablo VI (29 de junio de 1975); debe señalarse que  fue presentado un segundo recurso (14 de junio de 1975) el cual no fue respondido. El 29 de junio de 1976 Monseñor Lefebvre ordena sacerdotes lo que le vale la suspensión a  divinis; no obstante continuó realizando una labor que se tradujo en la fundación de nuevos seminarios, casas en mas de veinticinco países y noviciados de religiosas. Finalmente, tras la reunión interconfesional de Asís en octubre de 1986 y el fracaso de unos intentos de acuerdo, el 30 de junio de 1988, Monseñor Lefebvre, acompañado por el Obispo Dimisionario de Campos (Brasil) Monseñor Antonio de Castro Mayer (1904-1991), consagraría  cuatro Obispos motivo por el que el Prefecto de la Congregación de los Obispos, Cardenal Gantin, le comunicará la excomunión latae sententiae que recae sobre él, Monseñor Antonio de Castro Mayer y los Obispos consagrados  (1º de julio de 1988) acusándoselos de cismáticos, imputación esta que es rechazada.

3.Desarrollo.

Desde una posición confesional escribe Jean Daujat (1) que: "lo que se ha convenido en llamar “mundo moderno”, significa, por oposición a la Edad Media, una edad histórica que esta en germen desde el Renacimiento y que alcanza su completa expansión a fines de los siglos XVIII y XIX y en los comienzos del siglo XX.". Para Daujat este mundo presenta dos caracteres principales: "por una parte,  un formidable esfuerzo de expansión natural y humana" que caracteriza por  los "progresos prodigiosos de todas las ciencias (y no solamente de las ciencias matemáticas y de las ciencias de la naturaleza, sino también, en nuestros días, de la psicología y de la sociología), extraordinario desarrollo de las letras y de las artes, fantásticos progresos de una multitud de técnicas poniéndose cada vez más al servicio del hombre, considerable desarrollo de las relaciones humanas en toda la superficie del planeta, etc."   Por otra parte se advierte: "una pretensión del hombre para independizarse de Dios y prescindir de El." de ese modo ese "movimiento del progreso humano se ha viciado por obra de la orientación espiritual central de todo el mundo moderno, que es una orientación de soberbia, de naturalismo, de voluntad, de independencia absoluta, del espíritu mismo del pecado de Lucifer y del pecado de Adán y que ha colocado al mundo moderno bajo la dominación de Lucifer.". Particularmente estremecedoras son las preguntas que según Daujat (2) se imponen a los cristianos: "¿cómo ser cristianos perteneciendo a este mundo moderno cuyos principios están condenados? Muchos cristianos de hoy, quieren, y quieren con pasión, ser de su tiempo para responder a todos los clamores humanos que suben hasta ellos, sin permanecer sordos a las necesidades de este tiempo: ¿acaso la caridad no les exige asumir todas las preocupaciones de los hombres de su siglo  y tomar como propio todo lo de su época para salvarlo? Pues, entonces, ¿cómo ser a la vez de su tiempo y de la Iglesia cuando el uno se enfrenta a la otra? ¿Cómo ser a la vez fieles al clamor de su siglo y a las exigencias de la Iglesia? ¿No correrá la Iglesia el riesgo de ser rechazada, de estar ausente del mundo nuevo que se construye si no sabe aceptar todas las exigencias de ese mundo nuevo, adaptarse a él, despojarse de su retrogrado semblante de Edad Media para llegar a ser, en el mundo moderno, una Iglesia moderna que levante toda la masa humana de este siglo mediante la presencia del fermento cristiano?". La emergencia de la modernidad supuso para la Iglesia Católica un fuente de conflictos traducidos en el rechazo de sus principales elaboraciones filosóficas tales como el liberalismo y el socialismo lo que se refleja entre otras en las encíclicas  "Mirari vos" (1832) de Gregorio XVI; "Quanta Cura" y el "Syllabus" (1864) de Pío IX; "Quod apostolici muneris" (1878) y "Libertas" (1888) de Leon XIII. No obstante tales ideas fueron adquiriendo importante influencia en vastos sectores del clero y feligresía lo que alcanzó un punto culminante a  principio del siglo XX en el movimiento llamado Modernista, el que motivara una fuerte reacción institucional de la Iglesia evidente en las encíclicas "Lamentabili" y "Pascendi dominici gregis" (1907) de Pío X. Sin embargo el proceso de recepción  de ideas y actitudes elaboradas por la modernidad continuo, en este sentido es de particular valor el estudio de la encíclica "Humani Generis" (1950) del Papa Pío XII donde examina las principales direcciones entonces vigentes del pensamiento no católico  y su repercusión en teólogos y filósofos católicos. En relación a esta encíclica, Eugenio Vegas Latapié, dice: "Detrás del impersonalismo de las denuncias y condenas contenidas en la Humani generis existen nombres reales de autores y obras que Pío XII deliberadamente no quiso mencionar. De esos autores, los comentaristas de ese tiempo señalaron como los mas destacados a los PP. De Lubac, Daniélou, Bouillard, Balthasar, Fessard, Chenu, Congar, Dubarle, Adam y Teilhard de Chardin" (3), es decir algunos de los mas reputados intelectuales de la Iglesia de este siglo. Es a partir del Concilio Ecuménico Vaticano II (1962-1965) que se perfila el conflicto, que se desenvolverá hasta nuestros días, entre quienes son favorables a los cambios producidos y quienes objetan los mismos centrando su atención critica tanto en el contenido de ciertos documentos elaborados en su transcurso, particularmente "Gaudium et spes" (1965) y "Dignitatis humanae" (1965), como en las reformas litúrgicas llevadas adelante desde entonces, principalmente el Novus Ordo Missæ (1969). El momento era particularmente difícil al punto que Pablo VI hablaría (1969) de la presencia de un fermento cismático que "divide, subdivide, despedaza a Iglesia" y aun  de que el "humo de Satanás ha penetrado en el templo de Dios" (1972) (4). Al respecto me parece de interés presentar dos testimonios que ponen en contexto el momento a la par que evidencian una cierta prevención respecto del desarrollo del Concilio como de las reformas litúrgicas. El primero es el dado por los Cardenales Alfredo Ottaviani, prefecto emérito de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y Antonio Bacci que en 1969, en carta dirigida al Pontífice a la que acompañaba un examen del Novus Ordo Missæ, escribieron que este: "se aleja de manera impresionante, en conjunto y en detalle, de  la teología católica de la Santa Misa" (5). El segundo pertenece al Cardenal Silvio Oddi, quien en 1990, declaró que: "El problema no fue el Concilio, perniciosa fue sobre todo la aplicación de la reforma litúrgica después del Concilio ... pero quizás porque el Concilio no había sido suficientemente preparado, se apropio de el la corriente modernista, que desde los tiempos de Pío X no había muerto del todo. La letra del Concilio se consiguió salvar, pero su espíritu quedo a la merced de los llamados innovadores. En síntesis, la <<modernización>> de la Iglesia no fue propugnada ni realizada por los pastores mas santos, sino por los mas ruidosos y probablemente mas torpes" (6).Es en este contexto que surge la figura de Monseñor Marcel Lefebvre que encuentra en el liberalismo la fuente primera de la crisis de la iglesia  al que considera en relación con el naturalismo en cuanto este al exaltar la bondad y el poder de la naturaleza, menospreciaba y hacía desaparecer del espíritu de los hombres la necesidad de la Gracia, la subordinación de la humanidad al orden sobrenatural y la luz aportada por la revelación en cuanto al protestantismo con una concepción puramente extrínseca y nominal llevará a una religiosidad individual y privada sin consecuencias en la vida pública conduciendo necesariamente a la emancipación de lo temporal en relación a lo espiritual emancipación esta que va a reencontrarse en el liberalismo. El origen de este proceso se encuentra en el nominalismo Medieval, que llevará a Descartes con su idea de una ley divina indescifrable sometida al puro arbitrio de la voluntad de Dios lo que producirá una escisión entre el derecho divino y el derecho humano natural que repercutirá en el orden jurídico como se observa en Grotius y en quienes darán el último toque a  la secularización del derecho natural, a saber Puffendorf y Locke esta tendencia no haría sino desenvolverse alcanzando su culminación en el siglo XVIII. Escribe Monseñor Lefebvre que liberalismo, naturalismo y racionalismo no son más que aspectos complementarios de lo que llama la Revolución algunos de cuyos caracteres presenta  del siguiente modo: "Allí donde la recta razón esclarecida por la fe, no ve más que armonía y subordinación, la razón deificada cava abismos y levanta murallas: la naturaleza sin la gracia, la prosperidad material sin la búsqueda de bienes eternos, el poder civil separado del poder eclesiástico, la política sin Dios ni Jesucristo, los derechos del hombre contra los derechos de Dios, la libertad, en fin, sin la verdad." (7).La influencia del liberalismo  en la sociedad crea un efecto de atmósfera, respecto de la cual, advierte: "Esta atmósfera liberal ejerció también una creciente influencia en la Iglesia por medio de las universidades, los falsos teólogos, los organismos católicos, y se difundió en los seminarios, el clero y los obispos y hasta en los medios eclesiásticos romanos." (8). Monseñor Lefebvre entiende que el Concilio Vaticano II supone la reconciliación de la iglesia de con el liberalismo, así escribe:" “El Concilio es 1789 en la Iglesia”, declaró el cardenal Suenens. “El problema del Concilio fue asimilar los valores de 2 siglos de cultura liberal”, dice el cardenal Ratzinger.", señalando que ello se debe a que: "En política, los católicos liberales ven en los principios de 1789 verdades cristianas, sin duda un poco desvergonzados, pero una vez purificados, los ideales modernos son, en suma, completamente asimilables por la Iglesia: libertad, igualdad, fraternidad, democracia (ideología) y pluralismo. El error que Pío IX condena en el Syllabus: “El Pontifice Romano puede y debe reconciliarse y transigir con el progreso, el liberalismo y la civilización moderna”" (9). El P. Ives Congar señala en su libro "Monseñor Lefebvre y la crisis de la Iglesia"  que no se puede negar que la Declaración conciliar sobre la libertad religiosa diga materialmente otra cosa que el "Syllabus" de 1864 particularmente en relación a sus proposiciones 15, 77 y 79; pero ello ocurre porque ese documento defendía un poder temporal al que el Papado renunció en 1929 considerando una nueva situación;  pero esto, como lo advierte el propio Lefebvre supone introducir una perspectiva de relativismo históricodoctrinal   que implica el abandono de la aspiración al Reinado Social de Jesucristo conforme lo enseña Pío XI en la encíclica "Quas Primas" (1925) (10). Siguiendo a Joaquín E. Meabe (11), desde una perspectiva critica, entendida como un intento de reconstruir y ordenar de manera clara y objetiva los distintos elementos que constituyen el fenómeno religioso al margen de todo elemento de idealidad y de toda sujeción a las ideologías religiosas, el caso de Monseñor Marcel Lefebvre debe examinarse atendiendo a la idea de escenario, considerado  como el plano teórico en el cual se articula una estructura que sirve de base a una teoría compleja. En función de esto se distingue en occidente  un escenario realista en oposición a un escenario idealista egocéntrico. El realismo, que es comprensivo de la tradición antigua, medieval y renacentista, se podría caracterizar por el reconocimiento de lo exterior como independiente y anterior al sujeto histórico, a su vez, dentro del realismo deberá distinguirse entre el escenario propio de la cultura pagana y precristiana (en especial de la cultura griega antigua), que no  concibe nada fuera del mundo material - que no se confunde con el mundo sensible porque es mas amplio puesto que incluye dioses y héroes además de hombres - por lo que la naturaleza es el escenario en el que se construye la experiencia de lo real, y el escenario judeocristiano que concibe al mundo material solo como una parte de todo y agrega a la naturaleza un orden trascendente, externo e inefable. En tanto, el idealismo egocéntrico, que se expresa en el pensamiento de los siglos XVIII a XX,  hace depender lo exterior de la construcción intelectual del sujeto histórico. La ruptura histórica y el reemplazo del escenario realista por el escenario idealista egocéntrico suele ser omitida por una perspectiva que tiende a uniformarlas, lo que no permite una adecuada inteligencia de las diferencias entre los hombres antiguos y modernos. Desde muy temprano la sustitución de un escenario realista cristiano por uno idealista egocéntrico fue, como vimos, problemática para la Iglesia; de hecho considero que es esa sustitución la que advierte Monseñor Lefebvre y la que intenta explicar desde una posición que entiende realista cristiana.

4.Conclusiones.

Entiendo que los cuestionamientos de Monseñor Lefebvre están lejos de haber sido respondidos satisfactoriamente y su conducta de haber sido explicada aun cuando el considerarla desde la perspectiva de los escenarios propuesta por Meabe sea un camino para ello; mas aun su caso suscita entre otras preguntas estas que intentaremos responder en futuros estudios: El Cristianismo es una experiencia religiosa que se articula y consolida en un escenario realista, pero quienes hoy  se adscriben a el, viven su fe en un escenario idealista egocéntrico ¿en que sentido podemos decir que son cristianos?   o acaso ¿no estaremos asistiendo a la emergencia de una nueva religión que se alza sobre otra que pertenece a un escenario que tal vez perimió?.

5.Notas

(1)     Cfr. Jean Daujat. La Iglesia en el mundo moderno. Editorial Huemul S.A. Buenos Aires, 1966. Manuales huemul 13.Traduccion de Aída Aráoz, pp. 76-77.
(2)     Cfr. Jean Daujat, Op. Cit., pp.12-13.
(3)     Cfr. Eugenio Vegas Latapié. El modernismo después de la Pascendi. Ediciones Speiro. Madrid,1968, p.21,citado por el Pbro. David Nuñez en Fronteras de la obediencia cristiana de los fieles a las autoridades religiosas, incluido como apéndice en el libro de M. Roberto Gorostiaga. La misa, la obediencia y el Concilio Vaticano II. Ediciones Fundación. Buenos Aires, 1979, pp.167-186 particularmente nota 12 ,pp.178-179.
(4)     Cfr. Daniel Boira. La traducción "oficial" española de la nueva misa incluida en el volumen publicado por la revista Roma (81-82-83) y Una Voce Argentina bajo el titulo En defensa de la Misa. Editorial Iction. Buenos Aires, 1983, pp.135-149 particularmente p.135.
(5)     Cfr. Alfredo Cardenal Ottaviani y Antonio Cardenal Bacci. Breve Examen Critico del "Novus Ordo Missae". Editorial Iction. Buenos Aires, 1980. Traducción de Gustavo Corbi, pp.7-9 particularmente p.7.
(6)     Cfr. Onésimo Pardo de Andrade. El Cardenal Oddi nos da la razón. Iesus Christus. Año II Nº14 Noviembre/ Marzo de 1991, pp. 6-7.
(7)     Cfr. Mons. Marcel Lefebvre. Le destronaron. Del liberalismo a la apostasía. La tragedia conciliar. Roma Aeterna (104-105-106). Buenos Aires, 1987, p.21. En el desarrollo de las ideas del autor hemos seguido principalmente la primera parte El liberalismo. Principios y aplicaciones; pp. 13-107, y la segunda parte  El catolicismo liberal pp.109-143.
(8)     Cfr. Mons. Marcel Lefebvre. El golpe maestro de satanás. Editorial Iction. Buenos Aires, 1981. Traducción de Aída Araos, p. 50.
(9)     Cfr. Mons. Marcel Lefebvre, Op. Cit. nota 7, p. 10 y 117-118. La proposición condenada por el Syllabus que se cita (nota 5, p.118) es la  n.80, Dz.1780.
(10) Cfr. Mons. Marcel Lefebvre, Op. Cit. nota 7, pp. 135-137 particularmente p.135.
(11) Joaquín E. Meabe. La norma y la practica en el estudio del derecho. Una introducción critica al conocimiento jurídico. Bibliográfica Jurídica Paraguaya S.R.L. Asunción (Paraguay), 1999.V.Terminologia técnica del derecho utilizada en esta obra pp.93-177

6.Bibliografia.

-          Daujat, Jean. La Iglesia en el mundo moderno. Editorial Huemul S.A. Buenos Aires, 1966. Manuales huemul 13.Traduccion de Aída Aráoz.
-          Gorostiaga, M. Roberto . La misa, la obediencia y el Concilio Vaticano II. Ediciones Fundación. Buenos Aires, 1979.
-          Lefebvre, Mons. Marcel. El golpe maestro de satanás. Editorial Iction. Buenos Aires, 1981. Traducción de Aída Aráoz.
-          Lefebvre, Mons. Marcel. Si y no. Editorial Iction. Buenos Aires, 1978. Traducción de Roque Raúl Aragón.
-          Lefebvre, Mons. Marcel. Le destronaron. Del liberalismo a la apostasía. La tragedia conciliar. Roma Aeterna 104-105-106. Buenos Aires, 1987.
-          Lefebvre, Mons. Marcel. Acuso al concilio. Editorial Iction. Buenos Aires, 1978. Traducción de Domingo Demaría.
-          Meabe, Joaquín E.. La norma y la practica en el estudio del derecho. Una introducción critica al conocimiento jurídico. Bibliográfica Jurídica Paraguaya S.R.L. Asunción (Paraguay), 1999.
-          Ottaviani, Alfredo Cardenal y Bacci, Antonio Cardenal. Breve Examen Critico del "Novus Ordo Missae". Editorial Iction. Buenos Aires, 1980. Traducción de Gustavo Corbi.
-          Pardo de Andrade, Onésimo. El Cardenal Oddi nos da la razón. Iesus Christus. Año II Nº14 Noviembre/ Marzo de 1991.

-          Una Voce Argentina. En defensa de la Misa. Roma 81-82-83. Editorial Iction. Buenos Aires, 1983.