octubre 27, 2019

El Peronismo como Fascismo en el periodo 1943-1955

Notas sobre Estado y Sociedad /8
El Fascismo / 5


El Peronismo como Fascismo en el periodo 1943-1955

Andrés Salvador

Sanguinetti comparó a Perón con Mussolini

El ex presidente del Uruguay Julio María Sanguinetti comparó al ex presidente argentino Juan Domingo Perón con el dictador italiano Benito Mussolini, al señalar que “había una cierta similitud de origen” entre ambos.
El ex mandatario sostuvo que el peronismo “de alguna manera se emparenta también con el fascismo italiano” que condujo Mussolini desde los años previos hasta el final de la Segunda Guerra Mundial. “No quiero decir que eran idénticos”, aclaró Sanguinetti sobre los movimientos políticos en cuestión, “sino que había una cierta similitud de origen que luego deviene en situaciones distintas”.
El ex presidente del vecino país consideró que “el error es que ahora cuando se dice fascista se piensa en una dictadura de derecha, pero en aquellos años fue una variante de la izquierda”.
No es la primera vez que se compara al movimiento liderado por Perón con el que condujo en Italia “Il Duce”, puesto que numerosos historiadores han considerado que el ex presidente argentino tomó elementos de propaganda usada por el fascismo.
 
- Diario Popular, Buenos Aires, martes 27 de mayo de 2008, p. 9.


Juan Domingo Peron 1895 - 1974
Afiches peronistas 1946-1955
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1. Introducción

En este trabajo reunimos un conjunto de notas sobre el Peronismo como expresión del Fascismo en el periodo 1943-1955 para lo que se atiende a la posición asumida por el fascismo frente a la separación entre Estado y Sociedad como a su identificación con las ideas de socialismo nacional y tercera posición.


2. Antecedentes

El carácter Fascista del Peronismo como materia de controversia. El carácter fascista del peronismo ha sido materia de controversia desde su formación. En este sentido, al explicar la radical polarización de la opinión publica en las elecciones de febrero de 1946, Ricardo del Barco afirma que el contexto internacional “signado por el fin de la guerra y la derrota del nazi-fascismo y la creciente presión de los EE.UU. sobre la Argentina a propósito de nuestra neutralidad”  [Barco, 1983: 16] “llevó a una marcada polarización ideológica, entre “Nazi-Fascismo” y “Democracia”. Y como en toda polarización, los matices estuvieron ausentes. Términos como “democráticos” y “nazis” se cargaron en la política y en la sociedad de la época, de un contenido altamente emotivo y fueron utilizados como armas de combate para descalificar al adversario o prestigiar las propias posiciones” [Barco, 1983: 16].

Alberto Ciria señala que la llamada “Acción Argentina”, uno de los de los precedentes de la Unión Democrática[1], “había propugnado desde años atrás la unión de los partidos “democráticos” frente al “nazismo” [y] “[a]l identificar algo abusivamente nazismo con peronismo, la exigencia seguía en pie” [Ciria, 1985: 142].

No olvidemos que “quince días antes de la fecha fijada para la elección” y “la victoria de Perón parecía una posibilidad cada vez mayor” el Departamento de Estado de los Estados Unidos “introdujo deliberadamente el problema de las influencias nazifascistas en el régimen argentino” con la  publicación del Blue Book on Argentina [Peterson, 1985: 186] “haciendo públicas las pruebas de que disponía en el sentido de vincular al Coronel Perón y a algunos de sus ayudantes del G.O.U. con el régimen nazi de Alemania” [Ciria, 1985: 145][2].

Sería de particular interés estudiar la identificación del peronismo con el Nacionalsocialismo y el Fascismo en este contexto [3].


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En la literatura que ha abordado la cuestión, se encuentran quienes afirman que el peronismo es un fascismo, como Seymour Martín Lipset para quien si “se considera al peronismo como una variante del fascismo, es [...]  un fascismo de izquierda” [Lipset, 1964: 155][4] que posee “una ideología del estado fuerte, totalmente similar a la abogada por Mussolini” [Lipset, 1964: 152][5]; Carlos M. Rama sostiene que “entre las experiencias fascistas mundiales se debe incluir al peronismo argentino, realmente el único de los movimientos latinoamericanos que alcanzó el poder político y consiguió el control de un Estado” [Rama, 1979: 18][6]. Para Gino Germani[7]:

“La originalidad del peronismo consiste [...] en ser un fascismo basado en el proletariado y con una oposición democrática representada por las clases medias, circunstancia ésta que hubiera sido considerada absurda por los observadores europeos hace un cuarto de siglo.” [Germani, 1979: 336 nota 5][8].

Entre los que niegan que el peronismo sea un fascismo están Peter Waldmann,  quien afirma que si bien:

 “Es indudable que la persona y el estilo de gobierno de Mussolini ejercieron una considerable influencia sobre Perón e imprimieron a su gobierno características que provienen innegablemente del modelo italiano. Sin embargo, no debe sobrestimarse la influencia de éste u otro sistema fascista europeo sobre el peronismo” [Waldmann, 1985: 52-53][9].

Renzo De Felice entiende que “es inaceptable que se hable de fascismo [...] a propósito del peronismo argentino, que sin embargo podría ser el más parecido” [Felice, 1979: 102]. Ciria considera poco convincentes las opiniones “que para analizar el ‘peronismo’ proponen asimilaciones fundamentales [...] con movimientos totalitarios de Europa” [Ciria, 1985: 362][10].

José Enrique Miguens[11] que estudia lo que llama las acusaciones hechas al fenómeno social del peronismo y de su concreción política “de ser nazis, fascistas y antidemocráticos”, considera estas  como “deformaciones tendenciosas y sectarias” [Miguens, 1988: 20]; en tanto que Cristián Buchrucker[12], termina por ubicar al peronismo en la categoría de “populismo autoritario” [Buchrucker, 1999: 397].

3. Desarrollo

Concepto de Fascismo en este examen. En este trabajo partimos del concepto de Fascismo conforme lo establecimos en El concepto de Fascismo en el contexto de la separación de Estado y Sociedad [Corrientes, 2011].


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El Justicialismo como Fascismo. Independientemente de la relación material que Perón pudiera tener con el gobierno alemán Nacionalsocialista - cuestión esta en la que hay que reparar en la tarea de desinformación o propaganda negra británica[13] - o la admiración que pudiera experimentar por Mussolini, lo que debe notarse en el examen de la cuestión es que el Justicialismo, sin ser una reproducción mecánica de los fascismos europeos, tiende como estos a identificar al Estado con la Sociedad.

Es el propio Perón el que afirma la relación del justicialismo con el fascismo para lo que recurre a dos conceptos: Socialismo nacional y Tercera posición:

“Me ubiqué en Italia, entonces. Y allí estaba sucediendo una cosa: se estaba haciendo un experimento. Era el primer socialismo nacional que aparecía en el mundo. No entro a juzgar los medios de ejecución, que podrían ser defectuosos. Pero lo importante es esto: un mundo ya dividido en imperialismos, ya flotantes, y un tercero en discordia que dice: “No, ni con unos ni con otros, nosotros somos socialistas, pero socialistas nacionales”. Era una tercera posición entre el socialismo soviético y el capitalismo yanqui” [Luna, 1969: 74-75].



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Socialismo nacional, Tercera posición y Fascismo. En su libro La hora de los pueblos [1982], Perón identifica expresamente el Fascismo con dos conceptos:

  1. Socialismo nacional:

“Las ideologías encontradas habían perdido su importancia desde que los capitalistas y los comunistas se habían coaligado para aplastar al “tercero en discordia”, representado por Italia y Alemania. Desaparecía así toda posibilidad momentánea de un socialismo nacional y no quedaba, en consecuencia, como tendencias ideológicas, sino el capitalismo y el comunismo.” [Perón, 1982: 174][14].

  1. Tercera posición:

 “La fuerza que había aplastado al socialismo nacional naciente en la Europa de preguerra, no había podido sin embargo impedir que otros socialismos nacionales surgieran en el mundo, impuestos por una evolución indetenible y es así que, dentro del esquema de entonces, surge una “tercera posición” tan distante de uno como de otro imperialismo.” [Perón, 1982: 174].


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Socialismo nacional, Tercera posición y Justicialismo. También en La hora de los pueblos [1982] Perón  establece la correspondencia entre Justicialismo y Socialismo Nacional [= Tercera posición (Luna, 1969: 75)]:

“En nuestro país, ese grupo de jóvenes coroneles, ya en 1943, adelantándose previsoramente a cuanto había de ocurrir en los veinte años subsiguientes, concibió la Revolución Justicialista, destinada a cumplir los mismos fines: encarar una reforma incruenta que, sin violencias inútiles, transformara la comunidad argentina, abiertamente liberal, capitalista y burguesa  por imposición de sus metrópolis, en un socialismo nacional cristiano más a tono con las formas que el mundo comenzaba a vivir. Ese es el punto de partida del Movimiento Justicialista.” [Perón, 1982: 174].

Un interesante testimonio sobre la identificación entre Socialismo nacional, Tercera posición y Justicialismo es el de Juan José Güiraldes quien, al referirse al movimiento del 4 de junio de 1943, afirma:

“Y aparece eso que todavía influye en nuestros días en muchos compatriotas, el que ante el eventual fracaso del capitalismo –para llamarlo con el nombre que le pone Marx-,  las clases menos pudientes, llevadas por la desesperación, buscan soluciones que son remedios peores que los males./ Es evidente que con esto, después, en nuestro país, como consecuencia de algo a lo que no era totalmente ajeno el 4 de junio de 1943, es por donde aparece Perón, y esto era la “tercera posición”, es decir, ni comunismo ni capitalismo… nacional-socialismo.” [Güiraldes,1983: 64] [15].


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Estado, Sociedad, Movimiento y Líder. En la identificación del Estado [por via del Partido Peronista que expresa al Movimiento (Peronista) cuya columna vertebral son los Trabajadores] con la Sociedad [entendida como Comunidad Organizada] que intenta el Justicialismo, debe atenderse al uso que en relación a ello se hace de la idea de Movimiento y de la figura del Lider:

“En la tradición peronista, el movimiento (el movimiento peronista) significa la integración del pueblo al Estado, efectuada por la mediación simbólica del general Perón y también de su esposa Eva Perón con el fin de conquistar una auténtica autonomía nacional” [Bunuel, 1992: 128].

Es por ello que, como explican Ines Dussel y Pablo Pineau, en el peronismo:

“En cierta forma, el emisor y el receptor es el mismo, ya que el primero se identifica con el pueblo organizado con acceso al aparato del Estado, representado en la figura del Líder, y el segundo con las masas obreras o descamisadas.” [Dussel – Pineau, 1995: 126].



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Socialismo y lucha de clase en el Fascismo y en el Justicialismo. Al estudiar el uso del término Socialismo en relación al fascismo, observemos que este, como sostiene Mussolini en su articulo de la Enciclopedia Italiana, recusa la existencia de una  lucha de clase invariable y permanente, así como que esta pueda ser la fuerza preponderante en la transformación de la sociedad [Sabine, 1982: 641], de forma análoga, Carlos Berraz Montyn, en su Ensayo sobre las Verdades Fundamentales del Justicialismo [1951] escribía sobre este asunto que desde esta perspectiva:

 “Es preciso recordar muy puntualmente que la lucha de clases no debe considerarse sino como  estado anormal de la sociedad; lo bien regido es incompatible con semejantes estados de hecho, que suponen desorden y desequilibrio, por lo cual los gobernantes prudentes y bien inspirados deben poner su primer cuidado en remover toda causa perturbadora de la paz social y esto se consigue mediante la justicia y la igualdad.”

 Seguidamente Berraz Montyn cita un discurso de Perón del 9 de abril de 1949 en que este afirma:

“La lucha de clases no puede ser considerada hoy en ese aspecto que ensombrece toda esperanza de fraternidad humana. En el mundo, sin llegar a soluciones de violencia, gana terreno la persuasión de que la colaboración social y la dignificación de la humanidad constituyen hechos no tan sólo deseables cuanto inexorables. La llamada lucha de clases, como tal, se encuentra en un plano de superación. Esto, en parte, era un hecho presumido. La situación de lucha es inestable, vive de su propio caldo, consumiéndose hasta obtener una decisión. Las llamadas clases dirigentes de épocas anteriores no podían sustraerse al hecho poco dudoso de sus crisis. La humanidad tenia que evolucionar forzosamente hacia nuevas concepciones vitales y lo ha hecho” [Berraz Montyn, 1951: 73].


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Bibliografía

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[1] Explica Miguens que los grupos tan disímiles que integraban la Unión Democrática pretendieron “reproducir aquí en la Argentina la alianza bélica de conveniencia de las grandes potencias mundiales, entre plutocracia y comunismo, viéndose ellos fantasmalmente como heroicos luchadores contra un imaginario nazi-nipo-fascismo local” [Miguens, 1988: 19]; sobre esto y en una interpretación marxista de la participación en ella del Partido Comunista, Fernando Nadra escribe:

“Mientras en el mundo el nazi fascismo firmaba su rendición incondicional, después que el Ejercito Soviético clavó la bandera roja en lo alto del Reichstag, en la Argentina tenía lugar aún un episodio de la lucha antifascista./ Debido al combate antifascista de nuestra clase obrera y de nuestro pueblo, y en buena medida gracias a la decisión y al gigantesco trabajo desplegado por nuestro partido, inspirado en su Xº Congreso, se llegó a constituir el movimiento o alianza democrática y antifascista, llamado Unión Democrática, no sin haber librado una ardua lucha ideológico-política. Y aunque sólo se logró un acuerdo electoral, con él había que enfrentar a las fuerzas profascistas, ahora encubiertas con la máscara obrerista, en lo que tampoco se diferenciaban mucho de Hitler y Mussolini./ Así eran las cosas, crudamente planteadas, en 1945.” [Nadra, 1971: 22].

Como observa Ernestina Garrido la Unión Democrática fue un:

“verdadero Yalta vernáculo donde convergieron desde el entonces embajador norteamericano Braden hasta el Partido Comunista” [Locchi, 1991: 8].

En relación al antifascismo de la Unión Democrática escribe  Juan José Hernandez Arregui:

“Y así, mientras el 17 de octubre de 1945, el pueblo anónimo y revolucionario se movilizaba en la lucha antiimperialista, contra él se agrupaban en la Unión Democrática, al grito de ¡Viva Braden!, las fuerzas de la oligarquía, del imperialismo y de los partidos políticos en descomposición, enmarcando su antifascismo teórico con insultos al proletariado argentino que salía a la calle con formidable decisión histórica. Esos demócratas eran mas antifascistas que Winston Churchill, quien en alguna oportunidad le confeso a Mussolini: “De ser yo italiano, Duce, puede estar seguro que también sería fascista. Tales partidos democráticos, mientras el pueblo argentino se enfrentaba con el imperialismo, pidieron –hecho único en la historia- la “intervención armada extranjera”. Y esto es también verdad para vergüenza de una época.” [Hernandez Arregui, 1959: 60].

[2] Ciria cita aquí a Edmund Smith Jr., Diplomacia yanqui (Intervención de los Estados Unidos en la Argentina), trad. de Amelia Aguado, Buenos Aires, Palestra, 1965, p.156 (Ciria, 1985: 152 nota 95).

[3] En este sentido es instructiva la obra de Joseph A.Page, Perón – Primera Parte (1895-1952) [1984], en particular el capitulo titulado <El estigma Nazi-fascista> [pp.107-112].

[4] Sobre el concepto de izquierda en este autor y su  empleo en relación al fascismo peronista cf. Lipset, 1964: 155 nota 76.

[5] Véase de este autor <Peronismo: El “Fascismo” de la clase baja> en Lipset, 1964: 152-155; señala Lipset que  “Debería destacarse que a veces Perón aceptaba su vinculo con el fascismo y ensalzaba a Hitler y a Mussolini.” [Lipset, 1964: 152 nota 68].

6] Según Alberto Ramón Leal, Peter Worsley en El concepto de Populismo, al describir los rasgos fundamentales del populismo, concepto que aplica al peronismo y al “getulismo” de Vargas, entiende que:

 “Las experiencias y doctrinas fascista fueron imitadas a través de programas de bienestar social (políticamente capitalizados por Evita, esposa de Perón), de la seudo participación popular (siempre la comunicación es en un solo sentido) a través del contacto masivo con el líder, en reuniones gigantescas, y la organización de las masas trabajadoras en sindicatos autoritarios, dirigidos por agentes del partido dominante. Ciertos rasgos de violencia y ataque permanente a las libertades públicas de la oposición, acentúan el parentesco de estos populismos de derecha con el fascismo. El anticomunismo simultaneo con el proclamado antiimperialismo, contribuye a fijar la “tercera posición” que a veces declararon o practicaron, en apariencia, estos movimientos.” [Leal, 1974: 196].

[7] Cf. <La seudosolución totalitaria y el caso argentino> en Germani, 1979: 335-353.

[8] Anotemos que remiten a Germani: Lipset, 1964: 153 nota 70 [120 nota 8];  Ciria, 1985: 367 nota 54 y De Felice, 1979: 102 nota 38.

[9] Según Waldmann “[e]sto se aplica tanto al fascismo italiano y al nacionalsocialismo, como también a las formas de Estado autoritario desarrolladas en la Península Ibérica” [Waldmann, 1985: 98 nota 6]; refiriéndose al principio del líder como una de las ideas rectoras del peronismo escribe “Tal principio es destacado como rasgo característico del gobierno peronista, sobre todo por aquellos autores que han visto en éste una variante del fascismo o -lo que es menos frecuente- del nacionalsocialismo.”  [Waldmann, 1985: 52], señalando en nota a estos autores: Reynaldo Pastor, Frente al totalitarismo peronista, Buenos Aires, 1959; Raúl Damonte Taborda, Ayer fue San Perón, Buenos Aires, 1955; Armando  Alonso Piñeiro, La Dictadura peronista, Buenos Aires, 1955; Ezequiel Martínez Estrada, ¿Qué es esto? Catalinaria, Buenos Aires, 1956;  Américo Ghioldi, De la Tiranía a la Democracia Social, Buenos Aires, 1956 y Silvano Santander, Técnica de una Traición, Juan D. Perón y Eva Duarte Agentes del Nazismo en la Argentina, Buenos Aires, 1955 [Waldmann, 1985: 98 nota 5].

Señalemos que Felix Luna califica al libro de Silvano Santander [edición de Montevideo, 1953] como uno “por momentos delirante” y nos informa de una respuesta de Carlos von der Becke titulada Destrucción de una infamia [Buenos Aires, 1956] [Luna, 1969: 71 nota 8].

[10] Sobre el peronismo como movimiento de masas parecido al fascismo y el cuestionamiento de esta “visión simplista” cf. Ciria, 1985: 367 nota 53.

11] Cf. <Deformaciones tendenciosas del fenómeno peronista> en Miguens, 1988: 18-47.

[12] Cf. <Peronismo y Fascismo> en Buchrucker, 1999: 392-399.

[13] Escribe Page:

“Los rumores sobre la llamada fortuna de Perón rastrean los orígenes de su acumulación de riquezas hasta el dinero que él y Evita supuestamente ganaron vendiendo pasaportes. Un articulo reciente, por el contrario, informa que las historias de que los altos jefes nazis convirtieron sus fortunas en oro y se fugaron de Europa en submarinos en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial tendrían origen en una campaña británica de desinformación o “propaganda negra”, destinada a convencer a los soldados y civiles alemanes de que sus líderes  los estaban abandonando.” [Page, 1984: 110].

El articulo citado es de R. Newton, “Indifferent Sanctuary: German-Speaking Refugees and Exiles in Argentina, 1933-1945”, Journal of Inter-American Studies and World Affaire, Vol. 24, noviembre 1982, p. 395 [Page, 1984: 324 nota 10].

[14] José Antonio Primo de Rivera establece la identificación  Fascismo = Socialismo Nacional cuando refiriéndose a Azaña expresa:

“¡Qué lástima! Un hombre capaz de emocionarse, de exaltarse así, con verdadera elocuencia cuando habla de la grandeza de España, mientras esos otros energúmenos que le rodean sólo piensan en su destrucción y en su hundimiento, debería tener la consecuencia y el valor de tirar por la borda todos los lastres de plebeyez y de vulgaridad demagógicas. ¡Qué lástima!, porque él sería el jefe natural de un fascismo español, de un socialismo nacional, que nos ahorraría toda la sangre y los sacrificios que han de venir. Y cuánto más cómodo le resultaría a él que a mi, puesto que tiene de un modo inmediato lo que a mí me falta; yo para las masas seguiré siendo, aún por mucho tiempo, un señoriíto, el hijo del dictador” [Hervás, 1996: 16].

[15] Mas adelante agrega Güiraldes:

 “Yo creo que todo el error del peronismo es haber querido adoptar un esquema que pareció, en algún momento, que podía ser una solución en el mundo y que después no solamente fracasa en su lugar de origen, sino que fracasa bélicamente, es derrotado.” [Güiraldes, 1983: 64].