Andres Salvador, Materiales para el estudio de los antecedentes de la idea de representación y formación de los partidos políticos, Facultad de Derecho y Ciencias Sociales y Políticas - Universidad Nacional del Nordeste (UNNE) - Cátedra B (2017). Sujeto a revisión.
Posición del sujeto en la agregación política del mundo antiguo. En el mundo antiguo como bien observa
Aristóteles la agregación política [aquí la polis
= Ciudad] es anterior al individuo: “es evidente que la ciudad es por
naturaleza y es anterior al individuo (…) Y el que no puede vivir en comunidad,
o no necesita nada por su propia suficiencia, no es miembro de la ciudad sino
una bestia o un dios (I,14)” [recordemos
que para Aristóteles: “la ciudad es una de las cosas naturales, y que el hombre
es por naturaleza un animal social, y que el insocial por naturaleza y no por
azar es o un ser inferior o un ser superior al hombre” (I,9)][1].
En este contexto las libertades privadas
[el individuo como particular] que integran
lo que Benjamin Constant llama libertad
de los antiguos se caracteriza por el hecho de: “la subordinación absoluta
del individuo a la autoridad del todo (…) la autoridad del cuerpo social se
interpone e importuna la voluntad de los individuos (…) En las relaciones más
domésticas, la autoridad interviene igualmente (…) Las leyes regulan las
costumbres y como las costumbres lo abarcan todo, no hay nada que las leyes no
regulen (…) entre los antiguos, el
individuo, soberano casi habitual en todos los asuntos públicos, es esclavo en
todas las relaciones privadas (…) como particular está circunscrito, es
observado, reprimido en todos sus movimientos; como parte del cuerpo colectivo,
puede ser a su vez privado de su estado, despojado de su dignidad, desterrado,
condenado a muerte, por la voluntad discrecional de la colectividad de la cual
es parte” (Constant).
El sujeto político se piensa como
parte de un agregado anterior antes que como individuo, de allí que Constant afirme: “Los antiguos, como dice
Condorcet, no tenían idea de los derechos individuales. Los hombres no eran,
por así decirlo, más que máquinas para las cuales la ley regulaba los resortes
y dirigía las ruedas”[2].
Hay pues un: “sometimiento de la existencia individual al cuerpo colectivo”
(Constant).
Ejercicio de la soberanía por
el individuo en los asuntos públicos en el mundo antiguo. Ahora bien la libertad de los antiguos para el individuo,
parte del agregado socio-político [=cuerpo social / cuerpo colectivo /
colectividad], en los asuntos públicos
[el individuo como ciudadano]:
“consiste en ejercer colectiva y (…) directamente varias partes de la
soberanía”[3]
lo que constituye una fundamental diferencia respecto del modo que en orden a
esos asuntos se ejerce la libertad de los
modernos, que examinaremos más adelante, en efecto: “La participación que
en la Antigüedad tenían todos en la soberanía nacional no era, como ahora, una
suposición abstracta. La voluntad de cada uno representaba una influencia real:
el ejercicio de la voluntad era un placer vivo y repetido. Como resultado, los
antiguos estaban dispuestos a hacer grandes sacrificios para la preservación de
sus derechos políticos y de su participación en la administración del Estado”
(Constant). “la libertad de los antiguos (…) consistía en la participación
activa y constante en el poder colectivo” (Constant).
En concreto debido a que en la Ciudad Antigua “el individuo se había perdido de alguna
manera en la nación, y el ciudadano en la ciudad.” (Constant) el sujeto
integrado en el cuerpo colectivo que
detenta la <soberanía nacional> ejerce partes de esta <soberanía> de forma tanto colectiva como directa, por ello como explica Constant el sistema representativo: “es un descubrimiento de los modernos (…)
[ya que] el estado de la especie humana en la Antigüedad no permitía a una
institución de esta naturaleza introducirse o establecerse”.
En sentido estricto entre los
antiguos (en la Ciudad) no hay representación tal como se entenderá en
la modernidad: “En el mundo antiguo (…) era imposible la existencia de un
gobierno popular regular fuera de los muros de una poblacion, de una ciudad,
porque las condiciones físicas indispensables para formar y propagar una
opinion no se encontraban sino entre aquellos que podian reunirse i discutir
los asuntos públicos en la misma agora.
Créese generalmente que este obstáculo ha desaparecido desde la adopcion del
sistema representativo” [John Stuart Mill, El
gobierno representativo, ed. Administración la Biblioteca
Científica-Literaria (Sevilla) – Librería de Victoriano Suarez (Madrid), 1878,
p. 18].
“Ciertos grupos de poblacion,
como los habitantes de una ciudad antigua ó los de algunos pueblos de Asia,
pueden haber contraido el hábito de ejercitar sus facultades en el manejo de
los intereses de la ciudad ó de su aldea: pueden llenar las exigencias de un
Gobierno popular en los estrechos limites de su localidad, pero permaneciendo
estraños í todo uso, á toda capacidad de atender los intereses de otras muchas
ciudades semejantes” (Stuart Mill, p. 111).
La libertad de los antiguos (Constant) se corresponde a los que Isaiah
Berlin llama libertad positiva [esto es
“el ser libre para algo” lo que supone pensar la libertad del actor social como
“sujeto” (Berlin)] ahora esta libertad era posible porque el hecho de ser
hombre no implicaba el ser sujeto de derecho y menos aún sujeto político: “Sin
la población esclava de Atenas, veinte mil atenienses no hubieran podido
deliberar cada día en la plaza pública” (Constant).
“El objetivo de los antiguos era
el reparto del poder social entre todos los ciudadanos de una misma patria; eso
era lo que llamaban libertad” (Constant)[4].
Posición del sujeto en la agregación social del mundo medieval
En la Edad Media el agregado
anterior del cual el sujeto político se piensa parte se representa en términos
de estamento y como resultado de ello
explica Erich Fromm: “Al poseer desde su nacimiento un lugar determinado,
inmutable y fuera de toda discusión, dentro del mundo social, el hombre se
hallaba arraigado en un todo estructurado, y de este modo la vida poseía una
significación que no dejaba ni lugar ni necesidad para la duda. Una persona se
identificaba con su papel dentro de la sociedad; era campesino, artesano,
caballero, y no un individuo a quien
le había ocurrido tener esta o
aquella ocupación. El orden social era concebido como un orden natural, y el
ser una parte definida del mismo proporcionaba al hombre un sentimiento de
seguridad y pertenencia” (Fromm, p. 68).
La obligación de consejo en
el feudalismo y las instituciones estamentales representativas En función de
los pactos feudo-vasalláticos, el vasallo se comprometía a prestar al señor
servicios de consejo y auxilio —concilium et auxilium— y será esta obligación
de consilium la que “subyacía en la
participación de la élite urbana” (Carlos Astarita, Del feudalismo al
capitalismo: Cambio social y política en Castilla y Europa, pg. 103) en
instituciones estamentales representativas como las Cortes [que derivan de la Curia
regia y con mayor precisión de un tipo particular de la misma llamada Curia Plena o Pregonada] en los reinos cristianos de la península ibérica (1188),
los États généraux = Estados
Generales en el royaume de France = reino de Francia (1302), o el Model Parliament = Parlamento Modelo, término
utilizado para el Parlamento de Inglaterra del rey Eduardo I en 1295 [desarrollado a
partir del Magnum Concilium = Gran
Consejo que aconsejó al rey durante la época medieval que se corresponde al
papel del Conseil du Roi en Francia].
Ahora el consejo es ante bien una servidumbre resultado del contrato
sinalagmático que supone la relación de
Vasallaje que propiamente el <Derecho> de un sujeto político pensado en
términos de <individuo> y las instituciones
estamentales representativas son un modo
de materializar la relación entre el Rey y el Reino que se articulan por relaciones
vasalláticas, en este sentido por ejemplo la representación del tercer estado, común o pueblo llano no
alcanza a los campesinos sino a las élites urbanas de ciertas ciudades a las
que se concedía <voto en Cortes>, por lo que tampoco puede identificarse dicha
representación con la que se observa en las democracias
representativas de la Edad Contemporánea [no es un dato menor que el
término democracia representativa es
utilizado por primera vez por Alexander Hamilton en 1777[5]]
Posición del sujeto en la agregación social del mundo moderno
Entre los modernos la libertad:
“consiste en el disfrute pacífico de la independencia privada” (Constant) es
decir que “El objetivo de los modernos es la seguridad en el goce privado y
llamamos libertad a las garantías concedidas por las instituciones para ese
goce” (Constant) en consecuencia “los individuos tienen derechos que la
sociedad debe respetar” (Constant).
Por ello la libertad de los modernos se corresponde con la libertad negativa [“el estar libre de algo” lo que supone pensar la
libertad del actor social como “objeto” (Berlin): “En este sentido la libertad
política es (…) el ámbito en que un hombre puede actuar sin ser obstaculizado
por otros (…) Sólo se carece de libertad política si algunos seres humanos le
impiden a uno conseguir un fin” (Berlin)]
que Constant la describe en estos términos: “En primer lugar, pregúntense
ustedes, señores, lo que hoy en día entiende por la palabra libertad, un
inglés, un francés, un estadounidense. Para cada uno de ellos consiste en el
derecho de no someterse sino a las leyes, de no ser ni arrestado, ni detenido,
ni ejecutado, ni maltratado de ninguna manera, a causa de la voluntad
arbitraria de uno o varios individuos. Es para cada uno de ellos el derecho de
decir su opinión, de elegir una profesión y ejercerla, de disponer de su
propiedad, incluso abusando de ella; de ir, de venir sin permiso y sin dar
explicación de sus motivos o de sus procederes. Es para cada uno de ellos el
derecho de reunirse con otros individuos, ya sea para compartir sus intereses o
profesar el culto que él y sus asociados prefieran, ya sea simplemente para
colmar sus días o sus horas de la manera más acorde a sus inclinaciones, a sus
fantasías” (Constant).
Comprensión de la evolución de la libertad de o positiva de los antiguos a la libertad para o negativa de los modernos La comprensión de “la evolución
de la libertad de a la libertad para” (Fromm, p.154) [Tengamos
presente que según Fromm estas: “dos tendencias contradictorias (…) corren
paralelas o, con más precisión, se entrelazan de continuo” y que en “algunos
períodos y en ciertos grupos sociales” la libertad humana en uno de sus
sentidos puede constituir el factor dominante (Fromm, p.154)] condición
necesaria para localizar en su contexto el asunto de la representación requiere atender a las consecuencias de la:
“libertad de los vínculos tradicionales de la Edad Media” (Fromm, p.134.
Negrita mía).
En la sociedad antigua medieval
se advierte una con-fusión [fusión-con]
entre el espacio teórico y material de lo público con el espacio teórico y
material de lo privado: “En las cosas que nos parecen más útiles, la autoridad
del cuerpo social se interpone e importuna la voluntad de los individuos”
(Constant) así: “Todas las acciones privadas están sometidas a una vigilancia
severa. Nada se dejaba a la independencia individual, ni las opiniones, ni las
profesiones, ni sobre todo la religión. La facultad de elegir su religión,
facultad que nosotros consideramos como uno de nuestros derechos más preciados,
habría parecido para los antiguos un crimen y un sacrilegio” (Constant) de esta
forma por ejemplo: “En Roma, los censores llevan un ojo escrutador al interior
de las familias. Las leyes regulan las costumbres y como las costumbres lo
abarcan todo, no hay nada que las leyes no regulen” (Constant). [La
correspondencia entre el ámbito de lo Público
con lo Privado lleva a una
correspondencia del Derecho Público
(Leyes) con el Derecho Privado
(Costumbre)[6]]
Posición del sujeto en la agregación política del mundo moderno: El sistema representativo
La noción de Estado es resultado
de la modernidad, en donde el Estado y la Sciedad, si bien están
interconectados, se muestran diferenciados. Así, lo político, lo público, lo general
se presenta separado y autónomo de lo privado[7].
La separación teórica entre
Estado y Sociedad da lugar al problema
de la representación de la Sociedad en el plano del Estado, momento en donde
los partidos políticos se presentan como una instancia de mediación entre
Estado y Sociedad, y consecuentemente a:
“La institución de la representación, como mecanismo a través del cual la
deliberación pública y las decisiones de gobierno se trasladan desde el titular
de la soberanía democrática (el pueblo) hacia sus agentes (los representantes)”
(Malamud)[8].
La Sociedad (el pueblo) es
re-presentada en el plano del Estado (los representantes) en: “el órgano de
representación política por excelencia (…) al que la ascendente burguesía fue
constituyendo en herramienta de control de las medidas de gobierno: el
parlamento (Oppo 1982)” (Malamud).
A consecuencia de esta separación
el individuo independiente en el
plano de la Sociedad [a la que corresponde la Vida privada] se presenta [en apariencia]
como soberano en el plano del Estado:
“Entre los modernos, (…) el individuo – independiente en su vida privada– no
es, incluso en los Estados más libres, soberano sino en apariencia. Su
soberanía está restringida, casi siempre suspendida; y si en épocas concretas
(aunque raras), durante las cuales se le satura de precauciones y obstáculos,
ejerce esta soberanía, no es sino para abdicarla después” (Constant) se trata
entonces de “una participación ideal en una soberanía abstracta” (Constant).
Relación entre la libertad de
los modernos y el sistema representativo La relación entre la libertad de los modernos y el sistema representativo es
señalada por Constant cuando afirma: “Nos hace falta la libertad y la
tendremos, pero como la libertad que nos hace falta es diferente a la de los
antiguos, esta libertad necesita otra organización distinta a la que le
convendría a la libertad antigua” (Constant); para la libertad antigua: “entre
más consagraba el hombre tiempo y fuerza al ejercicio de sus derechos
políticos, más se creía libre” (Constant) en tanto, para los modernos: “en la
especie de libertad, de la cual somos susceptibles, en la medida que el
ejercicio de nuestros derechos políticos nos deje tiempo para nuestros
intereses privados, la libertad nos será más preciosa. / De ahí viene, señores,
la necesidad del sistema representativo. El sistema representativo no es otra
cosa que una organización que permite a la nación descansar sobre algunos
individuos lo que no quiere o no puede hacer ella misma” (Constant).
En otros términos: “El sistema
representativo es un poder otorgado a un determinado número de personas por la
masa del pueblo, que quiere que sus intereses sean defendidos y que sin embargo
no tiene tiempo de defenderlos siempre por sí mismas” (Constant).
El sistema representativo subyace
a la forma en que la libertad se presenta a los modernos, para los cuales esta:
“En fin, es el derecho, para cada uno de ellos, de influir en la administración
del gobierno, ya sea para el nombramiento de todos o de algunos funcionarios,
ya sea para las representaciones, las peticiones, las solicitudes, a las que la
autoridad está más o menos obligada de tomar en consideración” (Constant).
De las Facciones políticas a los Partidos políticos
Facción política Los partidos políticos tienen su origen en un
escenario teórico que distingue entre Estado y Sociedad, por lo que para
designar a los grupos con un común propósito político que actúan en escenarios
donde, en un plano material y teórico,
no está presente dicha distinción, empleamos el termino facción política [=Political faction].
Origen del termino: El término facción políticas se toma de uno de los Ludi (en latín, juegos, en singular, ludus)
romanos más populares, el de la carreras
de carros (Latin: ludi circenses)
En la antigua Roma la palabra
latina factio denota originalmente a
cualquiera de los equipos de contendientes para la carrera de carros en el circus, cada uno distinguible por el
color de su vestido [Online Etymology Dictionary, entrada: faction (n.1)].
Las cuatro facciones más
importantes fueron los Rojos, los Azules, los Verdes y los Blancos, según escribe
Tertuliano a principios del siglo III originalmente había dos facciones:
“Carros, siendo por estos
inventores puesta en uso, con buena razón causó que los carreteros
también sean vestidos en los colores de la idolatría. En el principio había dos
caballos solamente, blanco y rojo” y explica: “El blanco era sagrado para el
invierno debido a la nieve blanca, la roja para el verano debido al
enrojecimiento del Sol. Pero después, cuando la lujuria, así como la
superstición habían avanzado en el crecimiento, algunos consagraron el rojo a
Marte, otros el blanco de los Céfiros, y un verde alguno además a la Madre
Tierra o para la Primavera, un azul alguno para el Cielo y el Mar o para el
Otoño. Pero al ver que cada suerte de idolatría es condenada de Dios, seguramente
esto también es condenado, que es la oferta no consagrada a los elementos del
universo” [Tertuliano (De spectaculis 9.5)
en: C. Dodgson, Tertullian Vol. 1. Apologetic and Practical Treatises.
(1842). pp.187-219. De Spectaculis / Of
Public Shows, IX. Trad. cast. de Andrés Salvador].
Con el tiempo, las corrientes
políticas podrían llegar a ser asociadas con algún equipo, en Constantinopla Bizantina,
dos de esas facciones de carro, azul y verde, repetidamente hizo o rompió las
demandas de candidatos al trono imperial.
En la raíz del poder político eventualmente
adquirido por las facciones estaba el hecho de que desde mediados del siglo V,
la creación [Real Academia Española, Diccionario
de la lengua española, entrada: creación,
3. f. Acción de crear (hacer a
alguien lo que antes no era)] de un emperador requería que el debiera ser
aclamado por el pueblo [Liebeschuetz, John Hugo Wolfgang Gideon (2003).
"Shows and Factions". The
Decline and Fall of the Roman City. Oxford, United Kingdom: Oxford
University Press, p. 211].
Las facciones también intervenían
en materia teológica aun cuando la hipótesis que sostiene que los Verdes
tendían al Monofisismo mientras que
los Azules permanecían en la Ortodoxia
esté en disputa [Evans, James Allan Stewart (2005). "The Nika Revolt of
532". The Emperor Justinian and the
Byzantine Empire. Westport, Connecticut: Greenwood Publishing Group, p. 17;
Liebeschuetz 2003, p. 215]
Ejemplos de facciones políticas: Las siguientes son algunas de las
facciones políticas del mundo antiguo, medieval y moderno [en este caso cuando
la distinción entre Estado y Sociedad es material pero aun no teórica como
ocurre en el siglo XVIII y primeras décadas del XIX]:
Optimates y populares en el
Senado Romano: Los optimates (del
latín optimātes, 'los hombres
excelentes' también conocidos como los boni,
"Buenos Hombres") y los popularii
('[a favor] del pueblo', en singular popularis)
Son facciones de la República romana tardía (a partir de finales del siglo II
a. C). P. A. Brunt los describe en estos
términos: “La destrucción de Tiberio y de toda su política como tribuno dividió
al pueblo en dos partes. Los plebeyos, que ahora significaba los pobres, contra
la facción de la “nobleza”, los “pocos” que dominaban el Senado y pretendían
conservar esa autoridad; en ocasiones identifica virtualmente la facción con el
Senado. Estos hombres tiranizaban al Estado; los plebeyos buscaban la libertad.
/ Los optimates incluyen toda la
clase de la que provienen los senadores, la nobleza campesina, los comerciantes
y aun los libertos. Son optimates
todos los que en política cumplen con el deber de servir a los deseos, los
intereses y las opiniones de los “buenos y los prósperos”. / Los populares
solían proponer, en desafío con el Senado, la distribución de tierras y de
granos o la disminución de las deudas; los optimates
se resistían en nombre de los derechos de propiedad o la economía pública. /
Los optimates, eran por cierto,
oligárquicos. Los populares,
democráticos” y agrega: “Ni los populares
ni los optimates constituían partidos
de una vida permanente” [P. A. Brunt, Conflictos
sociales en la República Romana (Plebeyos contra patricios)] en sentido
estricto no son partidos.
Güelfos y gibelinos durante la
Edad Media:
Los güelfos [en italiano Guelfo,
plural Guelfi, forma italiana de Welf, la familia a la que pertenecía Enrique V (1086 – 1125) último
emperador de la dinastía salía o
dinastía francona] y gibelinos [por el castillo de Waiblingen
de los la casa de los Hohenstaufen de Suabia] [Cantù, Cesare (1855). Historia
universal 6. Imp. de Gaspar y Roig. p. 758] son facciones que apoyaban al Papa
y al Santo Emperador Romano respectivamente, en las ciudades-estado italianas
del centro y norte de Italia durante los siglos 12 y 13, y se asocia a la lucha
por el poder entre el Papado y el Sacro Imperio Romano que había surgido con la
Querella o Disputa de las Investiduras, que comenzó en 1075 y terminó con el
Concordato de Worms en 1122. Sin embargo, en Italia la división entre güelfos y
gibelinos persistió hasta el siglo 15.
Jacobinos y girondinos en la
Francia revolucionaria: En la Revolución francesa los jacobinos [del francés jacobin;
propiamente 'dominico', por celebrar sus reuniones en el convento dominico de de
Saint Jacques (San Jacobo), derivado del latín Iacobus 'Jacobo', por alusión al hospicio de peregrinos de Santiago
de Compostela del que se encargaban estos religiosos (Real Academia Española, Diccionario
de la lengua española, entrada: jacobino, na)] eran los miembros del grupo
político llamado Société des amis de la Constitution
[= Sociedad de Amigos de la Constitución], llamado Club breton, y más conocido entonces bajo el nombre de club des Jacobins [= club de los Jacobinos],
republicanos, defensores de la soberanía popular, propugnaban el sufragio
universal, y su visión de la indivisibilidad de la nación los llevaba a
defender un estado centralizado; girondinos
[del francés girondin, porque el grupo
se formó en torno a algunos diputados del departamento francés de Gironda (Real
Academia Española, Diccionario de la lengua española, entrada: girondino, na)] es
el nombre dado a un grupo político moderado y federalista de la Assemblée nationale législative [= Asamblea
Nacional Legislativa] (1791 - 1792) y de la Convention
nationale [= Convención Nacional] francesa (1792 - 1795).
Tories y Whigs: En mayo de
1679, Anthony Ashley-Cooper, primer conde de Shaftesbury, presentó a la cámara
baja el Exclusion Bill [= proyecto de ley de exclusión], una ley
tendente a la exclusión de Jacobo, Duke of York (1633 – 1701), convertido al catolicismo,
de la sucesión al trono de Escocia y de Inglaterra e Irlanda dando origen a la
llamada Exclusion Crisis [= Crisis de Exclusión] (1679 – 1681).
Para prevenir que este proyecto
fuera aprobado como ley, Carlos II (1630 – 1685) había disuelto el parlamento
en julio de 1679, y cuando un nuevo Parlamento fue elegido poco tiempo después,
Carlos simplemente se negó a convocarlo a reunión. Entonces recibió una lluvia
de peticiones pidiéndole que reuniera el parlamento. Los partidarios de la
corte, llamados Abhorrers (del inglés
abhorrence: antipatía, aversión,
odio) por su antipatía y repulsión hacia la acción de aquellos que habían
firmado peticiones, se reunieron en la facción política, fundada por Thomas
Osborne, Earl of Danby (1632 – 1712), llamada Tory (insulto, derivado de la palabra del Oriente de Irlanda tóraidhe, Irlandés moderno tóraí – fuera de ley, ladrón, de la
palabra irlandésa tóir, que significa
'persecución', desde que los fuera de ley
fueron "hombres perseguidos") en tanto que los 'Petitioners', que sostuvieron activamente el texto de la ley, son
el origen de los Whig (inicialmente un insulto: 'whiggamore', un conductor de
ganado). [Encyclopædia Britannica: "Whig and Tory" (21014)].
La facción Tory cesó de existir como una entidad política
organizada a principios de los 1760s, pero en el siglo XIX se reconstituiría
como Tory party en tanto los Whigs que
dominan la política inglesa a lo largo de prácticamente todo el siglo XVIII, pasaran
a denominarse Liberal Party dando con
ello lugar al moderno partido político.
Federalistas hamiltonianos y
republicanos jeffersonianos: “las formaciones prepartidarias de
federalistas hamiltonianos y republicanos jeffersonianos en los Estados Unidos
posteriores a la jura de la constitución” (Malamud).
La institución de la representación, la democracia moderna y los
partidos políticos Los partidos políticos se presentan como una instancia
de mediación entre Estado y Sociedad que viabiliza la representación: “La
institución de la representación (…) establece la frontera histórica y teórica
entre la democracia antigua o directa y la moderna o representativa.
Simultáneamente, se produce la separación gradual entre el gobierno por medio
de personas –ya sea en asamblea, consejo o monarquía— y el gobierno por medio
de partidos –party government.”
(Malamud).
Diferenciación intelectual entre partidos y facciones Como explica
con detalle Giovanni Sartori [Partidos y sistemas de partidos, Alianza
Editorial, Madrid [(2005), (versión original 1976)] la primera diferenciación
intelectual entre partidos y facciones será construida por Edmund Burke en sus
“Thoughts on the cause of the present discontents” (1770) = Pensamientos sobre
las causas del actual descontento (Sartori 1980).
Tengamos presente que no debe
identificarse el uso teórico de facción que hacemos uso aquí, con su uso
material y teórico en el siglo XVIII: “En ese ámbito, los portadores de ideas
afines, intereses coincidentes o, incluso, simpatías personales, elaboraron los
primeros lazos de solidaridad de las que en un principio serían llamadas
“facciones”. Con una carga de valor negativa, este término hacía referencia a
las divisiones políticas subnacionales a las que la concepción organicista,
holista y monocrática de la sociedad entonces reinante no podía menos que
calificar de antinatural (Sartori 1980)” (Malamud).
“Hollando sendas previamente transitadas por
sus compatriotas Hume y Bolingbroke, Burke llegó más allá al comprender que la
existencia de divergencias en el seno de la sociedad (y de sus representantes)
era una realidad ineludible, pero tales divisiones podían ser canalizadas a fin
de mejorar la organización del gobierno y el control de la monarquía.”
(Malamud).
Nacimiento de los partidos modernos El partido político, como lo
entendemos ahora, surge en el siglo XIX en el Parlamento de Gran Bretaña con la
organización estructural de los Tories y los Whigs en el Partido Conservador y
Liberal respectivamente: “A pesar de que el origen de los partidos estuvo
signado por el desprecio generalizado, su crecimiento en prosélitos y tareas se
desarrolló sostenidamente; carecieron, sin embargo, de una justificación
teórica lo suficientemente difundida como para aceptarlos con algo más que
resignación (…) Puede tomarse como acta de nacimiento formal de los partidos a
la Reform Act (reforma electoral) dada en Inglaterra en 1832, lo que implica
considerar a todas las asociaciones políticas sectoriales anteriores a esa
fecha como antecesores de los partidos modernos” (Malamud).
Bibliografía
Aristóteles, Política, ed.
Gredos, Madrid, 1988, Traducción de Manuela García Valdés
Benjamin Constant, Sobre la
libertad de los antiguos comparada a la de los modernos, Traducido por Carlos
Patiño Gutiérrez
Andrés Malamud, Partidos políticos, en: Julio
Pinto (compilador), Introducción a la Ciencia Política, Eudeba, Buenos Aires,
2003 (cuarta edición), Capítulo 7
[1]
Cf. Aristóteles, Política, ed. Gredos, Madrid, 1988, trad. cast. de Manuela
Gracía Valdés, pp. 50 y 52.
[2]
Cf. Benjamin Constant, Sobre la libertad de los antiguos comparada a la de los
modernos, Traducido por Carlos Patiño Gutiérrez.
[3]
El de soberanía es un concepto asociado al desarrollo de los estados modernos,
y en consecuencia ausente en la antigüedad o en la edad media por lo tanto el empleo del término por
Constant es anacrónico.
[4]
De allí que el kratos = poder sea colocado en el centro del espacio cívico con lo
que se evita su acaparamiento por uno de los elementos múltiples
(personalidades) que componen la ciudad, con la consecuente aparición de la
tiranía y la lógica ruina de la misma, localización esta que se designa como
Isonomia con arreglo a la cual dichos elementos obedecen todos juntos a una ley
común (Vernant, p.87)
[5]
From Alexander Hamilton to Gouverneur Morris, 19 May 1777: But a representative
democracy, where the right of election is well secured and regulated & the
exercise of the legislative, executive and judiciary authorities, is vested in
select persons, chosen really and not
nominally by the people, will in my
opinion be most likely to be happy, regular and durable.
[6]
La separación entre ambos espacio teóricos se opera en el contexto de las
revoluciones burguesas de los siglos XVII – XVIII.
[7]
Córdova, Arnaldo, "Sociedad y Estado En El Mundo Moderno", en
Sociedad y Estado en el Mundo Moderno, México, Editorial Grijalbo, 1976, pp.
19-68
[8] Andrés
Malamud, Partidos políticos, en: Julio Pinto (compilador), Introducción a la
Ciencia Política, Eudeba, Buenos Aires, 2003 (cuarta edición), Capítulo 7.