LOS ESCENARIOS Y EL CASO DE MONSEÑOR MARCEL LEFEBVRE
Una aproximación a su estudio
Salvador, Andrés Raúl Oscar
1.Introducción.
El atender al
paso de un escenario realista cristiano a uno idealista egocéntrico, permite
comprender el conflicto producido dentro de la Iglesia Católica Apostólica
Romana, entre quienes son favorables a los cambios producidos, particularmente,
a partir del Concilio Ecuménico Vaticano II y quienes objetan los mismos por
entender que suponen un alejamiento de la doctrina enseñada por el Magisterio
de la Iglesia y que encuentra en la conducta de Monseñor Marcel Lefebvre un
caso relevante.
2.
Antecedentes.
En la
comprensión del conflicto producido dentro de la Iglesia Católica Apostólica
Romana por las reformas desarrolladas a partir de la década de 1960, adquiere
particular relevancia, la figura de Monseñor Marcel Lefebvre (1905-1991) quien
fuera Vicario Apostólico de Dakar (1947), Obispo (1947), Delegado Apostólico
para el Africa Francesa (1948), Arzobispo de Dakar (1955) y Superior General de
la Congregación de los Padres del Espíritu Santo (1962). Durante el desarrollo
del Concilio Ecuménico Vaticano II tuvo una importante intervención, siendo
miembro del Coetus Internationalis Patris que se constituyera para poner en
evidencia a las tendencias liberales y modernistas. En 1970 funda la Fraternidad
Sacerdotal San Pío X, aprobada por la Santa Sede en 1971, y el Seminario de
Ecône (Suiza).El 21 de noviembre de 1974, tras la partida de dos visitadores
apostolicos, enviados por Roma a Ecône, cuyas declaraciones consideró
"escandalosas con respecto a la doctrina y los dogmas de siempre"
hace publica una declaración en la que expresa su resistencia a la
"tendencia neomodernista y neoprotestante que se ha manifestado claramente
en el Concilio Vaticano II y después del Concilio en todas las reformas
emanadas de el."; como consecuencia de ello es llamado a Roma en febrero
de 1975 y poco después se le ordena el cierre del seminario (6 de mayo de
1975). Monseñor Lefebvre introducirá un recurso ante el Supremo Tribunal de la
Signatura Apostólica (5 de junio de 1975) que es rápidamente rechazado ( 10 de
junio de 1975), lo que es posteriormente confirmado, en carta, por el Papa
Pablo VI (29 de junio de 1975); debe señalarse que fue presentado un segundo recurso (14 de
junio de 1975) el cual no fue respondido. El 29 de junio de 1976 Monseñor
Lefebvre ordena sacerdotes lo que le vale la suspensión a divinis; no obstante
continuó realizando una labor que se tradujo en la fundación de nuevos
seminarios, casas en mas de veinticinco países y noviciados de religiosas.
Finalmente, tras la reunión interconfesional de Asís en octubre de 1986 y el
fracaso de unos intentos de acuerdo, el 30 de junio de 1988, Monseñor Lefebvre,
acompañado por el Obispo Dimisionario de Campos (Brasil) Monseñor Antonio de
Castro Mayer (1904-1991), consagraría
cuatro Obispos motivo por el que el Prefecto de la Congregación de los
Obispos, Cardenal Gantin, le comunicará la excomunión latae sententiae que
recae sobre él, Monseñor Antonio de Castro Mayer y los Obispos consagrados (1º de julio de 1988) acusándoselos de
cismáticos, imputación esta que es rechazada.
3.Desarrollo.
Desde una
posición confesional escribe Jean Daujat (1) que: "lo que se ha convenido
en llamar “mundo moderno”, significa, por oposición a la Edad Media, una edad
histórica que esta en germen desde el Renacimiento y que alcanza su completa
expansión a fines de los siglos XVIII y XIX y en los comienzos del siglo
XX.". Para Daujat este mundo presenta dos caracteres principales:
"por una parte, un formidable
esfuerzo de expansión natural y humana" que caracteriza por los "progresos prodigiosos de todas las
ciencias (y no solamente de las ciencias matemáticas y de las ciencias de la
naturaleza, sino también, en nuestros días, de la psicología y de la
sociología), extraordinario desarrollo de las letras y de las artes,
fantásticos progresos de una multitud de técnicas poniéndose cada vez más al
servicio del hombre, considerable desarrollo de las relaciones humanas en toda
la superficie del planeta, etc."
Por otra parte se advierte: "una pretensión del hombre para
independizarse de Dios y prescindir de El." de ese modo ese
"movimiento del progreso humano se ha viciado por obra de la orientación
espiritual central de todo el mundo moderno, que es una orientación de
soberbia, de naturalismo, de voluntad, de independencia absoluta, del espíritu
mismo del pecado de Lucifer y del pecado de Adán y que ha colocado al mundo
moderno bajo la dominación de Lucifer.". Particularmente estremecedoras
son las preguntas que según Daujat (2) se imponen a los cristianos: "¿cómo
ser cristianos perteneciendo a este mundo moderno cuyos principios están
condenados? Muchos cristianos de hoy, quieren, y quieren con pasión, ser de su
tiempo para responder a todos los clamores humanos que suben hasta ellos, sin
permanecer sordos a las necesidades de este tiempo: ¿acaso la caridad no les
exige asumir todas las preocupaciones de los hombres de su siglo y tomar como propio todo lo de su época para
salvarlo? Pues, entonces, ¿cómo ser a la vez de su tiempo y de la Iglesia
cuando el uno se enfrenta a la otra? ¿Cómo ser a la vez fieles al clamor de su
siglo y a las exigencias de la Iglesia? ¿No correrá la Iglesia el riesgo de ser
rechazada, de estar ausente del mundo nuevo que se construye si no sabe aceptar
todas las exigencias de ese mundo nuevo, adaptarse a él, despojarse de su
retrogrado semblante de Edad Media para llegar a ser, en el mundo moderno, una
Iglesia moderna que levante toda la masa humana de este siglo mediante la
presencia del fermento cristiano?". La emergencia de la modernidad supuso
para la Iglesia Católica un fuente de conflictos traducidos en el rechazo de
sus principales elaboraciones filosóficas tales como el liberalismo y el
socialismo lo que se refleja entre otras en las encíclicas "Mirari vos" (1832) de Gregorio
XVI; "Quanta Cura" y el "Syllabus" (1864) de Pío IX;
"Quod apostolici muneris" (1878) y "Libertas" (1888) de
Leon XIII. No obstante tales ideas fueron adquiriendo importante influencia en
vastos sectores del clero y feligresía lo que alcanzó un punto culminante
a principio del siglo XX en el
movimiento llamado Modernista, el que motivara una fuerte reacción
institucional de la Iglesia evidente en las encíclicas "Lamentabili"
y "Pascendi dominici gregis" (1907) de Pío X. Sin embargo el proceso
de recepción de ideas y actitudes
elaboradas por la modernidad continuo, en este sentido es de particular valor
el estudio de la encíclica "Humani Generis" (1950) del Papa Pío XII
donde examina las principales direcciones entonces vigentes del pensamiento no
católico y su repercusión en teólogos y
filósofos católicos. En relación a esta encíclica, Eugenio Vegas Latapié, dice:
"Detrás del impersonalismo de las denuncias y condenas contenidas en la
Humani generis existen nombres reales de autores y obras que Pío XII
deliberadamente no quiso mencionar. De esos autores, los comentaristas de ese
tiempo señalaron como los mas destacados a los PP. De Lubac, Daniélou,
Bouillard, Balthasar, Fessard, Chenu, Congar, Dubarle, Adam y Teilhard de Chardin"
(3), es decir algunos de los mas reputados intelectuales de la Iglesia de este
siglo. Es a partir del Concilio Ecuménico Vaticano II (1962-1965) que se
perfila el conflicto, que se desenvolverá hasta nuestros días, entre quienes
son favorables a los cambios producidos y quienes objetan los mismos centrando
su atención critica tanto en el contenido de ciertos documentos elaborados en
su transcurso, particularmente "Gaudium et spes" (1965) y
"Dignitatis humanae" (1965), como en las reformas litúrgicas llevadas
adelante desde entonces, principalmente el Novus Ordo Missæ (1969). El momento
era particularmente difícil al punto que Pablo VI hablaría (1969) de la
presencia de un fermento cismático que "divide, subdivide, despedaza a
Iglesia" y aun de que el "humo
de Satanás ha penetrado en el templo de Dios" (1972) (4). Al respecto me
parece de interés presentar dos testimonios que ponen en contexto el momento a
la par que evidencian una cierta prevención respecto del desarrollo del
Concilio como de las reformas litúrgicas. El primero es el dado por los
Cardenales Alfredo Ottaviani, prefecto emérito de la Congregación para la
Doctrina de la Fe, y Antonio Bacci que en 1969, en carta dirigida al Pontífice
a la que acompañaba un examen del Novus Ordo Missæ, escribieron que este:
"se aleja de manera impresionante, en conjunto y en detalle, de la teología católica de la Santa Misa"
(5). El segundo pertenece al Cardenal Silvio Oddi, quien en 1990, declaró que:
"El problema no fue el Concilio, perniciosa fue sobre todo la aplicación
de la reforma litúrgica después del Concilio ... pero quizás porque el Concilio
no había sido suficientemente preparado, se apropio de el la corriente
modernista, que desde los tiempos de Pío X no había muerto del todo. La letra
del Concilio se consiguió salvar, pero su espíritu quedo a la merced de los
llamados innovadores. En síntesis, la <<modernización>> de la
Iglesia no fue propugnada ni realizada por los pastores mas santos, sino por
los mas ruidosos y probablemente mas torpes" (6).Es en este contexto que
surge la figura de Monseñor Marcel Lefebvre que encuentra en el liberalismo la
fuente primera de la crisis de la iglesia
al que considera en relación con el naturalismo en cuanto este al
exaltar la bondad y el poder de la naturaleza, menospreciaba y hacía
desaparecer del espíritu de los hombres la necesidad de la Gracia, la
subordinación de la humanidad al orden sobrenatural y la luz aportada por la
revelación en cuanto al protestantismo con una concepción puramente extrínseca
y nominal llevará a una religiosidad individual y privada sin consecuencias en
la vida pública conduciendo necesariamente a la emancipación de lo temporal en
relación a lo espiritual emancipación esta que va a reencontrarse en el
liberalismo. El origen de este proceso se encuentra en el nominalismo Medieval,
que llevará a Descartes con su idea de una ley divina indescifrable sometida al
puro arbitrio de la voluntad de Dios lo que producirá una escisión entre el
derecho divino y el derecho humano natural que repercutirá en el orden jurídico
como se observa en Grotius y en quienes darán el último toque a la secularización del derecho natural, a
saber Puffendorf y Locke esta tendencia no haría sino desenvolverse alcanzando
su culminación en el siglo XVIII. Escribe Monseñor Lefebvre que liberalismo,
naturalismo y racionalismo no son más que aspectos complementarios de lo que
llama la Revolución algunos de cuyos caracteres presenta del siguiente modo: "Allí donde la recta
razón esclarecida por la fe, no ve más que armonía y subordinación, la razón
deificada cava abismos y levanta murallas: la naturaleza sin la gracia, la
prosperidad material sin la búsqueda de bienes eternos, el poder civil separado
del poder eclesiástico, la política sin Dios ni Jesucristo, los derechos del
hombre contra los derechos de Dios, la libertad, en fin, sin la verdad."
(7).La influencia del liberalismo en la
sociedad crea un efecto de atmósfera, respecto de la cual, advierte:
"Esta atmósfera liberal ejerció también una creciente influencia en la
Iglesia por medio de las universidades, los falsos teólogos, los organismos
católicos, y se difundió en los seminarios, el clero y los obispos y hasta en
los medios eclesiásticos romanos." (8). Monseñor Lefebvre entiende que el
Concilio Vaticano II supone la reconciliación de la iglesia de con el
liberalismo, así escribe:" “El Concilio es 1789 en la Iglesia”, declaró el
cardenal Suenens. “El problema del Concilio fue asimilar los valores de 2
siglos de cultura liberal”, dice el cardenal Ratzinger.", señalando que
ello se debe a que: "En política, los católicos liberales ven en los
principios de 1789 verdades cristianas, sin duda un poco desvergonzados, pero
una vez purificados, los ideales modernos son, en suma, completamente
asimilables por la Iglesia: libertad, igualdad, fraternidad, democracia
(ideología) y pluralismo. El error que Pío IX condena en el Syllabus: “El
Pontifice Romano puede y debe reconciliarse y transigir con el progreso, el
liberalismo y la civilización moderna”" (9). El P. Ives Congar señala en
su libro "Monseñor Lefebvre y la
crisis de la Iglesia" que no se
puede negar que la Declaración conciliar sobre la libertad religiosa diga
materialmente otra cosa que el "Syllabus" de 1864 particularmente en
relación a sus proposiciones 15, 77 y 79; pero ello ocurre porque ese documento
defendía un poder temporal al que el Papado renunció en 1929 considerando una
nueva situación; pero esto, como lo
advierte el propio Lefebvre supone introducir una perspectiva de relativismo
históricodoctrinal que implica el
abandono de la aspiración al Reinado Social de Jesucristo conforme lo enseña
Pío XI en la encíclica "Quas Primas"
(1925) (10). Siguiendo a Joaquín E. Meabe (11), desde una perspectiva critica,
entendida como un intento de reconstruir y ordenar de manera clara y objetiva
los distintos elementos que constituyen el fenómeno religioso al margen de todo
elemento de idealidad y de toda sujeción a las ideologías religiosas, el caso
de Monseñor Marcel Lefebvre debe examinarse atendiendo a la idea de escenario,
considerado como el plano teórico en el
cual se articula una estructura que sirve de base a una teoría compleja. En
función de esto se distingue en occidente
un escenario realista en oposición a un escenario idealista egocéntrico.
El realismo, que es comprensivo de la tradición antigua, medieval y
renacentista, se podría caracterizar por el reconocimiento de lo exterior como
independiente y anterior al sujeto histórico, a su vez, dentro del realismo
deberá distinguirse entre el escenario propio de la cultura pagana y
precristiana (en especial de la cultura griega antigua), que no concibe nada fuera del mundo material - que
no se confunde con el mundo sensible porque es mas amplio puesto que incluye
dioses y héroes además de hombres - por lo que la naturaleza es el escenario en
el que se construye la experiencia de lo real, y el escenario judeocristiano
que concibe al mundo material solo como una parte de todo y agrega a la
naturaleza un orden trascendente, externo e inefable. En tanto, el idealismo
egocéntrico, que se expresa en el pensamiento de los siglos XVIII a XX, hace depender lo exterior de la construcción
intelectual del sujeto histórico. La ruptura histórica y el reemplazo del
escenario realista por el escenario idealista egocéntrico suele ser omitida por
una perspectiva que tiende a uniformarlas, lo que no permite una adecuada
inteligencia de las diferencias entre los hombres antiguos y modernos. Desde
muy temprano la sustitución de un escenario realista cristiano por uno
idealista egocéntrico fue, como vimos, problemática para la Iglesia; de hecho
considero que es esa sustitución la que advierte Monseñor Lefebvre y la que
intenta explicar desde una posición que entiende realista cristiana.
4.Conclusiones.
Entiendo que
los cuestionamientos de Monseñor Lefebvre están lejos de haber sido respondidos
satisfactoriamente y su conducta de haber sido explicada aun cuando el
considerarla desde la perspectiva de los escenarios propuesta por Meabe sea un
camino para ello; mas aun su caso suscita entre otras preguntas estas que
intentaremos responder en futuros estudios: El Cristianismo es una experiencia
religiosa que se articula y consolida en un escenario realista, pero quienes
hoy se adscriben a el, viven su fe en un
escenario idealista egocéntrico ¿en que sentido podemos decir que son
cristianos? o acaso ¿no estaremos
asistiendo a la emergencia de una nueva religión que se alza sobre otra que
pertenece a un escenario que tal vez perimió?.
5.Notas
(1)
Cfr. Jean Daujat. La Iglesia en el mundo moderno.
Editorial Huemul S.A. Buenos Aires, 1966. Manuales huemul 13.Traduccion de Aída
Aráoz, pp. 76-77.
(2)
Cfr.
Jean Daujat, Op. Cit., pp.12-13.
(3)
Cfr. Eugenio Vegas Latapié. El modernismo después de la Pascendi.
Ediciones Speiro. Madrid,1968, p.21,citado por el Pbro. David Nuñez en Fronteras de la obediencia cristiana de los
fieles a las autoridades religiosas, incluido como apéndice en el libro de
M. Roberto Gorostiaga. La misa, la
obediencia y el Concilio Vaticano II. Ediciones Fundación. Buenos Aires,
1979, pp.167-186 particularmente nota 12 ,pp.178-179.
(4)
Cfr.
Daniel Boira. La
traducción "oficial" española de la nueva misa incluida en el volumen publicado por la revista Roma (81-82-83) y
Una Voce Argentina bajo el titulo En
defensa de la Misa. Editorial Iction. Buenos Aires, 1983, pp.135-149
particularmente p.135.
(5)
Cfr. Alfredo Cardenal
Ottaviani y Antonio Cardenal Bacci. Breve
Examen Critico del "Novus Ordo Missae". Editorial Iction. Buenos
Aires, 1980. Traducción de Gustavo Corbi, pp.7-9 particularmente p.7.
(6)
Cfr. Onésimo Pardo de
Andrade. El Cardenal Oddi nos da la razón.
Iesus Christus. Año II Nº14 Noviembre/ Marzo de 1991, pp. 6-7.
(7)
Cfr. Mons. Marcel Lefebvre. Le destronaron. Del liberalismo a la
apostasía. La tragedia conciliar. Roma Aeterna (104-105-106). Buenos Aires,
1987, p.21. En el desarrollo de las ideas del autor hemos seguido
principalmente la primera parte El
liberalismo. Principios y aplicaciones; pp. 13-107, y la segunda parte El
catolicismo liberal pp.109-143.
(8)
Cfr. Mons. Marcel Lefebvre. El golpe maestro de satanás. Editorial
Iction. Buenos Aires, 1981. Traducción de Aída Araos, p. 50.
(9)
Cfr.
Mons. Marcel Lefebvre, Op. Cit. nota 7, p. 10 y
117-118. La proposición condenada por el Syllabus que se cita (nota 5, p.118)
es la n.80, Dz.1780.
(10)
Cfr.
Mons. Marcel Lefebvre, Op. Cit. nota 7, pp. 135-137
particularmente p.135.
(11)
Joaquín E. Meabe. La norma y la practica en el estudio del
derecho. Una introducción critica al conocimiento jurídico. Bibliográfica
Jurídica Paraguaya S.R.L. Asunción (Paraguay), 1999.V.Terminologia técnica del
derecho utilizada en esta obra pp.93-177
6.Bibliografia.
-
Daujat, Jean. La Iglesia en el mundo moderno.
Editorial Huemul S.A. Buenos Aires, 1966. Manuales huemul 13.Traduccion de Aída
Aráoz.
-
Gorostiaga, M. Roberto . La misa, la obediencia y el Concilio
Vaticano II. Ediciones Fundación. Buenos Aires, 1979.
-
Lefebvre, Mons. Marcel. El golpe maestro de satanás. Editorial
Iction. Buenos Aires, 1981. Traducción de Aída Aráoz.
-
Lefebvre, Mons. Marcel. Si y no. Editorial Iction. Buenos Aires,
1978. Traducción de Roque Raúl Aragón.
-
Lefebvre, Mons. Marcel. Le destronaron. Del liberalismo a la
apostasía. La tragedia conciliar. Roma Aeterna 104-105-106. Buenos Aires,
1987.
-
Lefebvre, Mons. Marcel. Acuso al concilio. Editorial Iction.
Buenos Aires, 1978. Traducción de Domingo Demaría.
-
Meabe, Joaquín E.. La norma y la practica en el estudio del
derecho. Una introducción critica al conocimiento jurídico. Bibliográfica
Jurídica Paraguaya S.R.L. Asunción (Paraguay), 1999.
-
Ottaviani, Alfredo Cardenal y
Bacci, Antonio Cardenal. Breve Examen
Critico del "Novus Ordo Missae". Editorial Iction. Buenos Aires,
1980. Traducción de Gustavo Corbi.
-
Pardo de Andrade, Onésimo. El Cardenal Oddi nos da la razón. Iesus
Christus. Año II Nº14 Noviembre/ Marzo de 1991.
-
Una Voce Argentina. En defensa de la Misa. Roma 81-82-83.
Editorial Iction. Buenos Aires, 1983.