octubre 15, 2009

NOTAS A FILOSOFÍA Y TEO-FILOSOFÍA - NIMIO DE ANQUÍN (1896-1979) DE JOSÉ RAMÓN PÉREZ


Materiales para el estudio del pensamiento de Nimio de Anquín

Salvador, Andrés Raúl Oscar


Nimio de Anquin
http://en.wikipedia.org/wiki/File:Nimiodeanquin.jpg
Sobre NdA recomendamos :
http://www.rebanadasderealidad.com.ar/clio-09-01.htm
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1. Introducción.

En este trabajo se reúnen un conjunto de notas sobre lo que entendemos como parte central de la obra de José Ramón Pérez Filosofía y Teo-Filosofía - Nimio de Anquín (1896-1979)  [ed. del Copista, Córdoba, 1999] en la que su autor examina el pensamiento de Nimio de Anquín  [en adelante NdA] y formula observaciones sobre los problemas por este planteado.

2. Antecedentes.

Relación entre José Ramón Pérez y Nimio de Anquín. NdA fue profesor del autor en la Facultad de Filosofía de la Universidad Católica de Santa Fe [Pérez, 1999: 40-41]

Lectura de Pérez de la obra de Nimio de Anquín. El libro de Pérez esta básicamente organizado con arreglo al siguiente plan:

            PRO-LOGOS [Pérez, 1999: 11-23]

Los filósofos [Pérez, 1999: 14-18]

¿Quien es filosofo? [Pérez, 1999: 18-23]

            FILOSOFÍA Y TEO-FILOSOFÍA: NIMIO DE ANQUÍN [Pérez, 1999: 25-111]

Introducción [Pérez, 1999: 27-41]

PENSAR Y SER [Pérez, 1999: 41-111]

I. El modo de filosofar cristiano [Pérez, 1999: 44-50],

La cuestión de un método y la filosofía [Pérez, 1999: 50-69]

Filosofía vs. Teología [Pérez, 1999: 69-77]

II. Ente y Ser [Pérez, 1999: 77-99]

III. La Creación de la Nada [Pérez, 1999: 99-111]

3. Desarrollo.

[A] Pensar y Ser. Nosotros vamos a centrarnos básicamente en el examen de la sección titulada PENSAR Y SER [Pérez, 1999: 41-111]. Esta se divide en tres partes [Pérez, 1999: 43; las mismas son explicadas de conjunto en pp. 41-43] en torno a las cuales se observa que ha girado todo el pensamiento de NdA desde sus primeros escritos hasta sus últimas preocupaciones [Pérez, 1999: 43]:

I. El modo de filosofar cristiano [Pérez, 1999: 44-50]: Lo que aquí Pérez busca mostrar es como un método en filosofía es la causa explicativa de las consecuencias a las cuales arriba [Pérez, 1999: 41].

Con arreglo a esto el autor afirma que durante mucho tiempo [Pérez, 1999: 41] NdA puede considerarse como un representante típico de la tercera escolástica [Pérez, 1999: 42]: esta intentó establecer una relación armoniosa entre la razón de la filosofía y las afirmaciones de la teología cristiana, siguiendo un orden preciso: acceder desde la razón a la fe revelada no presuponiendo ninguna relación previa de aquella con ésta [Pérez, 1999: 41]; el método escolástico, consiste en filosofar de tal modo que su especular, por más autonomía que reclame respecto de la fe, es una preparación para la teología de tal manera que siempre la filosofía queda abierta a un horizonte que la rebasa, sobrepasa y trasciende, es decir que todo su esfuerzo consiste en encontrar una filosofía abierta a la trascendencia, es decir a la revelación [Pérez, 1999: 44-45][1].

NdA usó el método de la tercera escolástica  [Pérez, 1999: 44] pero después de infructuosos esfuerzos llegó a la conclusión lógica de que desde la filosofía no se puede acceder al Dios de la revelación puesto que aquella se basta a si misma no admitiendo ninguna realidad más allá y distinta de sí misma [Pérez, 1999: 45], estrictamente hablando no puede haber ninguna influencia religiosa en la filosofía, es decir no puede haber una filosofía cristiana [Pérez, 1999: 44][2].

Observa Pérez que las consecuencias a las que arribó NdA ya estaban in nuce desde el comienzo mismo de su especular, de modo que deducir las consecuencias resultaba una cuestión de tiempo y decisión, y atención a esto, si alguien retoma luego el problema planteándolo en los mismos términos, deberá, aunque no lo quiera ni pretenda, arribar a las mismas conclusiones [Pérez, 1999: 48-49]; agrega Pérez que el hecho de que los escolásticos se sientan molestos con NdA resulta comprensible pero no lógico [Pérez, 1999: 49], ya que este solo llevó hasta sus ultimas consecuencias el método que se practicaba dentro de la misma tercera escolástica [Pérez, 1999: 49] de forma que los malentendidos, se deben no a una incoherencia de NdA, sino a una inconsecuencia de la misma escolástica [Pérez, 1999: 49], porque no puede un creyente filosofar como si la fe no existiera:

“Esta, en efecto, condiciona y determina todo su modo de filosofar que se vuelve de este modo un filosofar dentro de la fe” [Pérez, 1999: 49],

señalemos aquí que Pérez entiende de que filosofía cristiana es un nombre desafortunado que se aplicó a la escolástica cuando esta perdió su verdadero nombre: teología [Pérez, 1999: 75, también 42]; ahora bien, si la filosofía de un creyente pretende ella lógicamente filosofar separada de la teología, sus conclusiones, así sean verdaderas, no se las podrá hacer coincidir con el dios de la fe, pues esta pertenece a un conocimiento de otro género [Divino (Pérez, 1999: 71-72)][3], no siendo la verdad revelada la que se encuentra más allá del camino de la razón como lo quieren hacer entender los escolásticos [Pérez, 1999: 49].

NdA pretende y demuestra ser filósofo [al afirmar que no hay ninguna relación entre la filosofía y la teología] mientras que los escolásticos pretenden ser filósofos filosofando fuera de la fe y luego, inconsecuentemente, intentan hacer que las conclusiones de la filosofía coincidan con la teología [Pérez, 1999: 50].

NdA  no solo separa sino que considera a la  filosofía eliminada en nombre de la teología [Pérez, 1999: 69] y el ver  que no es posible la relación entre estas, lo lleva a buscar razones que expliquen esa misma falta de relación, y ello porque, afirma Pérez, el filósofo no quiere perder su fe [Pérez, 1999: 71] [4].

II. Ente y Ser [Pérez, 1999: 77-99] En esta segunda etapa Pérez muestra como según  NdA, el ser no coincide con Dios y por qué razón [Pérez, 1999: 43]. Explica que para que podamos hablar de Dios desde la razón ésta concebirá a Dios de acuerdo con el modo como concibe la realidad: el ser [Pérez, 1999: 43] lo que nos lleva de lleno a la cuestión de la metafísica como la entendía NdA [Pérez, 1999: 82], quien concibe al ser en el mejor estilo parmenídeo [Pérez, 1999: 43 también 83][5]:

1. Inteligibilidad[6],

2. Necesidad,

3. Verdad, y

4. Unidad [Pérez, 1999: 84-85]; 

ahora su noción de Ser esta encerrada dentro de una univocidad [Pérez, 1999: 84 y 98] en donde el ente es de la misma naturaleza que el ser, es decir es una manifestación suya necesaria: da lo mismo decir ente que decir Ser [Pérez, 1999: 97 también 82]; y que resulta totalmente excluyente del Dios de la Biblia [Pérez, 1999: 98], para NdA es imposible el intento de relación entre el Ser y Dios, pues implicaría la creación, y ésta, la nada, y la nada no puede ser entendida de ningún modo, porque lo único inteligible, es el Ser [Pérez, 1999: 86].

Interesa aquí particularmente este testimonio del autor sobre NdA:

“Todo el intento de Nimio de Anquín ha sido reducir santo Tomás de Aquino, en cuanto es una síntesis de la Edad Media a Aristóteles, tarea en la que finalmente se declaró vencido, puesto que la equivocidad de la analogía de un medieval, según de Anquín, será imposible de relacionar con la univocidad de un griego, aunque esta afirmación nunca la hayamos visto escrita en lo que hemos podido comprobar, pero, sí, la hemos podido oír de sus propios labios. En efecto, el título mismo De las dos inhabitaciones en el hombre, e.d., de la inhabitación del Ser griego y del Dios cristiano en la conciencia del hombre, esta diciendo claramente que en el año 1971, cuando el filosofo tenia ya 75 años, no estaba aún definida del todo la cuestión.” [Pérez, 1999: 94-95].

III. La Creación de la Nada [Pérez, 1999: 99-111]. En esta tercera etapa se intenta mostrar que entendía NdA por nada y cómo el modo de entender esta misma nada lo reenvía nuevamente al ser, el cual, evidentemente, no puede coincidir entonces con el Dios en el cual cree, y en el cual seguirá, pese a todo, creyendo, posibilidad ésta que no será contradictoria con lo afirmado lógicamente, ya que para salvar su fe la incluirá, no en un juicio lógico (e.d. verdadero), sino en un juicio que él llama asuntivo (i.e. de valor o mítico) [Pérez, 1999: 43][7].

Según Pérez el esfuerzo de toda la vida filosófica de NdA esta compendiada en esta frase: “porque lo fundamental para una idea de Dios, no es que sea móvil o inmóvil sino que sea creador o tenga la posibilidad de serlo, y de esto no hay -no podía haberlo como  no fuese por accidente- ni rastro en Jenófanes, ni en ninguno de los filósofos griegos de todos los tiempos, cuyo problema fue siempre el Ser inteligible” [Pérez, 1999: 99][8].

Dios creador y Ser inteligible se excluyen y la creatura y el ente también, porque la creatura es creatura de un Dios creador y el ente es el ente del Ser [Pérez, 1999: 100].

Si el Ser es inteligible y protointeligible, y su opuesto, la nada ininteligible y protoininteligible [Pérez, 1999: 100], la creación de la nada será necesariamente ininteligible, y un Dios creador será, a fortiori, ininteligible y la posibilidad de una creatura también [Pérez, 1999: 101].

La creación de la nada solo podrá entenderse [Pérez, 1999: 101] entendiendo que el Ser no es increado sino creado, lo que solo se entiende a su vez si entendemos que hay un Ser creador, Dios y un Ser creado, el ente, que ahora se ha vuelto creatura, y este Ser se ha vuelto creador porque se ha vuelto omnipotente porque ahora esta dividido o escindido por la nada que rompe la unidad cerrada del Ser, por lo que trata de eliminar de sí esta escisión o división para recuperar su unidad originaria [Pérez, 1999: 102] esta Nada es tan real como lo es la realidad del Ser, y NdA la llama Nada-nada o Nada ontológica, para diferenciarla de la mera privación  [stéresis] del Ser [Pérez, 1999: 102].

El Ser tiende a ser creador, crear es crear creaturas, pero la creatura no es el ente, ya que este emergía espontáneamente del Ser para volver a él naturalmente. La creatura sale del Ser y de la Nada; es decir no es sólo Ser como el ente, sino que está compuesta de Nada y de Ser. Entonces, en la misma proporción en que el Ser-Dios flanqueado por la Nada, crea creaturas, en esa misma proporción abre más la brecha de la Nada que pretendía cerrar con la creación [Pérez, 1999: 103].

El Ser no coincide entonces con Dios, porque en tal caso tendría que ser creador y un  Ser creador es contradictorio porque su efecto, la creatura, es contradictoria por estar compuesta de Ser y Nada, lo que lleva a la conclusión de que la filosofía no coincidía con la teología, porque la razón no coincide con la fe, y esta, la teología, será llamada en muchas ocasiones Teo-filosofía en un intento por diferenciarla y separarla  de la filosofía [Pérez, 1999: 105].

NdA ha mostrado la dificultad llevada hasta la contradicción que se encuentra en la creación de la nada, pero tampoco se ha arredrado ante la dificultad de hablar de la manifestación necesaria del Ser sin la creación, en la que resulta imposible la analogía [Pérez, 1999:  107 también 84][9] porque lo real, todo lo que es real, lo es por participación necesaria del Ser [Pérez, 1999: 107].

Según Pérez la aparentemente confusa literatura de NdA se podría leer y entender  entonces con el siguiente esquema en el que de algún modo se  recapitula lo hasta aquí expuesto:

Razón-Fe
Ser-Dios
Ente-Creatura
Inmanencia-Trascendencia
Unidad-Multiplicidad
Participación-Analogía
Univocidad-Equivocidad
Filosofía-Teología
Mostración-Demostración
Potencia-Posibilidad
Necesidad-Contingencia
Orden-Caos
Justicia-An-arquía

NdA ha recorrido todas las relaciones entre los términos de estas dos columnas, ensayando una y otra vez su posible relación [Pérez, 1999: 110].

Que coincida o no lo que de Anquín pensó con la fe cristiana de sus padres, es obviamente un problema, pero mas allá de cualquier coincidencia o no coincidencia cuando dA habla y escribe, planteaba una y otra vez el problema, en su propia terminología, del enigma y del misterio: Enigma del Ser y Misterio de Dios [Pérez, 1999: 110].

[B] El punto de vista de Pérez sobre la obra de Nimio de Anquín. Para Pérez[10] el caso de NdA es aquel en el que la razón del filósofo no coincide con su fe debido al método equivocado en el uso de la razón, pues entiende de que si se intenta una relación de la razón con la fe, siempre deberá hacerlo dentro de la misma fe, y, nunca fuera de ella [Pérez, 1999: 74].

Cualquier intento de relación entre la filosofía y la teología presupone que la filosofía está ya adentro de la teología, en otros términos, todo intento de relación entre la razón del hombre y la fe cristiana de este mismo hombre presupone siempre que el hombre crea primero en lo que cree y recién luego intente con su razón entender lo creído [Pérez, 1999: 70], por consiguiente la filosofía aparece de entrada instalada dentro de la teología y esto de tal modo que cuando aquella pretende funcionar fuera de ésta, no puede jamás encontrar un nexo con ella [Pérez, 1999: 70-71].

Para Pérez, la causa de que NdA no pudiese de entrada comprender el modo de filosofar de la primera escolástica [la medieval] se debe a que entró a ella a través de la segunda y tercer escolástica [Pérez, 1999: 75].

Los escolásticos y durante mucho tiempo el mismo de Anquín dijeron que la escolástica era filosofía y no teología [Pérez, 1999: 75], lo que sucede porque metódicamente se ha separado la filosofía de la teología, pero la verdad de la cuestión, afirma Pérez es que la escolástica es teología, pero también es filosofía, dicho con mas precisión: es un modo de filosofar propio de un teólogo consistente en usar la razón dentro de la fe [Pérez, 1999: 76].

En lugar de filosofía cristiana se debe hablar de teología, como hablaron todos los teólogos medievales quienes jamás supusieron que por hablar de ese modo no pudiesen filosofar sino que, por el contrario, pensaron que era no solo el mejor modo sino el único adecuado para un creyente, pues de esta manera no se arrojaba por la borda lo mejor que el hombre había elaborado con su razón: la ciencia y la filosofía, la cual en tal tesitura, no es jamás autónoma de la fe sino, su instrumento [Pérez, 1999: 42-43].

La conclusión a la que llega NdA de que el ser de la filosofía no puede coincidir con el Dios de la Revelación, es una conclusión correcta dentro del método utilizado y, solamente el Dios de la revelación coincide [si coincide] con el ser de la filosofía cuando el filósofo ha partido de su especular desde la fe en la palabra revelada de este mismo Dios, ya que cuando, procede inversamente partiendo del ser de la filosofía para intentar acceder al Dios de la revelación nunca puede encontrar esa relación [Pérez, 1999: 42].

Explica Pérez que la fe es una cuestión divina que solo puede ser admitida por el hombre si Dios le da la posibilidad de acceder a ella: “No hay otra explicación al hecho de que un hombre se vuelva creyente en la palabra de Dios.” [Pérez, 1999: 71].

Si la razón de un hombre puede aparecer contradiciendo un contenido de la fe cristiana, esto es una cuestión no de una razón inteligible verdadera, sino principalmente de una equivocación de método en el tratamiento de estos dos términos, la fe y la razón, esto es, desde la razón sola no puede solucionarse el problema, sino desde una fe que utiliza la razón, de lo que deduce que cualquier acercamiento entre la razón y la fe, habiendo previamente equivocado el método, es un seudoacercamiento [Pérez, 1999: 72].

Que el hombre abra su razón a las verdades de la fe solo es posible para quien es ya creyente de esta misma verdad revelada [Pérez, 1999: 72-73].

4. Bibliografía

Pérez, José Ramón   1999: 
Filosofía y Teo-Filosofía - Nimio de Anquín (1896-1979).
Córdoba, ed. del Copista, 1999.


[1] El método de la escolástica [téngase presente que NdA usa el término en un sentido lato comprensivo de tomistas, escotistas y suarecianos (Pérez, 1999: 74-75)] consiste entonces en que “desde la filosofía se enfoca el problema de la fe; así una vez que se han tratado todos los problemas de la filosofía, se intenta considerar la posible relación de la razón con la fe, dándose en general, por supuesta esta relación que se considera positiva.” [Pérez, 1999: 44].

[2] NdA puede ser catalogado como un filosofo que durante mucho tiempo especuló dentro de lo que llamó una “filosofía de los cristianos” que no es lo mismo que decir “filosofía cristiana”, denominación que de ningún modo resultaría aceptable para de Anquín [Pérez, 1999: 41] para quien estrictamente no puede haber una filosofía cristiana [Pérez, 1999: 44] y a quien le produciría horror, según Pérez, el ser catalogado como teólogo o filósofo cristiano, pues en tal caso, y esto es lo que se presupone, no podría jamás ser filósofo [Pérez, 1999: 50].

[3] “para hablar de la fe debemos hacer un cambio de género, del conocimiento humano debemos trasladarnos al conocimiento divino, no en el sentido del conocimiento que el hombre pueda tener de ello, sino en el sentido del conocimiento divino que Dios posee de Sí mismo, conocimiento que es el origen del conocimiento que por medio de la fe el hombre puede tener de Dios.” [Pérez, 1999: 72].

[4] Según Pérez NdA, tras clarificar su propia posición “volcará todo su esfuerzo en salvar la fe y esto de tal modo que la reiteración permanente de la cuestión pondrá nerviosos a creyentes y a no creyentes.” [Pérez, 1999: 77].

[5] Se expone el análisis que NdA hace de los filósofos griegos en Pérez, 1999: 93-97.

[6] Explica Pérez que precisamente en la larga Introducción a su trabajo, ha querido expresar que la inteligibilidad será necesariamente la primera característica del Ser, si bien intenta ensayar una inteligibilidad distinta a la determinada por NdA [Pérez, 1999:  84].

[7] “Lo que siempre nos ha causado asombro ha sido el ver al filósofo negando por un lado la posibilidad de acceso racional a Dios y afirmando por otro verdades reveladas por este mismo Dios.” [Pérez, 1999: 74]. Según Pérez la búsqueda de razones que expliquen la falta de relación entre razón [filosofía]  y fe [teologia]  por parte de NdA se entiende “porque el filósofo no quiere perder su fe” [Pérez, 1999: 71].

[8] El texto de NdA citado es “Los griegos y el problema de la demostración de la existencia de Dios” publicada en Revista de Humanidades, Córdoba, 1971 [Pérez, 1999: 99].

[9] “¿qué relación puede darse entre dos términos que están infinitamente separados? De Anquín contesta que ninguna aunque siempre agrega que debe haber alguna relación; pero, evidentemente el modo según el cual entiende de Anquín la cuestión impide de derecho tal relación; en efecto, si no hay ya más equivocidad, habrá sólo univocidad, desapareciendo entonces la analogía y quedando sólo la participación en el Ser, e.d., con el todo.” [Pérez, 1999: 76].

[10] En relación a clarificar cual es el punto de vista del autor ver particularmente las pp. 50-69 [en la que propone volver al método teológico como modo de resolver el conflicto entre fe y razón (Pérez, 1999:53)]  y 87-93 [en el que se examina el problema de la verdad en Parménides y san Buenaventura].


octubre 01, 2009

LA NEUTRALIDAD EN EL HOMBRE Y EN LA CIUDAD DESDE LA PERSPECTIVA DEL CONTRASTE ENTRE HOMERO Y TUCÍDIDES EN LA LECTURA STRAUSSIANA DE LA HISTORIA DE LA GUERRA DEL PELOPONESO

Materiales para el estudio de la teoría de la ley y la Justicia del Mas Fuerte en Tucídides  

Salvador, Andrés Oscar Raúl



Astianacte es arrojado desde las murallas de Troya delante de su madre Andrómaca

La obra de Euripides, Las Troyanas a menudo es considerada un comentario sobre la captura de
la isla Melos y la posterior matanza y sometimiento de su población por los atenienses
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1. Introducción

Examinamos en este trabajo el problema de la neutralidad en el hombre concreto, en el dialogo entre Aquiles y Fénix en el Canto IX 608-615 de la Iliada de Homero, y en relación a la ciudad, en el diálogo entre los atenienses y los melianos en el Libro V 94-95 de la Historia de la Guerra del Peloponeso de Tucídides, desde la perspectiva del contraste propuesto entre Homero y Tucídides en la lectura que de la obra de este ultimo hace Leo Strauss en su libro La ciudad y el hombre [2006][1].

2. Antecedentes

Textos clásicos empleados en este trabajo. En este trabajo empleamos la Iliada de Homero en la traducción de Emilio Crespo Güemes [Gredos, Madrid, 2000], y la Historia de la Guerra del Peloponeso de Tucídides, Libros V-VI, en la traducción de Juan José Torres Esbarranch [Gredos, Madrid, 2000].

Leo Satruss y texto empleado en este trabajo. Sobre Strauss remitimos a la instructiva comunicación de Joaquín E. Meabe Vida y obra de Leo Strauss, ITGD, Corrientes, 2004.

Leo Strauss
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El texto de Strauss empleado en este trabajo es La ciudad y el hombre en traducción hecha por Leonel Livchits publicada por Katz Editores [Buenos Aires, 2006]; básicamente consideramos su sección tercera Sobre la Historia de la Guerra del Peloponeso de Tucídides [pp. 201-341], particularmente los capítulos 3. El caso de Atenas: Audacia, Progreso y las Artes [pp.222-235]; 4. Los Discursos de los Actores y el Discurso de Tucídides [pp. 235-250]; y 6. Anánke [pp.261-274].

3. Desarrollo

El contraste entre Homero y Tucídides en la lectura de Leo Strauss. Leo Strauss propone un contraste  que llama contienda entre las figuras de Homero y de Tucídides [Strauss, 2006: 227]. El origen de esta se encuentra en la afirmación Tucididiana de que la guerra del Peloponeso fue la mas grande o la mas memorable de las guerras [Strauss, 2006: 222 y 223].

Este juicio no podía sostenerse sin dificultad, ya que en el contexto en que Tucídides escribe, era la guerra de Troya la que tenia la supremacía de la guerra [Strauss, 2006: 227]. Esto se advierte en dos hechos:

  1. Que si bien Tucídides es un autor conciso, tuvo que escribir cerca de 19 capítulos para probar su opinión [Strauss, 2006: 223].

  2. Que todavía una generación después de Tucídides, Isócrates aun sostenía que la guerra de Troya fue la guerra mas grande [Strauss, 2006: 223].
Ahora bien, como para Tucídides, es la singularidad de la guerra del Peloponeso [Strauss, 2006: 224 y 226], la que permite que su comprensión nos revele la naturaleza de la guerra y de la paz [Strauss, 2006: 225] en todos los tiempos [Strauss, 2006: 224], hecho este que torna a su obra tan valiosa [Strauss, 2006: 227], estaba obligado a cuestionar la creencia de los hombres en la supremacía de la guerra de Troya [Strauss, 2006: 227].

Para ello debe demostrar “la debilidad de los antiguos” [Strauss, 2006: 210 y 224] lo que hace combinando su idea respecto de la universalidad de la guerra [...] con [su idea de] la antigüedad mas remota [...] y [su idea de] las primeras cosas simples [Strauss, 2006: 224].


Homero y su guia
William-Adolphe Bouguereau (s. XIX)
http://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:William-Adolphe_Bouguereau_(1825-1905)_-_Homer_and_his_Guide_(1874).jpg
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Con ello priva a la antigüedad del esplendor que, al parecer fue obra de los poetas que la celebraron [Strauss, 2006: 210]; pero al demostrar la debilidad de los antiguos que pone en cuestión la supremacía de la guerra de Troya, Tucídides cuestiona la autoridad de Homero [Strauss, 2006: 227].

La debilidad de los antiguos, y en consecuencia la de Homero, prueba que la descripción que dieron no era cierta en un punto crucial: el de la sabiduría [Strauss, 2006: 227].

La investigación de Tucídides, al demostrar que los griegos que lucharon en la guerra del Peloponeso se encontraban en su apogeo [cf. Strauss, 2006: 225-226], demuestra que su sabiduría era superior a la de Homero [Strauss, 2006: 227], lo que evita que el glamour de la antigüedad inmortalizado por este, eclipse para siempre la superioridad de la época de Tucídides [Strauss, 2006: 227].

Precisamente, para Strauss, la sabiduría humana, es el punto que le lleva a afirmar que quizá sea mas iluminador ver a Tucídides en disputa con Homero que como historiador científico [Strauss, 2006: 228]. Según Strauss, Tucídides participa de una contienda con Homero [Strauss, 2006: 227], que nos enfrenta a la elección entre la sabiduría de Homero y la de Tucídides [Strauss, 2006: 227][2].

La neutralidad y el contraste Straussiano entre Homero y Tucídides. Me parece ilustrativo para comprender este punto examinar, desde la perspectiva del contraste entre Homero y Tucídides propuesto por Strauss, el problema de la neutralidad en el hombre concreto en el dialogo entre Aquiles y Fénix en el Canto IX 608-615 de la Iliada de Homero y el de la neutralidad en relación a la ciudad en el diálogo entre los atenienses y los melianos en el Libro V 94-95 de la Historia de la Guerra del Peloponeso de Tucídides:

1. Homero y la neutralidad en el dialogo entre Aquiles y Fénix [Iliada IX 608-615]: En el Canto IX, Homero cuenta que a fin de lograr que Aquiles deponga su ira [IX 157] y vuelva a combatir junto a los aqueos [IX 93-113; también 246-247], en un momento particularmente difícil de la guerra [IX 1-28; también 228-246], Agamenón decide reparar la afrenta hecha al Pelida y darle inmensos rescates [IX 120-156]; para ello se eligen comisionados que son enviados [IX 165] para comunicar a Aquiles la decisión de Agamenón [IX 427]. Entre ellos se encuentra Fénix [IX 168], el anciano conductor de carros [IX 432] que había criado a Aquiles [IX 485].

Es en este marco que se plantea el problema de la neutralidad en el hombre concreto en la respuesta que Aquiles da a Fénix, tras haber este intentando persuadirlo [IX 432-605]. Aquiles tras justificar en el honor sostenido en el destino de Zeus su decisión de mantenerse junto a las naves [IX 607-609],  lo pone en una encrucijada al advertirle: 

[1] que no por dar el gusto a Agamenón le confunda el ánimo con sus lamentos y angustias [IX 612-613]; 

[2] que no debía amar a Agamenón [IX 613] si quieres evitar que se torne en odio el amor que te tengo [IX 614][3], y

[3] Mejor es para ti causar duelos conmigo a quien me los cause [IX 615].


La cólera de Aquiles
Léon Benouville (s. XIX)
http://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:Leon_Benouville_The_Wrath_of_Achilles.jpg
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2. Tucídides y la neutralidad en el diálogo entre los atenienses y los melianos [Hist. V 94-95]: En V 85-113 se presenta el dialogo - que Strauss no duda en llamar infame [Strauss, 2006: 220] - que durante la paz entre las dos partes de la guerra del Peloponeso [Esparta y Atenas], se sostiene entre el gobierno de la isla de Melos, una colonia espartana pero neutral en la guerra, y los embajadores de una Atenas resuelta a convertirse en amo de esta [Strauss, 2006: 263-264].

En el transcurso de este dialogo se plantea el problema de la neutralidad de la ciudad la que es objeto de un abordaje discursivo cuyo parte principal encontramos en V 94-95:

Melios: <<¿De modo que no aceptaríais que, permaneciendo neutrales, fuéramos amigos en lugar de enemigos, sin ser aliados de ninguno de los dos bandos?>>

Atenienses: <<No, porque vuestra enemistad no nos perjudica tanto como vuestra amistad, que para los pueblos que están bajo nuestro dominio sería una prueba manifiesta de debilidad, mientras que vuestro odio se interpretaría como una prueba de nuestra fuerza>>. [Tucídides, 2000: 145].

La resolución meliana de conservar la neutralidad  [Strauss, 2006: 265-266] - que recuerda a la posición de Fénix - se muestra insostenible aun suponiendo que la amistad y la neutralidad en el mismo sentido no sean mutuamente excluyentes ya que los melianos sin duda desean también ser amigos de Esparta, el enemigo de Atenas [Strauss, 2006: 266].


Hoplita con casco de tipo ático, tal vez Leonidas (s. V a. C.)
 Museo Arqueológico de Esparta - Grecia
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En el texto que citamos se advierte claramente que desde el punto de vista del interés ateniense, distinto de la justicia, no interesa la distinción entre vasallos legítimos de Atenas y ciudades neutrales sino el hecho de que, el que haya ciudades isleñas no sometidas puede tomarse como signo de un poder marítimo ateniense deficiente y esto por básicamente por las ciudades isleñas que son una amenaza para Atenas [Strauss, 2006: 266].

Entendemos que es necesaria una consideración mas extensa del asunto, lo que aquí no haremos ya que exige un examen mas detallado del dialogo entre los atenienses y los melianos V 84-116 particularmente V 97-99 [cf. Strauss, 2006: 266];

Lo que a nosotros nos interesa aquí, además de habernos aproximado a las condiciones objetivas en que es posible la neutralidad, es llamar la atención sobre el hecho de que:

[1] mientras en Homero la consideración de la neutralidad no es especulativa, sino concreta [la amenaza de Aquiles a Fénix] en un contexto signado por la intervención de los Dioses [el destino de Zeus (IX 608-609)], que precisamente constituye el núcleo de la exageración y el ornamento homéricos [Strauss, 2006: 231],

[2] la sabiduría de Tucídides - como advierte Strauss - revela el carácter de la vida humana a través de la presentación de hechos y discursos que no están exagerados ni adornados [Strauss, 2006: 227]; en efecto, en Tucídides el problema de la neutralidad se trata mediante un relato de los hechos reconstruidos a través de un meditado proceso crítico [Cassani-Amuchástegui, 1982: 53] en otros términos, estamos en un nivel de evaluación reflexiva distinto del testimonio como registro que encontramos en Homero [Meabe, 1999: 1-213].


Det brændende Troja
Johann Georg Trautmann (s. XVIII)
De la colección de las grandes Duques de Baden, Karlsruhe
http://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:J_G_Trautmann_Das_brennende_Troja.jpg
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Para Strauss, Tucídides entiende que Homero es un testigo dudoso de la guerra de Troya [Strauss, 2006: 227] porque:

[1] vivió mucho tiempo después de la guerra [Strauss, 2006: 227] pero además,

[2] porque Homero es un poeta y estos magnifican y adornan y cuentan historias fabulosas; por tanto, ocultan la verdad acerca de los seres humanos y la naturaleza humana. La sabiduría homérica revela el carácter de la vida humana mediante la presentación de hechos y discursos exagerados y adornados [Strauss, 2006: 227].

Nota sobre la Neutralidad y el derecho del mas fuerte. Téngase en cuenta en el examen del problema de la neutralidad que:

[1] la trama del relato del poema Homérico presenta una urdiembre que enlaza los desempeños y las pautas de la ley del mas fuerte [Meabe, 1999: 1-215], y

[2] que en el dialogo entre los atenienses y los melios el argumento de los ateniense [...] cierra toda posibilidad de entendimiento en términos de composición racional y remite el asunto al terreno del poder, donde el hecho objetivo de la fuerza desplaza toda alternativa diferente de la sumisión del mas debil [Esquivel, 1999: 1-180].

En este sentido, no deja de ser trágico que la afirmación de que la obra de Tucidides sea un bien para todos los tiempos [Strauss, 2006: 205 y 207],  encuentre  verificación en el hecho de que el castigo que los atenienses imponen a los melios por la desobediencia a la ley del mas fuerte se manifieste al decir de Machuca y Castagne como acción de exterminio prácticamente en los mismos términos utilizados 25 siglos mas tarde en nuestro país para justificar la acción represiva de las fuerzas armadas respecto de las guerrillas terroristas que se proponían tomar el poder también por la fuerza para realizar su propia revolución y su propio derecho del más fuerte [Machuca-Castagne, 1999: 1-175].

4. Conclusiones

Como advierte Strauss, Tucídides no solo se interesa por la guerra sino también por su lógos [Strauss, 2006: 228], y ello porque Tucídides es un historiador filosófico [Strauss, 2006: 335] para el que no es suficiente, como en el caso examinado, un tratamiento tópico de la neutralidad como sí la admite la sabiduría homérica, sino que su saber requiere de una evaluación reflexiva, de allí que para Strauss la nueva sabiduría (Tucididiana) [...] (sea) superior a la sabiduría antigua (Homérica) en tanto sabiduría [Strauss, 2006: 228].


5. Bibliografía

Cassani J. - Perez Amuchástegui, A. 1982:
Del 'Epos' a la Historia Científica.
Buenos Aires, ed. Abaco de Rodolfo Depalma, 1982.

Esquivel, Daro A. 1999:    
Pena de muerte, daño y del derecho del mas fuerte.
Corrientes, Comunicaciones Científicas y Tecnológicas, Eudene,  V. I, pp. 179-182, 1999.

Homero  2000:    
Ilíada.
Madrid, ed. Gredos, trad. cast de Emilio Crespo Güemes, 2000.

Machuca, A. - Castagne, A. 1999:   
Pena de muerte y pedagogía del derecho del mas fuerte.
Corrientes, Comunicaciones Científicas y Tecnológicas, Eudene,  V. I, pp. 175-178, 1999.

Meabe, Joaquín E.  1999:   
El contencioso entre Agamenón, Crises y Aquiles.
Corrientes, Comunicaciones Científicas y Tecnológicas, Eudene,  V. I, pp. 213-216, 1999.

Strauss, Leo 2006:   
La ciudad y el hombre.
Buenos Aires,  ed. Katz, trad. cast. de Leonel Livchits, 2006.

Tucídides  2000:   
Historia de la Guerra del Peloponeso - Libros V-VI.
Madrid, ed. Gredos, trad. cast. de Juan José Torres Esbarranch, 2000.



[1] Este texto fue leído en el marco de las Jornadas de Comunicaciones Científicas organizada por el ITGD el miércoles 5 de julio de 2006 en el Aula Magna de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales y Políticas - UNNE [Corrientes - Argentina].

[2] En esto creo conveniente tener presente las observaciones de Michel Foucault en torno al papel de la prueba y la indagación en la historia de la relación entre Sujeto y Objeto [=verdad] de conocimiento conforme las examina en su magnífico libro La verdad y las formas jurídicas [Ed. Gedisa, Barcelona, 1991, trad. cast. de Enrique Lynch].

[3] El amor de Aquiles por Fénix se advierte en el ofrecimiento que hace de llevarlo de nuevo a la Patria con él al día siguiente [IX 427-429].