agosto 15, 2009

LA REPRESENTACIÓN DEL CUERPO HUMANO Y LA INTELIGENCIA SIMBÓLICA

LA REPRESENTACIÓN DEL CUERPO HUMANO Y LA INTELIGENCIA SIMBÓLICA
Aproximación a la historia del arte occidental desde la perspectiva del pensamiento simbólico

Salvador, Andrés Raúl Oscar



Hombre de Vitruvio
Leonardo da Vinci (s. XV)
http://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:Da_Vinci_Vitruve_Luc_Viatour.jpg
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1. Introducción

En este trabajo se examina la representación del cuerpo humano en el escenario Clásico o Pagano, Cristiano e Idealista Egocéntrico, atendiendo a las distintas modalidades del pensamiento simbólico y a las consecuencias de su colapso social en esta representación

2. Antecedentes

El pensamiento simbólico y la sacralidad de los objetos del mundo exterior y de los actos humanos. El pensamiento simbólico es el pensamiento propio de la mentalidad antigua [Disandro, 1986: 17; Arandigoyen, 1983: 44]; para el hombre religioso, los objetos del mundo exterior, como los actos humanos propiamente dichos, no tienen valor intrínseco autónomo, sino que lo adquieren y llegan a ser reales, porque participan en una realidad que los trasciende [Eliade, 1985: 12][1].

Así, la Naturaleza en cuanto es una creación divina se sacraliza, y al contemplarla, el hombre descubre que los dioses han manifestado en la propia estructura del mundo y de los fenómenos cósmicos las diferentes modalidades de lo sagrado y, por consiguiente del Ser [Eliade, 1992a: 101].

En otros términos mediante las cosas sensibles conocemos las inteligibles [Arandigoyen, 1983: 33-46][2].

Transparencia del símbolo. El mundo habla o se revela a si mismo a través de símbolos [Eliade-Kitagawa, 1986: 128], por lo que para quien contempla a la naturaleza con esta visión, el mundo se presenta transparente porque percibe en todas sus manifestaciones el brillo de los eternos arquetipos [Burckhardt, 1976: 46].

El hombre religioso y la homologación cuerpo-casa-Cosmos. En este contexto simbólico, el hombre religioso establece la homologación cuerpo humano-casa-Cosmos lo que se explica, como sostiene Mircea Eliade, porque el hombre se cosmiza, esto es:

“reproduce a escala humana el sistema de condicionamientos recíprocos y de ritmos que caracteriza y constituye un <mundo>, que define todo universo. La equiparación desempeña igualmente un papel en el sentido contrario: a su vez, el templo o casa se consideran como un cuerpo humano.” [Eliade, 1992a: 146].

Para el hombre moderno:

“su cuerpo está privado de toda significación religiosa y espiritual. En resumen, se podría decir que, para los modernos desprovistos de religiosidad, el Cosmos se ha vuelto opaco, inerte, mudo: no transmite ningún mensaje, no es portador de ninguna <clave>.” [Eliade, 1992a: 150].

3. Desarrollo

Representación del cuerpo humano en la antigüedad clásica. Para el hombre antiguo la belleza es considerada como expresión de la divinidad localizada en el escenario total de la naturaleza, lo que lleva a una inteligencia que identifica lo divino en lo físico; de allí el esfuerzo por lograr una representación formal del cuerpo humano que descubra la presencia de lo divino en el hombre, en este sentido explica Eliade:

“Cuando la estatuaria griega alcanza la perfección formal de la época clásica, y cuando los dioses, desde mucho tiempo antropomorfizados, son representados como tipos ejemplares de la belleza humana, el genio del artista logra aún salvaguardar el “modo de ser divino” en la estructura misma de la imagen. La perfecta serenidad, la sonrisa misteriosa, los ojos muy abiertos y sin cejas, indican que se trata de personas que trascienden el modo de ser de los humanos.” [Eliade, 1992b: 47].

Es que, como precisa Nicolai Berdiaev:

“El arte pagano es clásico e inmanente [...]. La perfección hacia la que tiende [...] está contenida dentro de los limites terrestres [...]. El arte del paganismo es el único arte que haya alcanzado de una manera inmanente, en este mundo, y con las fuerzas del mundo, una realización absoluta de la belleza.” [Berdiaev, 1978: 277].

De hecho:

“La escultura y la arquitectura antiguas se basan sobre esta creencia de que es posible abarcar la belleza en este mundo mediante la perfección de las líneas. El dionisismo antiguo era inmanente al ciclo de las fuerzas naturales.” [Berdiaev, 1978: 278].


Venus de Cnido
Praxíteles (s. IV a. de C.)
Copia romana romana llamada de Altemps o Ludovici
http://es.wikipedia.org/wiki/Afrodita_de_Cnido
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La perfección [Divina] del cuerpo humano hace de este la representación mas adecuada de los dioses [Eliade, 1978: 278] [como se advierte en la Venus de Cnido y en el Hermes de Praxíteles (Serra-Parramón,1983:19)] y por las proporciones que guardan entre si sus diversas partes sirve entre los griegos de modelo en la construcción de columnas [empleándose las proporciones del cuerpo de un hombre en la columna dorica, y las de una mujer en la columna jonica] y para lograr la mayor belleza del templo [Di Bernardo, 1981: 3-6].


Hermes con el niño Dionisio
Praxíteles (s. IV a. C.)
http://es.wikipedia.org/wiki/Hermes_con_el_ni%C3%B1o_Dioniso
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Representación del cuerpo humano en la Edad Media. El Judeocristianismo al desplazar [Berdiaev, 1979: 123] a la Divinidad fuera del escenario de la Naturaleza [Berdiaev, 1979: 103-108] origina un arte inspirado:

“en otro espíritu. El cielo se abre encima de él y descubre lontananzas ilimitadas. Por ello ha de reflejar una nostalgia trascendental, una impulsión hacia otro mundo, fuera de los limites de lo inmanente: eso es la tristeza romántica. Lo inacabado romántico de la forma es uno de los caracteres del arte cristiano. No cree que podrá ya lograr la belleza en este mundo. Para él, la belleza acabada, perfecta, eterna, no existe más que en el otro mundo, y aquí abajo no se puede tener de ella más que nostalgia. Para el mundo cristiano, la belleza es aquello que le habla de un mundo diferente, es decir, el símbolo. El sentimiento cristiano de un ser trascendental creará en el arte la tradición cristiana, opuesta al ideal clásico.” [Berdiaev, 1978: 278][3].

Tengamos también presente que, como explica Eliade, para el artista cristiano el problema de cómo hacer resaltar a través de la figura de un hombre, la concepción que se tenía de la divinidad:

“era, y lo es aún hoy, prácticamente insoluble. Pues no se ha descubierto medio alguno para significar, plásticamente, que Dios estaba oculto en el Cristo histórico. Por tal razón, la verdaderas obras maestras cristianas no muestran a Jesús proclamando su mensaje, sino al Cristo crucificado o resucitado, o al Cristo en gloria, juez y cosmócrata. Pues todas esas epifanías cristológicas podían ser expresadas plásticamente. ¿Pero cómo expresar el misterio de la Encarnación antes que fuera develado? ¿Cómo expresar el simple hecho de que Dios se había ocultado en un cuerpo humano y, al hacerlo, se había tornado por completo irreconocible en tanto que Dios? ...” [Eliade, 1992b: 47].


Maiestas Domini
Evangelistar von Speyer (s. XIII)
http://es.wikipedia.org/wiki/Maiestas_Domini
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Es por ello que el arte tradicional cristiano se expresa del modo que se advierte en los iconos no por ignorancia de la anatomía y la perspectiva, sino porque concedía prioridad a las formas intelectuales, a las significaciones simbólicas [Sáenz, 1997: 354]; el icono, descosifica, desmaterializa el cuerpo del hombre, no teniendo en cuenta sus proporciones anatómicas [Sáenz, 1997: 123] de hecho no era licito pintar los iconos tomando como modelos personas reales [Sáenz, 1997: 124], recuerda el P. Alfredo Sáenz que:

“El icono no es un retrato que se esfuerza por prolongar indefinidamente esta vida terrestre, sino una representación de la futura humanidad deificada. Y puesto que nosotros todavía nos movemos en medio de una humanidad pecadora, sólo podemos entrever semejante estado glorioso a través del icono, su representación simbólica.” [Sáenz, 1997: 124-125][4].

 
Nuestra Señora de Vladimir
Icono (s. XII)
http://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:Vladimirskaya.jpg
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agosto 01, 2009

EL PRINCIPIO VEGETATIVO Y LOS TÉRMINOS MATERIA, PHYSIS Y MATERIA PRIMA EN LA TRADICIÓN ALQUÍMICA

Notas sobre el pensamiento simbólico

Salvador, Andrés Raúl Oscar

“cuando las flores se marchitan, Dios retoma los colores y el perfume que les había dado”

Ana Catalina Emmerich [cit. por Gueydan de Roussel, 1993: 4]


El árbol de la cruz o Lignum Vitae
Taddeo Gaddi (s. XIV)
Basílica de Santa Croce - Florencia
http://www.veracruzcadiz.es/leyendaveracruz.htm
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1. Introducción

En este trabajo reunimos un conjunto de notas sobre la asociación del principio vegetativo [Guénon,1976: 24 nota 1] con los términos: materia, en tanto principio constitutivo de la estructura ontológica de los seres corpóreos, physisjusiV, tanto como proceso de surgir y desarrollarse o aquello a partir de lo cual [fuente originaria] se desarrollan y merced a lo cual se renuevan constantemente las cosas o, en otras palabras, la realidad subyacente a las cosas de nuestra experiencia [Jaeger, 1992: 26], y materia prima en la tradición alquímica.

2. Antecedentes

Símbolismo del árbol cósmico y cultos de la vegetación. Explica Eliade que el modo de ser del Cosmos, y en primer lugar su capacidad de regenerarse sin fin, ha sido expresado simbólicamente en la vida del árbol el cual ha llegado a significar todo lo que el hombre religioso considera real y sagrado por excelencia, de forma que el árbol, en tanto símbolo, expresa con fuerza y claridad las valencias religiosas de la vegetación [Eliade, 1992: 127-130; sobre la relación del árbol con el centro del mundo, Eliade, 1992: 38, también 35-37] en este sentido es ilustrativo el examen de James Frazer en La Rama Dorada [1980: entrada Vegetación: 857].


El arbol de la Santa Espina en Glastonbury
http://www.glastonbury.gov.uk/g_gov/mod.php?mod=userpage&menu=3405&page_id=222
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También en el escenario cristiano el árbol ha conservado su carácter simbólico: “Por ejemplo Santa Catalina de Siena decía que “el árbol que hunde sus raíces en la tierra es la naturaleza divina unida a la tierra de nuestra humanidad”.


El 8 de diciembre de 2010 el arbol de la Santa Espina en Glastonbury,
asociado a José de Arimatea y cuyo caracter simbólico ha sido señalado,
fué vandalizado por persona o personas desconocidas lo que resultó en un severo daño para el mismo
http://www.glastonbury.gov.uk/g_gov/mod.php?mod=userpage&menu=3405&page_id=222
[Ver también: http://www.thehistoryblog.com/archives/8964]
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Para San Agustín, el hombre muerto al pecado y unido a Jesucristo es semejante a “los árboles que el rigor del invierno ha despojado de todas sus hojas: parece que no tiene mas vida, pero la conserva en sus raíces bajo la nieve y el hielo para revivir en la primavera”.” [ Gueydan de Roussel, 1993: 4].

El árbol como forma sagrada del espacio circunscripto. Carlos Disandro advierte que tanto el árbol como la caverna[1] estarían en la base de la significación antigua de templum [Disandro, 1986: 186] y explica de que en la línea greco-romana la primera forma sagrada del espacio circunscripto es el árbol [Disandro, 1986: 184]:

“Sabemos por un testimonio muy importante de Plinio que los antiguos itálicos consideraron a los árboles templos de los dioses, y particularmente a ciertos árboles. Dice así el texto (Hist. Nat. Lib. XII. II. 1):

[...]

Estos (los árboles) fueron templos de los dioses, y aun ahora la simplicidad de los campos consagra a un dios un árbol que se destaque. Y no tienen más valor los ámbitos que refulgen de oro o las imágenes de marfil, que los bosques, en los cuales adoramos los mismos silencios.
Es decir, la experiencia del árbol, y más concretamente la experiencia de los bosques es, según Plinio, un modo de experiencia de lo sagrado. Como testimonio de esa antigua experiencia religiosa, Plinio señala la consagración de ciertos árboles a determinadas divinidades: a Júpiter la encina, a Apolo el laurel, etc.
Concordante con este texto, recordemos también un famoso pasaje de la Germania del historiador Tácito, quien dice:

[...]

Nemi con la ciudad de Genzano
John Robert Cozens (s. XVIII)
http://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:John_Robert_Cozens_002.jpg

En la orilla meridional del Lago de Nemi se hallaba el santuario de Diana Nemorensis
[también conocida como Diana del bosque] celebre por su bosque sagrado
Vease: Nemi at Nottingham project en: http://www.speculum-dianae.nottingham.ac.uk/
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Por lo demás, piensan que no debe encerrarse a los dioses entre paredes, ni figurarlos con rasgos humanos, a causa de la singular grandeza de los celestiales. Consagran los bosque y las selvas, y llaman con nombres de dioses aquello misterioso, que solo contemplan en su adoración.
Finalmente, un pasaje de Herodoto (Lib. V. 119) nos habla de un “altar de Zeus, constituido por un grande y sagrado bosque de plátanos[”] [...]. Un bosque es un templo, y un templo de Zeus.
Un árbol como concentración del espacio sagrado es una forma numinosa, la expresión objetiva, el símbolo inmediato y sensible de la presencia divina en el cosmos. [Disandro, 1986: 184-185].

Continua Disandro:

“A esa expresión se le contrapone el símbolo místico de la caverna.” [Disandro, 1986: 185].

Contraposición que debe entenderse en el sentido de que:

“Mientras el árbol es la concentración, por así decir externa y visible, la caverna es la concentración interior, mística, de la forma numinosa del espacio. De allí que el tema de la caverna mística es fundamental en toda la antigüedad.” [Disandro, 1986: 185].
Recuerda Disandro que:

“Varron agrega que frecuentemente el árbol era usado como límite del “templum”, circunscripto por el augur, y cita algunas fórmulas pertinentes, para subrayar: [...] En el establecimiento de este “templum” se ve que los árboles constituían los limites. En una palabra, árbol y espacio sacro se complementaban para constituir el “templumaugural de los romanos.” [Disandro, 1986: 188].

Sostiene Disandro de que en la base del arte gótico está la experiencia numinosa de los bosques, donde según Plinio ipsa silentia adoramus [Disandro, 1986: 194][2].


Bóvedas de crucería de la Colegiata de Medina del Campo
[Valladolid, España]
http://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:Bovedas_Colegiata.jpg
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3. Desarrollo

El termino materia y el principio vegetativo. El termino escolástico materia traduce el termino hile empleado por Aristóteles [Guénon,1976: 20 nota 1] y que en su sentido originario se refiere al principio vegetativo [Guénon,1976: 24 nota 1]:

“Puede observarse aquí una alusión a la <<raíz>> (llamada en sánscrito mûla, término generalmente aplicado a Prakriti [=materia prima[3]]) a partir de la cual se desarrolla la manifestación; en ella también puede discernirse una cierta relación con lo referido por la tradición hindú acerca de la naturaleza <<asurica>> del vegetal, pues efectivamente éste se hunde, por medio de sus raíces, en lo que constituye, el oscuro soporte de nuestro mundo [...].” [Guénon, 1976: 24-25 nota 1].


Árbol visto desde abajo
rvalientes (2011)
http://obture.com/user/rvalientes/photo/77664
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También se ha asociado el termino materia con mater lo que:

“se adapta correctamente a la naturaleza de la substancia [término con el que Guénon se refiere a la materia (Guénon, 1976: 24); sobre la relación entre esencia y substancia véase Guénon, 1976: 23 nota 4], considerada como un principio pasivo o simbólicamente <<femenino>>: puede decirse que respecto a la manifestación Prakriti desempeña la función <<maternal>> mientras que Purusha ostenta un papel <<paternal>>[...].” [Guénon, 1976: 32].

Explica Guénon que:

“Esto último concuerda con el sentido original del vocablo [hile] mencionado anteriormente: el vegetal es, valga la expresión, la <<madre>> del fruto que sale de él y al que alimenta con su substancia, pero que no llega a desarrollarse y madurar sino gracias a la vivificante influencia del sol, que de esta forma viene a constituirse en su <<padre>>; así, posteriormente, el propio fruto se asimila simbólicamente con el sol por <<coesencialidad>>, si se nos permite la expresión [...].” [Guénon, 1976: 32 nota 1].



Desarrollo de una fruta de durazno o melocotón (Prunus persica) durante un período de 7½ meses,
desde el comienzo del invierno hasta mediados del verano, en East Gippsland, Victoria, Australia.
http://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:Nectarine_Fruit_Development.jpg
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El origen y significado de la voz jusiV y el principio vegetativo. Interesa recordar aquí que, en relación al origen y  significado de la vos jusiV, Nimio de Anquín sostiene que es acreditada la opinión de Patzer [Physis. Grundlegung zu einerGeschichte des Wortes, Habilitationsschrift, Marburg, 1940, p. 3 y ss.] quien cita a Homero como la fuente mas antigua en el caso [cursivas nuestras]:

FusiV es un abstracto formado por el sufijo siV y derivado de la raíz verbal ju: activo juein, medio juesqai. De acuerdo a la fuente homérica en sus dos formas el verbo es preferentemente aplicado a las plantas, y [a] como activo significa ‘producir’ algo (a semejanza del bosque que en primavera produce hojas), mientras que [b] como medio significa ‘crecer’ (como entre los cíclopes ‘todo les crece sin semilla y sin arado’).” [Anquín, 1994: 213 nota 1].

Señala de Anquín [cursivas nuestras]:

Desde el reino vegetal que seria el originario, se extendió el uso de la voz a todo el lenguaje griego de todos los tiempos y de todos los géneros literarios. Ambas formas verbales designan, pues, una actividad o un proceso propio de las plantas.” [Anquín, 1994: 213 nota 1].

El árbol como figura de la materia prima alquímica. Sobre el árbol como figura de la materia prima[4] en la alquimia[5] escribe Titus Burckhardt que:


Encina [Quercus_ilex], Frouzet, Languedoc-Roussillon, Francia
http://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:Frouzet_fg02.jpg
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“Vista como árbol, la materia prima es, fundamentalmente, lo mismo que el árbol del Universo cuyos frutos son el Sol, la Luna y los planetas. En el árbol de la materia alquímica crecen el oro, la plata y todos los metales y se desarrollan las distintas etapas de la obra, con sus colores simbólicos, negro, blanco y rojo y, a veces, entre el blanco y el rojo, el amarillo. Abu-l-Qâsim al-Irâqî escribe sobre un árbol semejante que tiene sus raíces no en la tierra, sino en el mar del Universo. El mar significa la materia del alma, el anima mundi. El árbol crece en los <<países de Occidente>>, es decir, en Poniente, porque la materia representa el Oeste, mientras que la forma, el arquetipo, simboliza el Este. El árbol puede tener la figura de ser humano, ya que es la <<forma interna>> del hombre. De él se obtiene la materia prima de la obra, pues en el fruto se encuentra el germen del mismo árbol.
   <<La materia prima que puede producir la forma del elixir se obtiene de un solo árbol, que crece en los países de Occidente. El árbol tiene dos ramas, lo bastante altas para que nadie pueda comer sus frutos sin trabajo y sin esfuerzo, y otras dos, cuyos frutos son más ásperos y secos que los de las dos primeras. Las flores de una de estas ramas son rojas, y las de la otra, blancas y negras. El árbol tiene, además, otras dos ramas, más pequeñas y quebradizas que las cuatro primeras; las flores de una de estas ramas son negras, y las de la otra, entre blancas y amarillas. Este árbol crece en la superficie del océano, lo mismo que otras plantas lo hacen en la superficie de la tierra. Todo el que coma de este árbol será obedecido por hombres y genios (djinn).Es el árbol cuyo fruto fue prohibido a Adán; cuando comió de él, perdió su figura de ángel, para adquirir la de hombre. Este árbol puede adoptar la forma de un ser humano cualquiera ...>>.” [Burckhardt, 1976: 120-121].



4. Bibliografía

Anquín, Nimio de  1994:     
El ente y la memoria.
Buenos Aires, ed. Bonum, 1994.

Burckhardt, Titus   1976:     
Alquimia.
Barcelona, ed. Plaza & Janes, trad. cast. de Ana M.ª de la  Fuente, 1976.

Disandro, Carlos    1986:     
Las fuentes de la cultura.
Buenos Aires, ed. Struhart, 1986.

Eliade, Mircea  1992:     
Lo Sagrado y lo Profano.
Barcelona, ed. Labor, trad. cast. de Luis Gil, 1992.

Frazer, James   1980:     
La Rama Dorada.
México, ed. Fondo de Cultura Económica, trad. cast. de Elizabeth y Tadeo I. Campuzano, 1980.

Guénon, René     1976:     
El reino de la cantidad y los signos de los tiempos.
Madrid, ed. Ayuso, trad. cast. de Ramón García  Fernández, 1976.

Gueydan de Roussel, Guillermo   1993:    
El Verbo y el Anticristo.
Buenos Aires, ed. Gladius, 1993.

Jaeger, Werner       1992:    
La Teología de los Primeros Filósofos Griegos.
México, ed. Fondo de Cultura Económica, trad. cast. de José Gaos, 1992.



[1] Sobre la asociación de las cavernas a las prácticas religiosas es particularmente instructivo el libro de Nigel Pennick, El mundo subterráneo, ed. Lidiun, Buenos Aires, 1990, Colección Arcano, trad. cast. de Silvia Lerendegui, particularmente: Los usos religiosos de las estructuras subterráneas, pp. 24-48, y Ermitas y criptas, pp. 49-70; también Eliade, 1992: 121.

[2] Sobre la reasunción de todas las significaciones del espacio por el templo cristiano cf. Disandro, 1986: 192-197.

[4] Sobre las interpretaciones dadas por los alquimistas a la materia prima cf. Burckhardt, 1976: 113-114.

[5] Cf. Salvador, Andrés Oscar Raúl, Notas sobre el opus alquímico, ITGD, Corrientes, 2003.