noviembre 15, 2008

NOTAS SOBRE EL OPUS ALQUÍMICO

Notas sobre el pensamiento simbólico 

Salvador, Andrés Oscar Raúl

                                                                    A Luciana Soledad Sampietro,
                                                                    Ma. del Pilar Serrano y
                                                                    Ma. de los Milagros Ward

                                                                   

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                                   Visita Interiora Térrea Rectificando
                                   Invenies Occultum Lapidem
                                
                                                              Basilio Valentino [1]


                                Habentibus symbolum facilis est transitus.

                                                   “Verbum magistri” alquímico [2]





1. Introducción


En este trabajo se reúnen un conjunto de notas sobre el opus alquímico con particular atención a la naturaleza de la prima materia y la Piedra filosofal, y la redención del anima mundi cautiva en la materia, con el propósito de facilitar una aproximación de conjunto al asunto.

2. Antecedentes

La Sustancia primordial [prakrti] y la solidaridad entre la materia física y el cuerpo psico-somático del hombre. Existe una perfecta solidaridad entre la materia física y el cuerpo psico-somático del hombre, en cuanto que ambos son productos de la Sustancia primordial [prakrti] de modo que entre el mas vil metal y la experiencia psico-mental más refinada no existe solución de continuidad (Eliade, 1990: 114-115).


Convergencias entre el Yoga y la Alquimia. Refiriéndose a la alquimia India, Eliade señala que se advierten ciertas convergencias entre el Yoga [particularmente el Hathayoga tántrico] y la alquimia; así, existe una analogía entre el yogui que opera sobre su propio cuerpo y su vida psico-mental, y el alquimista que opera sobre las sustancias: ambos tienen el propósito de purificar esas materias impuras, de perfeccionarlas, y finalmente de transmutarlas en oro [la naturaleza tiende a la perfección, en este sentido la transmutación natural de los metales en oro supone su maduración, la que se opera en el interior de la tierra por el transcurso del tiempo; de allí que el oro es portador de un simbolismo altamente espiritual en cuanto que su nobleza es fruto su madurez (Eliade, 1990: 49-50)] metal perfecto cuyo simbolismo se enlaza con el simbolismo del Espíritu puro, libre e inmortal, que el yogui se esfuerza mediante la ascesis en extraer de la vida psico-mental, impura y sojuzgada;


Pagina de un album de bocetos de vestidos del sur de la India que representa a yoguis
India (s. XIX)
Actualmente en el
Museo Britanico
http://www.britishmuseum.org/research/search_the_collection_database/search_object_details.aspx?objectid=3264356&partid=1&searchText=yogi&fromADBC=ad&toADBC=ad&numpages=10&images=on&orig=%2fresearch%2fsearch_the_collection_database.aspx&currentPage=2
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en tanto que el alquimista [en cuanto salvador fraterno de la Naturaleza, a la que ayuda a cumplir su finalidad, a alcanzar su ideal, que es la conclusión de su progenie (mineral, animal o humana), llegando a la suprema madurez, es decir, a la inmortalidad y a la libertad absolutas toda vez que el oro es símbolo de la soberanía y la independencia (Eliade, 1990: 50)], espera llegar a los mismos resultados que el yogui proyectando su ascesis sobre la materia, es decir que en lugar de someter su cuerpo y su vida psico-mental a los rigores del Yoga, para separar el Espíritu purusa] de toda experiencia perteneciente a la esfera de la Sustancia [prakrti], el alquimista somete a los metales a operaciones químicas homologables a las purificaciones y a las torturas ascéticas y ello en función a la solidaridad entre la materia física y el cuerpo psico-somático del hombre en cuanto son productos de la Sustancia primordial [prakrti] , de forma que la ascesis proyectada por el alquimista equivalía a una interiorización de las operaciones efectuadas en el laboratorio (Eliade, 1990: 114-115).
Semejanza del Yoga tántrico con la Alquimia. Aun mas clara es la semejanza de las diferentes especies del Yoga tántrico con la alquimia ya que suponen esfuerzos paralelos para franquear las leyes del Tiempo, para descondicionar la existencia y conquistar la libertad absoluta; como explica Eliade, el hathayogui y el tántrico pretenden transmutar su cuerpo en un cuerpo incorruptible [llamado cuerpo divino (divya-deha), cuerpo dela gnosis (jñana-deha), cuerpo perfecto (siddha-deha) o cuerpo del liberado en vida (jivan-mukta)], mientras que el alquimista procura la transmutación del cuerpo y prolongar indefinidamente la juventud, la fuerza y la agilidad. Tanto en el Yoga tántrico como en la alquimia, el proceso de transmutación del cuerpo incluye una experiencia de muerte, y resurrección iniciadora; además, ambos se esfuerzan en dominar la materia sin retirarse del mundo [como hacen el asceta o el metafísico], soñando en conquistarlo y cambiar su régimen ontológico (Eliade, 1990: 115).

La liberación de la Naturaleza [prakrti] en la Alquimia. Señalamos que el alquimista opera como un salvador fraterno de la Naturaleza [prakrti] en cuanto que colabora con su redención (Eliade, 1990: 116):

“En la perspectiva del Samkhya-Yoga, todo espíritu (purusha) que ha conquistado su autonomía libera al mismo tiempo un fragmento de la prakrti, pues permite a la materia que constituye su cuerpo, su biología y su vida psico-mental reabsorberse, reintegrar el modo primordial de la Naturaleza o, dicho de otro modo, alcanzar el reposo absoluto. Ahora bien: la transmutación verificada por el alquimista precipita el ritmo de las transformaciones lentas de la Naturaleza (prakrti) y al hacerlo la ayuda a liberarse de su propio destino, de igual modo que el yogui, al forjarse un <<cuerpo divino>>, libera a la Naturaleza de sus propias leyes: efectivamente consigue modificar el estatuto ontológico, transformar el infatigable devenir de la Naturaleza en un éxtasis paradójico e impensable (pues el éxtasis pertenece al modo de ser del Espíritu y no a las modalidades de la vida y la materia viviente).”

3. Desarrollo

El carácter de la prima materia y su contexto simbólico. El contexto simbólico en relación al cual deben considerarse los asuntos que examinamos es señalado por Jung [3] cuando sostiene que para comprender el carácter de la prima materia correctamente se debe mantener bien abiertos los ojos del alma y del espíritu, es decir  observar y reconocer con la luz interior (Jung, 1957: 348):

Dios encendió esta luz desde el principio tanto en la naturaleza como en nuestros corazones” [Aquarium Sapientum (Mus. Herm., 1678), p. 106 y siguientes (Jung, 1957: 348)].

Señala Jung que debido a que los autores mencionan el hecho de contemplar con los ojos espirituales no permite establecer siempre claramente si las visiones que se verifican durante el trabajo alquímico lo son en un sentido propio o figurado, (Jung, 1957: 271) citando en relación a ello un texto de el Novum Lumen, que dice:

“Al filosofo inteligente Dios le permite, por el camino de la naturaleza (per natura), que se le manifiesten las cosas ocultas en las sombras y que la sombra se aparte de ellas ... Todas estas cosas ocurren y los ojos del hombre ordinario no las ven, pero los ojos del entendimiento (intellectus) y de la fuerza de imaginación las perciben (percipiunt) con verdadera, con la más verdadera vision (visu)” [Mus. Herm., p.574 (Jung, 1957: 272)].

Entre los alquimistas griegos se estima que la tortura de los metales [la tortura implica la muerte: mortificatio, putrefactio, nigredo, e identifica una de las fases del opus alquímico] no correspondía aun a operaciones reales sino que era simbólica, y que solo comenzó a designar operaciones químicas a partir de los autores árabes (Eliade, 1990: 134).

La nigredo, el oscurecimiento del Mercurius senex, de quien se escapan spiritus y anima.
 El cuervo significa la nigredo
De H. Jamsthaler, Viatorium Spagyricum (Franckfurt, 1625), página 118
Reproducido en Jung, 1957: 251  figura 77
http://www.alchemywebsite.com/amclglr1.html
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Participación del hombre en el drama místico del Dios y su proyección sobre la materia. Los alquimistas adoptaron y revalorizaron las creencias de  las sociedades arcaicas conforme a las cuales, los minerales y los metales eran considerados como organismos vivos, por lo que se hablaba de su gestación, su crecimiento y su nacimiento e incluso de su matrimonio (Eliade, 1990: 133-134); ahora, la experiencia de la vida compleja y dramática de la materia fue posible por el conocimiento de los Misterios greco-orientales: por la iniciación en estos, el neófito quien conocía como mito [=historia ejemplar] la pasión, muerte y resurrección del dios participaba de ellos [mediante la muerte y resurrección iniciáticas] experiencia que operaba una transmutación del hombre [cambiaba de régimen ontológico]: se hacia inmortal (Eliade, 1990: 131). En la alquimia, el drama místico del dios es proyectado sobre la materia [las sustancia minerales sufren, mueren] para transmutarla [renacen a un nuevo modo de ser] se hace oro [símbolo de la inmortalidad]: el alquimista trata a la Materia como el Dios era tratado en los misterios (Eliade, 1990: 132). Cuando el simbolismo alquímico es integrado por los alquimistas occidentales en la teología cristiana la muerte de la materia será santificada por la muerte de cristo que así aseguraba su redención (Eliade, 1990: 139) la que era identificada con la transmutación alquímica (Eliade, 1990: 133 nota 8: 196).

La perfección de los metales como perfección del alquimista. Los alquimistas [Alejandrinos] tenían conciencia desde el principio de que al procurar la perfección de los metales procuraban su propia perfección [el alquimista operaba sobre si mismo, sobre su vida fisio-psicológica como sobre su experiencia moral y espiritual (Eliade, 1990: 140)], de allí la importancia concedida al sincronismo entre la opus alchymicum y la experiencia intima del adepto: el propio adepto debe transformarse en Piedra filosofal (Eliade, 1990: 139).

El opus alquímico. La alquimia describe un proceso de transformación (Jung, 1957: 248) [transmutación] la opus magnun [que conducía a la Piedra filosofal y al Elixir Vitae]; este comprende una:

  1. Parte practica [la operatio propiamente dicha (Jung, 1957: 311)]: Se hace pasar a la materia prima [base del opus] (Jung, 1957: 343) por cuatro grados o fases [implica la proyección sobre la materia  del argumento dramático de los sufrimientos, la muerte y la resurrección del Dios] (Eliade,1990: 132).  

  1. Parte teórica [theoria]: La teoría consiste en un marco intelectual [edificio de pensamientos (Jung, 1957: 314)]  construido por el alquimista con los dicta  de los filósofos y una combinación de analogías alquímicas sobre la que articula una nomenclatura de la operación que lleva adelante [o de los cambios psíquicos que experimenta] y que puede identificarse con la llamada filosofía hermética que ya desde temprano se amplio por asimilaciones de representaciones cristiano-dogmáticas; según Jung la teoría desde el punto de vista de la psicología puede considerarse como una amplificación, método que permite tornar comprensible una vivencia oscura multiplicando y ampliando mediante contextos psicológicos sus exiguos indicios (Jung, 1957: 314).

Ubicuidad de la prima materia. La prima materia es ubicua, esto es esta siempre y en todas partes (Jung, 1957: 349). Eliade refiere que Zacarias escribía que no nos engañamos al declarar espiritual a nuestra materia, pero que tampoco mentimos si la llamamos corporal; si se la llama celeste, ese es su verdadero nombre, y si se le dice terrestre, no se es menos exacto; refiriéndose a este texto Evola observa que no se trata de un concepto filosófico, sino de un símbolo: se pretende decir que el alquimista asume a la Naturaleza sub especie interioritatis. De ahí que los sinónimos  empleados para la materia prima son extremadamente numerosos, algunos alquimistas la identifican con el azufre o el mercurio, o bien el plomo; otros con el agua, la sal, el fuego, etc.; otros la identifican con la tierra, la sangre, el Agua de Juventud, el Cielo, la madre, la luna, el dragón, o con Venus, el caos y con la misma Piedra filosofal o con Dios (Eliade, 1990:143).

El Mercurio: Explica Jung que Mercurio es la divinidad mas próxima al sol y por lo tanto también el mas afín con el oro; como azogue tiene la particularidad de disolver el oro y por ende de hacer extinguir el brillo de este. Durante la Edad Media, Mercurio fue el misterioso objeto de la especulación de la filosofía de la naturaleza: era ya un espíritu servicial que prestaba socorro, un llamado paredros [asistente, compañero] o familiaris, ya el servus [esclavo] o el servus fugitivus [ciervo fugitivo], un duende evasivo, engañador y amigo de bromas, que hacia la desesperación de los alquimistas y que poseía en común con el diablo muchos atributos: por ejemplo, el de dragón, león, águila y cuervo por citar los fundamentales. En la serie de divinidades alquímicas, Mercurio es, como prima materia, la mas baja, y como lapis philosophorum, la mas alta (Jung, 1957: 84). Entre los alquimistas Mercurio es ya un espiritu [spiritus], ya un agua, la llamada aqua permanens la cual a su vez no es otra cosa que el argentum vivum [azogue] (Jung, 1957: 88).

La fuente de la vida como fons mercurialis
Del Rosarium philosophorum, Francofurti, 1550
Reproducido en Jung, 1957: 89  figura 16
http://www.alchemywebsite.com/rosar1.html
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Identificación de la materia con la divinidad. La  prima materia es llamada radix ipsius (raiz de si misma) [esta arraigada en si misma y, en consecuencia, es autónoma y no depende de nada] y en cuanto tal es un verdadero principium, razón por la que en Paracelso la prima materia será concebida como algo increatum  [increado] (Jung, 1957: 345). La autonomía y la eternidad de la prima materia indican en Paracelso la postulación de un principio de igual condición que la divinidad, principio que corresponde a una Dea Mater (Jung, 1957: 346); de esto se sigue que la piedra no tiene un principio, sino que posee su primum ens desde la eternidad y que continuará existiendo por toda la eternidad (Jung, 1957: 347). La materia es identificada con la divinidad de allí que los millares de nombres por lo que es llamada la piedra, junto con su materia, pueden aplicarse, en un grado supremo, a Dios [4]:

“La cosa [res = objeto del arte divino] de que salen las cosas es Dios invisible e inmóvil” [Liber Quartorum en Theatr. Chem., 1622, V, p. 145 (Jung, 1957: 348)].

A esta conclusión expressis verbis llegaron muy poco de los filósofos, pero sus alusiones y sus modos velados de decir adquieren una transparencia decisiva, considerados desde este punto de vista (Jung, 1957: 348).

Las fases del proceso alquímico. La Piedra filosofal se obtiene haciendo pasar a la materia por cuatro [5] [lo que se corresponde a la cuaternidad de los elementos: tierra, agua, aire, fuego (Jung, 1957: 250)] grados o fases [división del proceso que era llamada la cuatripartición de la filosofía (Jung, 1957: 250)] que fueron denominados según los colores que toman los ingredientes (Eliade,1990: 132):

Los cuatro estadios del proceso alquímico (los cuatro elementos estan representados por las esferas
De Mylius, Philosophia Reformata (Francofurti, 1622), página 96, figura 2
Reproducido en Jung, 1957: 249  figura 76
http://introduccionalsimbolismo.com/modulo2b.htm
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  1. Melansis [negro (Eliade, 1990: 132)], melanosis [ennegrecimiento (Jung, 1957: 249)]: El negro [la nigredo de los autores medievales] simboliza la muerte [no existe esperanza alguna de resucitar a un modo de ser trascendente sin muerte previa (Eliade, 1990: 134)] [6] (Eliade, 1990: 132) y corresponde en el nivel operatorio al color que tomaban los ingredientes (Eliade, 1990: 135): supone la reducción de las sustancias a la materia prima, a la masa confusa [que contiene todos los elementos (Jung, 1957: 351)], la masa fluida, informe, que corresponde -en el nivel cosmológico- a  la situación primordial al caos, es decir la muerte representa la regresión a lo amorfo, la reintegración del Caos, de allí que el simbolismo acuático tenga un papel tan importante (Eliade, 1990: 135). Según ciertos autores en el plano de la practica, la primera operación que corresponde a este proceso seria la disolución de las sustancias [en un baño mercurial], según otros, seria la calcinación, la reducción a lo amorfo mediante el Fuego; como fuere, el resultado es siempre el mismo: la muerte (Eliade, 1990: 135-136). Adviértase que la reducción alquímica a la prima materia es susceptible de innumerables interpretaciones y homologaciones:

    1. Como una regresión al estado prenatal [regressus ad uterum]: Según Paracelso, el mundo entero debe entrar en su madre, que representa la prima materia, la massa confusa, el abyssus, para poder alcanzar la eternidad (Eliade, 1990: 136). El regressus ad uterum aparece representado a veces en forma de un incesto con la Madre que simboliza en este contexto a la Naturaleza en su estado primitivo [la prima materia] y el retorno a ella supone la reintegración a una situación originaria (Eliade, 1990: 137). Se explica por la regresión al estado prenatal: el uso del simbolismo seminal [reducción del oro a esperma antes de su utilización en la opus], la identificación del vas mirabile [recipiente de las sustancias que deben transformarse (Jung, 1957: 256)] como matriz o uterus [del que ha de nacer el filius philosophorum] [7], y la del Baño Maria como matriz del tinte divino (Eliade, 1990: 136) [8].
       
    2. Como una unión sexual: Si se postula el estado de división [solutio, separatio, divisio, putrefactio] se llega a la unión de los contrarios expresada por el símil de la unión de lo masculino y de lo femenino [el llamado coniugium, matrimonium, coniunctio, coïtus] (Jung, 1957: 250)  esto es se expresa en términos de hieros gamos: los dos principios -el Sol y la Luna, el Rey y la Reina- se unen en el baño mercurial (Eliade, 1990: 141) y es entonces que se produce la muerte del producto de la unión [mortificatio, calcinatio, putrefactio] con el correspondiente ennegrecimiento (Jung, 1957: 250) [su alma les abandona para volver mas tarde y dar nacimiento al filius philosophorum, el ser andrógino que anuncia la inminente obtención de la Piedra filosofal (Eliade, 1990: 141-142)]. La unión sexual puede acabar con la desaparición en el útero; en el Rosarium Philosophicum se lee: “Beya montó sobre Gabricus y le encerró en su matriz, de forma que no quedó visible nada de él. Le abrazo con tanto amor que le absorbió por entero en su propia naturaleza ...” (Eliade, 1990: 137) [9]. Beya y  Thabritius son hermanos: la pareja de hermano y hermana es una alegoría de la idea de los opuestos en general (Jung, 1957: 357); en otra versión de la historia Gabritius se casa con su madre Isis y esto porque no hay otra pareja de este genero [téngase presente que hasta que por consejo filosófico se dispone el casamiento de Thabritius con Beya, solo se unían cosas de una misma especie, por lo que no se  verificaba ninguna reproducción o creación: el rey esta exanimis, es decir sin alma, el reino era estéril: estos hechos significan según Jung que el estado oculto es un estado latente y potencial (Jung, 1957: 354 nota 4)]; evidentemente se trata de una pareja de divinidades ctónicas (que simboliza los opuestos latentes en la prima materia] que celebran el Hierosgamos (Jung, 1957: 250 nota 6). Eliade observa que al ser Beya la hermana de Gabricus, su desaparición en el útero [oportunidad en que se produce la muerte de Thabritius al desaparecer este enteramente en el interior del cuerpo de Beya (Jung, 1957: 358)] conserva, también en este caso, el valor simbólico del incesto filosófico [10] (Eliade, 1990: 137 nota 12: 197); la muerte de Thabritius es el castigo por la incestuosa coniunctio oppositorum (Jung, 1957: 357) [11].