Notas sobre el pensamiento simbólico
Salvador, Andrés Raúl Oscar
A Héctor Fabián Hamm
En este trabajo examinamos en una primera aproximación, la hierofanía, la <<abertura>> hacia lo alto y por lo bajo, y la ruptura de los niveles cósmicos en la parte sacrificial de la Misa [particularmente en el Prefacio, Sanctus y Canon (en las preces que preceden y siguen a la consagración)] celebrada conforme al Misal Romano promulgado por San Pío V en 1570 (Azcarate, 1945: 198; Gubianas, 1930: 92-96).
2. Antecedentes
La Misa y la reactualización ritual del tiempo sagrado. Toda fiesta religiosa, todo Tiempo litúrgico, consiste en la reactualización de un acontecimiento sagrado que tuvo lugar para los cristianos en un pasado que es un Tiempo histórico claramente limitado - el tiempo en que Poncio Pilato era gobernador de Judea-, pero que fue santificado por la presencia de Cristo. Es ese Tiempo histórico y no un Tiempo mítico , el illud tempus al que se incorpora el cristiano contemporáneo que participa en el tiempo litúrgico, reactualizado ritualmente por la Misa (Eliade, 1992: 63, 66, 73 y 98). Explica Dom Alfonso Mª Gubianas, O.S.B.:
La santa Misa, no es un recuerdo, no es un símbolo, no es una imagen del sacrificio de la Cruz, Es el mismo sacrificio de la Cruz, en cuanto la victima es una misma: el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo; el Sacerdote uno mismo, el propio Cristo; y el valor de la santa Misa es el mismo que el valor del sacrificio de la Cruz. (Gubianas, 1930: 290).
La Hierofanía. Este termino fue propuesto por Mircea Eliade, para denominar el acto de manifestación de lo sagrado, la manifestación de algo <<completamente diferente>>, de una realidad que no pertenece a nuestro mundo, en el caso de la Misa del propio Hijo de Dios, Jesucristo, en objetos que forman parte integrante de nuestro mundo <<natural>>, el pan y en el vino (Eliade, 1992: 19).
3. Desarrollo
Misa y Hierofanía. El rito de la consagración es el punto culminante de la misa, ya que es entonces cuando, el pan y el vino, “según afirmación del señor se convierte en cuerpo y sangre de Cristo” (San Cirilo de Jerusalén, 1985: 302).
Hierofanía y <<abertura>> hacia lo alto y por lo bajo. Una hierofanía opera una <<abertura>> hacia lo alto y por lo bajo (Eliade, 1992: 37):
I. <<Abertura>> hacia lo alto:
Pío Parsch presenta esta <<abertura>> hacia lo alto en los siguientes términos:
El sacrificio de Cristo comprende un doble dar y recibir: en la antemisa doy mi palabra (en la Oración) y recibo en cambio de ella la palabra divina (en la Lectura y el Sermón); en la Misa sacrifical doy mi pan (en el Ofertorio) y recibo el pan divino (en el Banquete del sacrificio). Entre este santo dar y recibir está sobre el altar el Cordero divino ofrecido e inmolado. Así se realiza en cada Misa la imagen de la escala del cielo soñada por Jacob (Génesis, XXVII, 12): hay ángeles que suben y llevan nuestra palabra y nuestro pan a las alturas, y ángeles que bajan y nos traen la palabra de Dios y el pan divino. Por la Misa se cumple de veras la palabra del Salvador: <<Veréis abierto el cielo, y a los ángeles de Dios subir y bajar, sirviendo al Hijo del hombre.>> (Juan, I, 51). (Parsch, 1936: 32).
La <<abertura>> hacia lo alto se advierte en el Prefacio en cuanto que este reactualiza la subida de Jesús al místico monte Calvario, al altar, acompañado de ángeles (Parsch, 1936: 94):
Verdaderamente es digno y justo, equitativo y saludable, que te demos gracias en todo tiempo y lugar ¡oh Señor Santo, Padre todopoderoso y eterno Dios! Por Jesucristo nuestro Señor. Por quien los Ángeles alaban a tu Majestad, la adoran las Dominaciones y tiemblan las Potestades. Los Cielos y las Virtudes celestiales y los bienaventurados Serafines la ensalzan con el mismo jubilo. (Azcarate, 1944: 623).
A continuación nos unimos al Sanctus, el canto que los ángeles continuamente cantan en el cielo:
Por lo que te pedimos te dignes escuchar, juntamente con las suyas, nuestras voces, al prorrumpir en esta respetuosa alabanza:
Santo, Santo, Santo es el Señor Dios de los Ejércitos. Llenos están los cielos y la tierra de tu gloria. (Azcarate, 1944: 623).
El Benedictus, es de nuevo un cántico humano, por el que se recibe a Jesús, saludándole con las mismas palabras de los Apóstoles o del pueblo, cuando entrara en Jerusalén el Domingo de Ramos (Parsch, 1936: 99):
Bendito el que viene en el nombre del Señor. Hosanna en las alturas. (Azcarate, 1944: 623).
Pío Parsch llama la atención sobre estas palabras -el que viene- con las que la Iglesia saluda al Señor que aparece en el Altar (Parsch, 1936: 99), ya que:
Las ultimas palabras expresan la mas sentida alabanza al que mediante la consagración descenderá de los cielos para ofrecerse como victima de valor infinito ... (Gubianas, 1930: 434).
II. <<Abertura>> por lo bajo (las regiones infernales, el mundo de los muertos) [Eliade, 1992: 37]:
Esta abertura por lo bajo (que en las culturas arcaicas se corresponde a las regiones infernales, el mundo de los muertos) se advierte en el Memento de los difuntos [que mas adelante reproducimos], donde se encomiendan al Señor los difuntos, tanto aquellos que son nombrados explícitamente como aquellos que no han llegado aun a la visión de Dios (Parsch, 1936: 122-123). San Leonardo de Porto-Mauricio refiriéndose al alivio que la Santa Misa proporciona a las almas del Purgatorio, escribe:
¿Quién podrá dudar que la Santa Misa alivia a estos pobres cautivos? Para convencerte, basta que prestes fe a la autoridad de SAN JERÓNIMO. Él te enseñara claramente que, “cuando se celebra la Misa por un alma del purgatorio, aquel fuego tan abrasador suspende su acción, y el alma cesa de sufrir todo el tiempo que dura la celebración del Sacrificio”. (S. Hier., c. cum Mart. de celebr. Miss.). (San Leonardo de Porto-Mauricio, 1980: 62).
Hierofanía y ruptura de los niveles cósmicos. Toda hierofanía produce una ruptura entre los tres niveles cósmicos -Tierra, cielo, regiones infernales- que se corresponden con las tres Iglesias: Militante, Triunfante y Purgante, los que se ponen en comunicación (Eliade, 1992: 37-38; Azcarate, 1945: 216). Así, antes de la Consagración se hace memoria de los “vivos” y en el “Communicántes” se llama en su socorro a los Santos del Cielo, tras la Consagración, después de las preces que siguen a la Elevación, se encuentra el “Memento de los Difuntos” y la oración “Nobis quoque peccatóribus” (Azcarate, 1945: 223). Examinemos estas partes del Canon de la Misa (Azcarate, 1945: 213-214):
I. Antes de la Consagración:
El “Memento de los vivos”: consiste en la aplicación del fruto especial de la misa por determinadas personas de la Iglesia militante. El Celebrante enmudece y se recoge un momento para recapacitar y nombrar mentalmente, en primer lugar, a la persona o personas que han encargado la Misa, y después a otras de su particular devoción; a estos nombres privilegiados, sigue la mención global de todos los asistentes a la Misa y de aquellos por quienes tanto el Sacerdote como los asistentes ofrecen a Dios este Sacrificio de alabanza (Azcarate, 1945: 215):
Acuérdate, Señor, de tus siervos y siervas N. N..., y de todos los circunstantes, cuya fe y devoción te son conocidas; por los que te ofrecemos, o que te ofrecen, este sacrificio de alabanza, por si y por todos los suyos, por el rescate de sus almas, y por su salud y bienestar corporal; y que también te tributen sus homenajes a Ti, Dios eterno, vivo y verdadero. (Azcarate, 1944: 628).
El “Communicántes”: Se podría decir que es el “Memento de los Santos”, en el se hace mención particular de la Sma. Virgen, Madre de Dios; de los doce Apóstoles, substituyendo a San Matías por San Pablo; de doce Mártires muy celebres en Roma en los siglos III y IV, y termina con una conmemoración global de Todos los Santos (Azcarate, 1945: 216):
Unidos por la comunión de los Santos y honrando, primeramente, la memoria de la gloriosa siempre Virgen Maria, Madre de Jesucristo, Señor y Dios nuestro, y la de tus bienaventurados Apóstoles y Mártires:
[Apóstoles]
Pedro y Pablo
Andrés,
Santiago,
Juan,
Tomas,
Santiago,
Felipe,
Bartolomé,
Mateo,
Simón y Tadeo,
[Papas]
Lino
Cleto,
Clemente,
Sixto,
Cornelio,
[Mártires]
Cipriano
Lorenzo,
Crisógono,
Juan y Pablo,
Cosme y Damián,
y de todos tus Santos; te pedimos, por sus meritos e intercesión, nos concedas ser fortalecidos en todo con el auxilio de tu protección. Por el mismo Jesucristo Nuestro señor. Así sea. (Azcarate, 1944: 629-630).
II. Después de la Consagración:
El “Memento de los Difuntos”: Es una conmemoración especial de los “Difuntos” (Azcarate, 1945: 223-224) que corresponde al de “vivos” (Azcarate, 1945: 214). Reza así:
Acuérdate también, Señor, de tus siervos y tus siervas N. y N. (se nombra mentalmente a algunos) que nos han precedido con la señal de la fe y duermen el sueño de la paz. A ellos, oh Señor, y a todos los que descansan en Cristo, rogámoste los coloques en el lugar del refrigerio, de la luz y de la paz. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor. Así sea. (Azcarate, 1944: 635).
La oración “Nobis quoque peccatóribus”: Esta oración que el Celebrante recita a continuación del “Memento de los difuntos”, es para pedir a Dios, por la intercesión de los Santos, una participación para todos en el reino de los Cielos (Azcarate, 1945: 224). Continua la mención de los Santos comenzada en el “Communicántes” (Azcarate, 1945: 214):
También a nosotros, tus siervos pecadores, que confiamos en la abundancia de tu misericordia, dígnate darnos participación y entrada con tus Santos Apóstoles y Mártires: con
Juan,
Esteban,
Matías,
Bernabé,
Ignacio,
Alejandro,
Marcelino,
Pedro,
Felicidad,
Perpetua,
Agueda,
Lucía,
Inés,
Cecilia,
Anastasia,
y todos tus Santos: en cuya compañía te rogamos nos admitas, no en atención a nuestros meritos, sino por tu gran misericordia. Por Jesucristo nuestro Señor. (Azcarate, 1944: 636).
Esta comunicación entre las Iglesias que se advierte en el Canon, supone una reafirmación del Dogma de la Comunión de los Santos (Azcarate, 1945: 224).
Bendición de la Creación [Oblata]: Tengamos presente que toda la creación se encuentra en torno de la Cruz del Señor, aun la irracional (Parsch, 1936: 93-95). En efecto, ya que aun la naturaleza visible fue herida al ser maldecido el hombre a causa del pecado, también ella ha de liberarse por la Cruz de Cristo, de modo que no dañe, y antes sea el camino que guíe a Dios (Parsch, 1936: 93 y 95). Escribe Parsch:
Después de haberse congregado en el Canon alrededor del sacrificio eucarístico las tres grandes ramas del Estado divino (la Iglesia militante, la triunfante y la paciente), también la naturaleza había de recibir su santificación de la Eucaristía. Dones naturales escogió Cristo por manto místico de su presencia (es un honor para toda la creación irracional); ahora han de derramarse las bendiciones de la Redención sobre <<la naturaleza que gime y está como en dolores de parto>> (Parsch, 1936: 126).
La formula, que el Celebrante acompaña con tres cruces sobre el Cáliz y la Hostia, es la siguiente:
Por quien siempre produces, oh Señor, todos estos bienes, los santi + ficas, los vivi + ficas, los ben + dices, y nos los otorgas. (Azcarate, 1944: 636-637).
4. Conclusiones
- El illud tempus al que se incorpora el cristiano contemporáneo que participa en el tiempo litúrgico, reactualizado ritualmente por la Misa es un Tiempo histórico claramente limitado - el tiempo en que Poncio Pilato era gobernador de Judea-, pero que fue santificado por la presencia de Cristo, y no un Tiempo mítico (Eliade, 1992: 63, 66, 73 y 98).
- El rito de la consagración es el punto culminante de la misa, ya que es entonces cuando, el pan y el vino, se convierte en cuerpo y sangre de Cristo, es decir supone la manifestación de algo <<completamente diferente>>, en objetos que forman parte integrante de nuestro mundo <<natural>>, [el pan y el vino] (Eliade, 1992: 19) y en este sentido estamos frente a una hierofanía.
- Una hierofanía opera una <<abertura>> hacia lo alto y por lo bajo (Eliade, 1992: 37). La <<abertura>> hacia lo alto se advierte en el Prefacio y en el Sanctus, la <<abertura>> por lo bajo en el Memento de los difuntos.
- Toda hierofanía produce una ruptura entre los tres niveles cósmicos -Tierra, cielo, regiones infernales- que se corresponden con las tres Iglesias: Militante, Triunfante y Purgante, los que se ponen en comunicación (Eliade, 1992: 37-38; Azcarate, 1945: 216). Así, antes de la Consagración se hace memoria de los “vivos” y en el “Communicántes” se llama en su socorro a los Santos del Cielo, y tras la Consagración, después de las preces que siguen a la Elevación, se encuentra el “Memento de los Difuntos” y la oración “Nobis quoque peccatóribus” (Azcarate, 1945: 223).
- Toda la creación se encuentra en torno de la Cruz del Señor, aun la irracional (Parsch, 1936: 93-95), de allí la Bendición de la Creación [Oblata].
5. Bibliografía
Azcarate, O.S.B., Andrés 1945:
Buenos Aires, ed. Monasterio de San Benito, 1945.
Azcarate, O.S.B., Andrés 1944:
Misal diario para América.
Buenos Aires, ed. Litúrgica Argentina, 1944.
Eliade, Mircea 1992:
Lo sagrado y lo profano.
Barcelona, ed. Labor, trad. cast. de Luis Gil, 1992.
Gubianas, O.S.B., Alfonso Mª 1930:
Nociones Elementales de Liturgia.
Barcelona, ed. Rafael Casulleras, 1930.
Parsch, Pío 1936:
Barcelona, ed. Luis Gili, trad. cast. de Antonio Sancho, 1936.
San Cirilo de Jerusalén 1985:
Catequesis.
Buenos Aires, ed. Paulinas, trad. cast. del Pbro. Luis H. Rivas, 1985.
San Leonardo de Porto-Mauricio 1980:
El Tesoro Escondido de la Santa Misa.
Buenos Aires, ed. Iction, trad. cast. de Fr. Buenaventura de los Dolores Lafuente y Enciso, 1980.