junio 01, 2007

El homicidio ritual en las sociedades tradicionales

  El homicidio ritual en las sociedades tradicionales
Materiales para el estudio de los sacrificios humanos (6)

Andrés Salvador  y  Liliana Zagert


1.Introducción.

El propósito de este trabajo es el de examinar desde la perspectiva de la Historia de las Religiones la practica del homicidio ritual en las sociedades tradicionales, en el marco del estudio que llevamos adelante sobre la practica del homicidio ritual.

2. Antecedentes.

Carácter restringido de la idea de hombre en las sociedades tradicionales. Como vimos en nuestro anterior trabajo (Salvador-Zagert, 2001)La idea de hombre, como sujeto de derecho, presenta en las sociedades tradicionales un carácter restringido lo que sorprende al hombre moderno, cuyo horizonte ético incluye a  toda la humanidad.

El sistema del mundo de las sociedades tradicionales y la asimilación del extranjero a demonios o fantasmas y aun animales. El hombre de las sociedades arcaicas excluye a los extranjeros que pueblan el espacio desconocido que circunda el mundo asimilándolos a  demonios o fantasmas  y aun a animales (cf.: Eliade, 1978: 120 nota 47, Eliade,  1992: 32-34; Wilson, 1995: 210).

Consecuencias jurídicas de la idea restringida de hombre como sujeto de derechos. Esta idea de hombre supone importantes consecuencias jurídicas en lo que hace al alcance de los derechos reconocidos al extranjero como se advierte en Grecia y Roma (cf.: Lamas, 1974: 35-37; Vidal-Naquet, 1983: 242-243; Argüello-Peña Guzmán, 1966: 163 y 425; Michelet, 1945: 75; Petit, 1985: 110 y 115; Vogel, 1975: 50; De la Vega de Miguens, 1981: 32; Louzan de Solimano, 1990: 136).

3.Desarrollo.

Los acontecimientos esenciales ocurridos ab origene y el tema de la divinidad asesinada. Conforme a lo expuesto, también es tributaria del “sistema del mundo” de las sociedades tradicionales, la creencia del homo religiosus de que el hombre es tal como es hoy día porque han tenido lugar ab origene una serie de acontecimientos que son narrados por los mitos. Dichos acontecimientos esenciales no son los mismos para todas las religiones, y dado que no es posible presentar todos los temas míticos que representan a ese drama primordial, solo nos referiremos a un tipo que presenta interés para nuestro estudio y que es el de la divinidad asesinada (cf.: Eliade, 1994: 99-100). La historia de las religiones conoce Dioses que desaparecen porque les dieron muerte los hombres, mas precisamente, los Antepasados míticos. Su muerte violenta, es creadora, porque a consecuencia de ella, aparece algo muy importante para la existencia humana. Esa creación, participa de la sustancia de la divinidad asesinada y, por consiguiente, y prolonga en cierto modo la existencia. La divinidad, asesinada in illo tempore, sobrevive en los ritos mediante los cuales el crimen se reactualiza periódicamente; en otros casos, sobrevive en las formas vivas, plantas o animales, que surgieron de su cuerpo. La divinidad asesinada no es jamas olvidada por los hombres, y, aun cuando puedan olvidarse algunos detalles de su mito, no se puede olvidar que es después de su muerte cuando se hace indispensable a los humanos.  Aun cuando, la morfología de estas divinidades es rica y sus mitos numerosos, presentan algunas notas comunes que son esenciales: no son cosmogónicas, habiendo aparecido sobre la Tierra después de la Creación no permaneciendo en ella mucho tiempo; asesinadas por los hombres, no fueron vengadas ni guardan rencor a los asesinos;  por el contrario, les muestran como sacar provecho de su muerte. Su existencia es misteriosa y dramática, ignorándose su origen la mayor parte del tiempo, solo se sabe que han venido sobre la Tierra para ser útiles a los hombres y que, de su muerte violenta deriva directamente su obra maestra (cf.: Eliade, 1994: 106-107).

El origen de la actual condición humana en los pueblos paleo-cultivadores. En el estado actual de la investigación es difícil precisar en que estadio cultural se articuló netamente este tipo de divinidades, pero, señala que aunque este tipo de divinidad esta atestiguado en Australia y, aunque mas raramente, entre los cazadores africanos,  los ejemplos mas específicos se encuentran en los paleo-cultivadores (cf.: Eliade, 1994: 107-108). Para ello se remite al etnólogo Ad. E. Jensen quien señalaba, a propósito de las estructuras mitológicas de los moluqueses del archipiélago de Indonesia, que hay dos arquetipos que parecen aplicarse a numerosos mitos de la creación presentes por doquier en el mundo a los que llamo  mitos demás (nombre este tomado de una divinidad Indonesia llamada Dema), que suponen una divinidad de cuyo cuerpo sacrificado nacieron los tubérculos, como las patatas, y mitos prometeicos, que en general están relacionados con el secreto de los cereales robados en el cielo (cf.: Eliade, 1991: 11, Eliade-Couliano, 1992: 41, 58, Eliade, 1994: 111-115) los que corresponden, respectivamente, a las civilizaciones de los paleo-cultivadores de tubérculos y de los agricultores propiamente dichos, que serian los cultivadores de cereales (cf.: Eliade, 1978: 55). Conforme a los mitos demás, la actual condición de el hombre, a saber, mortal, sexualizado y condenado al trabajo, es consecuencia de un asesinato primordial ocurrido in illo tempore , un Ser divino, con frecuencia una Mujer o una Muchacha, a veces un Niño, o un Hombre, se dejó inmolar a fin de que los tubérculos o los arboles frutales pudiesen brotar de su cuerpo. Este primer asesinato ha cambiado radicalmente el modo de ser de la existencia humana. La inmolación del Ser divino ha inaugurado tanto la necesidad de la alimentación como la fatalidad de la muerte y, por vías de consecuencia, la sexualidad, el único medio de asegurar la continuidad de la vida. El cuerpo de la divinidad inmolada se transformo así en alimento; su alma ha bajado a la tierra donde ha fundado el País de la Muerte (cf.: Eliade, 1991: 11). Adviértase, sin embargo, que si bien la distinción es ciertamente real, es menos rígida de lo que pensaba Jensen, pues hay bastantes mitos que explican la aparición de los cereales a partir de un ser primordial inmolado (cf.: Eliade, 1978: 55-56).

Evocación periódica del acontecimiento primordial en los paleo-cultivadores. Jensen ha demostrado claramente, que nutriéndose o muriendo el  hombre participa de la existencia de los dema. Para estos pueblos paleo-cultivadores, lo esencial consiste en evocar periódicamente el acontecimiento primordial que ha fundado la actual condición humana. Toda su vida religiosa es una conmemoración, una rememoración. Es decir desempeña un papel decisivo, el recuerdo, reactualizado por los ritos mediante su reiteración, del asesinato primordial . Es en este estadio de cultura donde encontramos el canibalismo ritual, que supone el homicidio ritual. La preocupación del caníbal es la de no olvidar lo que ha ocurrido in illo tempore. E. Volhardt y Jensen han demostrado claramente que matando y devorando a las cerdas en ocasiones de las festividades, comiendo las primicias de la cosecha de tubérculos, se come el cuerpo divino a igual titulo como entre las comidas caníbales. Sacrificios de cerdas, caza de cabezas, canibalismo, son simbólicamente solidarios de la cosecha de los tubérculos o de las nueces de coco. Volhardt despejó al mismo tiempo que el sentido religioso de la antropofagia, la responsabilidad humana asumida por el caníbal. Dado que la planta alimenticia no es dada por la Naturaleza por cuanto en el alba de los tiempos fue creada como producto de un asesinato, el hombre acepta la caza de cabezas, los sacrificios humanos, el canibalismo, a fin de asegurar la vida de las plantas.  El caníbal asume su responsabilidad en el mundo, el canibalismo no es un comportamiento natural del hombre primitivo (tampoco se sitúa en los niveles de cultura mas arcaicos), sino que es un comportamiento cultural, fundado sobre una visión religiosa de la vida. Para que el mundo vegetal pueda continuarse, el hombre debe matar y ser matado. No se debe olvidar, al dar un juicio sobre el canibalismo, que este ha sido fundado por Seres Divinos, y que lo han fundado para permitir a los humanos asumir una responsabilidad en el Cosmos, para colocarlos en estado de velar por la continuidad de la vida vegetal, se trata, pues, de una responsabilidad de orden religioso, así lo afirman los caníbales uitotos: “Nuestras tradiciones siempre vivas entre nosotros, aun cuando no danzamos; pero trabajamos únicamente para poder danzar”. Las danzas consisten en la reiteración de todos los acontecimientos míticos, incluido también el primer asesinato seguido de antropofagia (cf.: Eliade, 1991: 12-14, Eliade, 1992: 91-92).

Homicidio ritual de hombres asimilados a animales y vegetales. En los homicidios rituales la identificación ritual de los hombres con animales y vegetales se advierte, en punto a la asimilación de hombres con animales, en la sustitución del hombre por el animal. Por ejemplo (cf.: Eliade, 1978: 464 entrada 86), cuando la flota griega que se dirigía a Troya, se reunió en Áulide por segunda vez, fue retenida allí durante muchos días por vientos contrarios, Calcante profetizó que no podrían zarpar si Agamenón no sacrificaba a Ártemis la mas bella de sus hijas, Ifigenia la que, aunque traída mediante un engaño, consiente en morir por la gloria de Grecia, ofreciendo su cuello al hacha de los sacrificios sin una palabra de queja pero, según unos, en el momento perentorio Ártemis la llevo al Quersoneso Táurico, sustituyéndola en el altar por una cierva, o una osa, [o una anciana] (cf.: Graves, 1991: 368); también podemos señalar aquí el sacrificio de Isaac, que examinaremos luego, que Dios pide a Abraham, en donde finalmente un carnero es ofrecido en holocausto en lugar de este [Génesis 22, 1-18] (cf.: Martín Nieto, 1964: 33-34). Eliade, citando a Walter Burkert en Homo Necans (Berlín 1972), cuenta que en Grecia el sacrificio del cerdo era especifico de Deméter, y que este autor recuerda que el término griego con que se designaba el lechón (choiros) significaba en el leguaje vulgar el órgano sexual femenino; simbólicamente, el sacrificio de un lechón representaba la muerte violenta de una muchacha (Eliade, 1978: 474-475 entrada 97). La sustitución del hombre por el animal tiene un paralelo en los sacrificios de seres humanos ritualmente identificados con las víctimas animales. Athamas mata a su hijo Learco <<como un ciervo>> (Apoldoro, Bibl., III, 4,3); según Luciano, en Bambyke, al sacrificar a los niños, se gritaba: <<¡Son terneros!>> [De dea Syr., LVIII] (cf.: Eliade, 1978: 21 nota 3 y 464  entrada 86). Wilson explica el sacrificio de doscientas a trescientas víctimas nubias, realizado en ocasión del entierro de un funcionario egipcio llamado Djefa-Hapi (a cuyo cargo se encontraba una factoría fortificada ubicada en Kerma, en donde Egipto mantenía una colonia fija para fines comerciales y políticos) tanto en el probable seguimiento de una costumbre local que exigía sacrificios humanos en gran escala, como en la adopción de la actitud egipcia hacia los extranjeros la que suponía, conforme vimos, el no reconocimiento de su humanidad y su asimilación a los animales (cf.: Wilson, 1995: 208-210; Eliade, 1978: 120 nota 47 y 420 entrada 31). En lo que hace a la asimilación de hombres con vegetales, Frazer se refiere extensamente a como el espíritu del grano [la solidaridad mística entre el hombre y la vegetación, lleva al hombre arcaico a pensar, conforme lo explica Frazer, que las plantas y los arboles están animados de un modo semejante al suyo (cf.: Frazer, 1980: 144)] se manifestaba en forma humana, encarnado en hombres y mujeres vivientes, y era sacrificado para promover la fertilidad de los campos (cf.: Frazer, 1980: 159 y 478-509).

Homicidio ritual del extranjero identificado con el espíritu del grano. Una leyenda, referida por Frazer, cuenta que Lityerses, hijo bastardo del rey Midas, de Frigia, que habitaba en Celene, acostumbraba a segar las mieses y tenia un apetito enorme. Cuando acontecía que algún extranjero entraba en sus mieses o pasaba por allí, Lityerses le daba de beber y comer abundantemente y después le llevaba  a las mieses, en las orillas del Meandro, y le obligaba a competir con él a segar. Luego envolvía al extranjero en una gavilla, le cortaba la cabeza con una hoz y se llevaba lejos su cuerpo envuelto entre las cañas del cereal. Explica Frazer, que hay algún fundamento para pensar que la historia de Lityerses, describe la costumbre Frigia de la recolección, conforme la cual  a ciertas personas, en particular forasteros que pasasen por el campo de siega, se les consideraba como personificaciones del espíritu del cereal y por ello los segadores los capturaban, los envolvían en gavillas y decapitaban sus cuerpos atados entre las espigas, arrojándolos finalmente al agua como un hechizo para la lluvia. Esos fundamentos el autor citado los encuentra en la semejanza de la historia de Lityerses con las costumbres de los campesinos europeos en la recolección y, en la frecuencia de los sacrificios humanos que se ofrendaban para promover la fertilidad de los campos. Al comparar la historia con las costumbres de recolección de Europa, uno de los puntos que le merece especial atención es el trato dado a los extraños cuando visitan el campo de cosecha, o a los forasteros que pasan por allí (cf.: Frazer, 1980: 485-499 particularmente 485-491), y que muestran que aunque morigeradas practicas asociadas al homicidio ritual del extranjero aun se conservaban entre los segadores europeos modernos; a semejanza de Lityerses, estos tenían la costumbre de apoderarse del paseante forastero, al que ataban dentro de una gavilla. Si bien el paralelo no llega al sacrificio del representante personal del espíritu del cereal, su lenguaje y sus gestos indicaban el deseo de hacerlo (cf.: Frazer, 1980: 489-491).

La sangre en los homicidios rituales. La sangre de quienes eran sacrificados en los homicidios rituales era empleada con frecuencia para promover la fertilidad de los campos (cf.: Frazer, 1980: 492-499 particularmente 493-494 y 498). Téngase presente que, si el sacrificio humano constituye una rememoración del asesinato primordial, es el mito de origen el que nos permite comprender el sentido del uso de la sangre (cf.: Eliade, 1978: 54-55). En orden a ello, podemos recordar que entre los Aztecas, la aspersión de la imagen de Huitzilopochtli con la sangre de la víctima, se explica por la renovación del sacrificio primordial que había inaugurado la Quinta Edad (o Sol) en la que los dioses vertieron su sangre (cf.: Eliade-Couliano, 1992: 42-43).

4.Conclusiones.

Podemos concluir que:

1. Es tributaria del “sistema del mundo” de las sociedades tradicionales, la creencia de que el hombre es tal como es hoy día porque han tenido lugar ab origene una serie de acontecimientos que son narrados por los mitos. Uno de los temas míticos que representan a ese drama primordial y que presenta interés para nuestro estudio es el de la divinidad asesinada: Dioses que desaparecen porque les dieron muerte los hombres, mas precisamente, los Antepasados míticos. Su muerte violenta, es creadora, porque a consecuencia de ella, aparece algo muy importante para la existencia humana que participa de la sustancia de la divinidad asesinada y prolonga en cierto modo la existencia. La divinidad, asesinada in illo tempore, sobrevive en los ritos mediante los cuales el crimen se reactualiza periódicamente.

2. Este tipo de divinidad esta atestiguado en Australia y, aunque mas raramente, entre los cazadores africanos, los ejemplos mas específicos se encuentran en los paleo-cultivadores. El etnólogo Ad. E. Jensen señalaba que hay dos arquetipos que parecen aplicarse a numerosos mitos de la creación a los que llamo mitos demás, que suponen una divinidad de cuyo cuerpo sacrificado nacieron los tubérculos, y mitos prometeicos, que en general están relacionados con el secreto de los cereales robados en el cielo. Conforme a los mitos demás, la actual condición de el hombre, es consecuencia de un asesinato primordial ocurrido in illo tempore , un Ser divino se dejó inmolar a fin de que los tubérculos o los arboles frutales pudiesen brotar de su cuerpo. El cuerpo de la divinidad inmolada se transformo así en alimento. Es en este estadio de cultura donde encontramos el canibalismo ritual, que supone el homicidio ritual.

3. En los homicidios rituales se advierte la identificación ritual de los hombres con animales y vegetales. Presenta interés la situación del extranjero en este contexto.

4. El mito de origen el que nos permite comprender el sentido del uso de la sangre de quienes eran sacrificados en los homicidios rituales, empleada con frecuencia para promover la fertilidad de los campos

5.Bibliografía.

Eliade, Mircea   1978: 
Historia de las creencias y de las ideas religiosas. I. De la prehistoria a los misterios   de Eleusis.
Madrid, ed. Cristiandad, trad. cast. de J. Valiente Malla, 1978.

Eliade, Mircea   1991: 
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Buenos Aires, ed. Almagesto, 1991. 

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Madrid, ed. Labor, trad. cast. de Luis Gil, 1994.

Eliade, M. y Couliano I.   1992: 
Diccionario de las Religiones.
Barcelona, ed. Paidos, trad. cast. de Isidro Arias Pérez, 1992.

Frazer, James G.   1980: 
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México, ed. Fondo de Cultura Económica, trad. cast. de Elizabeth y Tadeo I. Campuzano, 1980.

Graves, Robert   1991: 
Los Mitos Griegos 2.
Madrid, ed. Alianza Editorial, trad. cast. de Luis Echávarri, 1991

Martín Nieto, E.    1964:  
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Buenos Aires, ed. Paulinas, 1964.

Salvador, Andrés y Zagert, Liliana  2001:
Los sacrificios humanos y la idea de hombre en las sociedades tradicionales.
Corrientes, ITGD, 2001.

Wilson, John A.   1995:  
La Cultura Egipcia.
México, ed. Fondo de Cultura Económica, trad. cast. de Florentino M. Torner,1992.